sábado, 19 de agosto de 2006

Nuevos desafíos políticos al movimiento Obrero

Publicado en Trabajo y Utopía de agosto 2006

Las que siguen son reflexiones abiertas. Temas en discusión en todo el movimiento. Cuando hablo del movimiento incluyo a las organizaciones sindicales clasistas, al cooperativismo de vivienda por ayuda mutua, a los gremios de estudiantes y las organizaciones de jubilados. Y al Frente Amplio. Escribo, a partir de mi coincidencia con los objetivos actuales del movimiento obrero. Y también con sus Objetivos finalistas de construir una sociedad sin explotados ni explotadores.
En nuestra lucha contra la dependencia y el neoliberalismo hoy hegemónico en el mundo, enfrentamos desafíos nuevos. . No porque el capitalismo imperialista contemporáneo haya mejorado en algo, se haya vuelto más generoso y dispuesto a atender las necesidades de los pueblos. Al contrario, al menos desde la época de Hitler, estuvo tan rapaz y peligroso como ahora.
A la vez, en Uruguay vivimos una situación nueva a partir del advenimiento de la izquierda al gobierno. Se ha producido un cambio en las relaciones de fuerza favorable a los intereses populares. Como se ha dicho mil veces, tener el gobierno no es tener el poder. Este permanece en manos de los dueños de los bancos, la tierra, las fábricas, las altas capas de la administración civil y militar junto al poder mediático en manos de un grupo reducido de familias cuyos privilegios se pretende que sean intocables. Todas estas fracciones, cuyo objetivo primor diales conservar sus privilegios, tienen sus intereses entrelazados con las grandes trasnacionales.leer más
    Tener el gobierno supone desarrollar una tensión por extender el poder público democrático que representa el gobierno de izquierda frente al poder de hecho que retienen los sectores conservadores Aunque esto pueda aparecer maquillado de mil maneras, no deja de ser una forma de lucha de clases en el plano político. Hay avances y muchas vacilaciones. Y esto no puede dejar de formar parte de las preocupaciones de los trabajadores.
    Las dificultades que interesa abordar son las que nacen de nosotros, de nuestras insuficiencias y errores. Eso es lo que podemos corregir. La rapacidad del imperio le es propia. Por su naturaleza no puede dejar de avanzar. Transformar todo en mercancía. Hacer negocios con todo lo que se pueda, aún al precio de estropear la tierra, ensuciar los ríos y los mares, envenenar el aire y empañar al sol.
    El asunto en reflexión es que nosotros, sobre muchos de los temas que se nos presentan ahora, no hemos discutido lo suficiente. Cuando digo “nosotros” pienso en la izquierda en su conjunto y en primer lugar en las carencias de nuestra fuerza política.
    En el mundo actual los trabajadores y los pueblos están a la defensiva ante la iniciativa del capital. Ante eso precisamos fortalecemos en varios planos. Para empezar, defendiendo nuestra memoria. La de nuestros mártires y también la de nuestros logros. Lo que nos ha dado nuestra experiencia. Las cosas que nos costaron sangre aprender. Por ejemplo, el valor de la unidad de la clase obrera y del pueblo trabajador. De sus instrumentos sindicales y políticos. También la memoria material. El cómo vivía el obrero antes de los despojos del neoliberalismo.
    También aprendimos que sin lucha no hay conquistas. Es más, sin lucha se retrocede de la peor manera. Y sin el registro de los reveses que nos obligan a retroceder no se aprende la victoria. Sin luchas, bien “prácticas” por cierto, no hay avances teóricos. No avanza el pienso, que es una de las zonas de nuestro atraso como conjunto del movimiento.
    Aprendimos que los intereses de fondo del pueblo trabajador no se pueden defender efectivamente si estos no se ensamblan con la lucha por la defensa de los intereses nacionales. La lucha contra los atropellos del capitalista nacional forma parte de una más amplia, contra el capitalismo imperialista.
    Si el imperialismo es el enemigo común, los trabajadores de las demás naciones, son nuestros aliados. El internacionalismo de hoy, como el de ayer, no es antagónico con la defensa de los intereses nacionales. De ahí la importancia que para nosotros tienen las luchas de los trabajadores en otras regiones del mundo. Saber de Venezuela, de Cuba y de lo que pasa en México y Bolivia, nos ayuda a entender qué pasa aquí y cómo avanzar hacia nuevas victorias. Y nos enfrenta a la necesidad de pensar en común con los trabajadores de la región los problemas de la integración.
