jueves, 28 de septiembre de 2006

28 setiembre al 6 de octubre de 2006.


28/09/06. Trascendente elección presidencial en Brasil
EDITORIAL
La República
(FOTO: Hugo Cores julio 1985 acto 10 aniversario de la fundacion del PVP)


La elección o reelección presidencial del próximo domingo reviste una enorme trascendencia para Brasil. Después de cuatro años de gobierno de un partido de izquierda, que llegó con gran impulso y amplia base social, las derechas no han conseguido conjuntar fuerzas en torno a una candidatura de oposición.

El Partido de los Trabajadores parece así avanzar hacia a una victoria neta en la primera vuelta, consolidando la experiencia iniciada hace algo más de tres años.
No obstante los dardos no han cesado de caer sobre el partido de gobierno. En las últimas semanas el aluvión de ataques ha tenido como centro un episodio complicado, la compra de un expediente conteniendo denuncias de corrupción contra varios partidos.

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    En la maniobra de compra del expediente, conteniendo las denuncias realizadas por un empresario procesado por corrupción, aparecen figuras claves de la campaña del presidente Lula.

    La prensa y sobre todo el poderoso oligopolio que controla la televisión han dado color al episodio que, hasta ahora, da muestras más de torpeza que de corrupción por parte de los “petistas”.

    Lo burdo del episodio consiste en que las autoridades del Partido de los Trabajadores no tenían ninguna necesidad de comprar denuncias, siendo que en el Congreso está instalada una Comisión Parlamentaria de Investigación que examina las denuncias de las famosas compras sobrevaluadas de ambulancias.

    Lo que correspondía era poner en funcionamiento los mecanismos legales de los que el gobierno y el Congreso disponen y no deslizarse a las inciertas aguas de una compra clandestina de pruebas judiciales.

    No obstante el impacto que los medios tratan de generar, en el electorado brasileño no parecen haberse visto afectadas las expectativas de voto a favor de la reelección de Lula da Silva. Si bien el PT parece haber perdido apoyos significativos en la mayoría de las grandes ciudades del Sur (Río de Janeiro, San Pablo, Porto Alegre) ha crecido en forma espectacular en las zonas más pobres del Brasil.

    Y ese es el hecho más altamente significativo. Por primera vez en mucho tiempo, un partido de izquierda logra captar la adhesión de una gran masa de asalariados o desempleados de las zonas más atrasadas económicamente del Brasil.
    Los programas de ayuda a las familias más necesitadas, que en las regiones del Norte y del Noreste son una parte muy significativa de la población, han tenido un fuerte impacto.

    Por lo demás, el poder de compra de los asalariados ha crecido de modo significativo. Para los trabajadores que ganan hasta cuatro salarios mínimos el poder de compra aumentó en un setenta (70) por ciento en cuatro años.

    No se trata exclusivamente del carisma de Lula, un dirigente con extraordinaria lucidez e intuición política, siendo como es un hombre relativamente joven, que tiene una amplia experiencia en las luchas electorales y políticas.

    Se trata, sobre todo, de las realizaciones sociales de su gobierno. Del signo principal que para muchos millones de hombres, mujeres y niños pobres y muy pobres ha tenido el gobierno del Partido de los Trabajadores.

    Con el PT y con Lula ha nacido y crecido una nueva ciudadanía. Y esos hombres y mujeres que acceden a una vida un poco mejor no le piden permiso a nadie para empezar a tener voz propia, después que durante tanto tiempo sus voces fueron silenciadas o desvirtuadas.

    Ese parece ser uno de los aspectos novedosos de la sociología política que está en curso.
    No todos los observadores parecen reparar en esto. Las propias características de la campaña, con poco gasto en publicidad y muy escasas movilizaciones de masas podrían indicar que lo predominante es la apatía política. Eso es así, en algunas partes de este enorme país-continente. Pero la vida de toda una nación no la impregna solamente la realidad que se vive en sus grandes ciudades. O como la viven y la describen algunos de sus intelectuales. El domingo se verá realmente cuántos son los nuevos ciudadanos que han pedido la palabra para decir que país es el que quieren.