    En nuestro país está creciendo rápidamente la sindicalización. Con tosa lógica, lo primero que aparece son 1as reivindicaciones “económicas”: contra los salarios de hambre, en defensa los derechos sindicales, y de las fue res de trabajo.
    Para el movimiento, la ampliación de la base obrera organizada es uno los más arduos desafíos. ¿Cómo con tribuir a desarrollar la conciencia clasista y la comprensión política a los trabajadores?
    ¿Cómo trabajar con esos miles de trabajadores que se acercan por primera vez a la vida de un gremio llenos d ganas de aprender y hacer su propia experiencia?
    Se trata de procurar el mantenimiento de la memoria de nuestras organizaciones y de nuestras experiencias de la lucha. ¡Vaya si se aprendió en lo grandes huelgones, en las calles y la cárceles! ¿Quién es sino el movimiento popular el dueño legítimo de ese saber?
    Dado que las organizaciones culturales, los medios de comunicación de masas están, en gran parte, en mano de los capitalistas, la transmisión del legado debe hacerse desde acá. Desde el movimiento obrero y sus aliados en el campo intelectual, artístico, cultural.
    También están las herramientas públicas. Y ese es también un campo d acción política al que los sindicatos no deben renunciar, manteniendo sus definiciones y su carácter clasista.
    Toda la zona de “las cuestione generales” es el campo de la acción política. Al movimiento obrero no le es indiferente el debate sobre la educación. Ni el hecho que se enseñe’ cómo se enseña la historia reciente cuyo anuncio ha suscitado tanta alarma entre los políticos conservadores Tampoco le es indiferente que prospere o naufrague el MERCOSUR, con Venezuela incluida. O que prospere un tratado de libre comercio con la gran potencia imperialista.
    En tanto forman parte de un pueblo que que ha sido saqueado por políticos y banqueros inescrupulosos, a los trabajadores no les es indiferente lo que ocurre, por ejemplo, con las cooperativas, con las demandas de los pequeños propietarios de las chacras y las granjas. Ni las acciones de quiénes, en el campo de la cultura, de la prensa, de la acción política, han tomado partido por los explotados y están dispuestos a luchar con ellos por la justicia social.
    Por lo demás, la calidad de vida trascurre también fuera de los lugares de trabajo. Y muy a menudo nos encontramos que el trabajador en su casa tiene que soportar (o se ha acostumbrado a soportar) la dictadura cultural de la televisión privada. Es necesario democratizar y ‘nacionalizar’ los aparatos de reproducción cultural. Cambiar una situación caracterizada por la ausencia de debates sobre nuestra realidad social.
    Una TV privada, movida solo por el afán de lucro, sin libretos, actores ni músicos uruguayos, sin difusión de nuestra cultura. Consumiendo los peores productos enlatados de una cultura machista, pesera, frívola, que banaliza los sentimientos. Enlatados en los que no hay nada que evoque la dignidad de las personas y de los pueblos en su vida y en sus luchas. De eso también tenemos que ocuparnos desde acá, desde todos los gremios empezando por los más vinculados al área de la educación y de la cultura.
    Para enfrentar a las demandas de los trabajadores, a menudo los empresarios y los políticos conservadores de todos los pelos recurren al argumento que “la movilización obrera es dañosa para los intereses generales del país”. Dicho esto, de inmediato se ponen a ladrar todos los perros amaestrados de los medios propatronales.
    En ese territorio también hay que lidiar Y la disputa acerca de quien defiende y quien es que daña los intereses generales del país, es una contienda esencialmente política. Es preciso abordarla con propuestas y argumentos desde una perspectiva de futuro que tome en cuenta al conjunto de los problemas nacionales. Y el origen y las responsabilidades del país saqueado que hoy tenemos. Otra vez el futuro y la memoria.

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