30/09/06. No hay rincón de nuestra América que no se encuentre sacudido por las movilizaciones populares
EDITORIAL
La República

No hay rincón de nuestra América que no se encuentre sacudido por las movilizaciones populares. De un extremo a otro del continente, nuevas organizaciones sociales y políticas reanudan o inician nuevas y originales formas de lucha.
Ninguno de nuestros pueblos parece haber sucumbido a la tentación de la pasividad y la resignación.
Cuando todavía no se han extinguido los ecos de las formidables movilizaciones de masas a favor de Andrés Manuel López Obrador en México, la agitación conmueve a la sociedad ecuatoriana. Y como suele ser el signo de casi todos estos sacudimientos, los ecos que se expandan hacia todos los campos de la sociedad toman también el camino de la expresión electoral.

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    Y es en el campo de la democracia política, a través del pronunciamiento de las urnas, que los pueblos ensayan sus nuevas experiencias. A menudo se suceden los tropiezos y las frustraciones, no obstante, la fuerza social de la protesta renace al poco tiempo. Es el caso también del Ecuador donde una impresionante movilizaciones de los pueblos indígenas se ha transformado en protagonista fundamental de todo el acontecer social y político. El próximo 15 de octubre habrá elecciones presidenciales.
    En estos días, la revista digital Rebelión publica un análisis realizado por una analista ecuatoriana, María Díaz ha escrito desde Quito: “Uno de los 13 candidatos oficiales para las elecciones, es el miembro Ecuarunari Luis Macas, actual presidente de la Confederación Nacional de Indígenas del Ecuador (CONAIE). Es la primera vez que un indígena se postula como candidato a la Presidencia en Ecuador, un país donde la discriminación y exclusión a los nativos es extremadamente notoria. La CONAIE actúa en el escenario político nacional como máxima representante de las demandas indígenas; sus aspiraciones políticas, económicas y socioculturales. Una de las propuestas de este movimiento indígena es la recuperación y el control político del petróleo por parte del Estado. Según sostienen los representantes de esta organización, los recursos que genera el petróleo serían invertidos en educación, reactivación agrícola, combatir la pobreza y atender las políticas sociales. Por otra parte, desde hace ya unos meses, los diversos movimientos sociales e indígenas de este país, se vienen manifestando en contra de un posible tratado de libre comercio (TLC) con Estados Unidos, ya que es visto como una recolonización por parte del país norteamericano”.


    En su análisis Díaz traza un paralelo con otras luchas de los pueblos indígenas que vienen sacudiendo América Latina, como es el caso de la Bolivia de Evo Morales:
    “por su parte, la Unión de Campesinos e Indígenas del Cantón Panhua (UCICP), provincia de Cotopaxi, denunció públicamente los graves hechos que están sucediendo en sus territorios. La empresa privada PROASTRO proyecta tomar el agua de los ríos Angamarca y Sindis Piñanatu, a 14 kilómetros de distancia, para construir la represa hidroeléctrica en la comunidad Yanayaku, sin una consulta a los 29 pueblos indígenas que son beneficiarias de estas cuencas hídricas. Dadas estas circunstancias, el 2 y 3 de agosto último todas las comunidades de las dos provincias organizaron una toma pacífica del Municipio de Panhua para exigir el apoyo del alcalde Mito Rubén Carrillo Salazar y del sacerdote Hernán Moregon (...) En estos incidentes “varios dirigentes fueron detenidos y aún se está exigiendo que esta empresa abandone sus tareas y que el alcalde haga cumplir lo que prometió”
    Entre los líderes indígenas detenidos sobresale la figura de Luis Macas, el principal dirigente de la poderosa CONAIE citada más arriba. “Así, concluye Díaz, como en Bolivia Evo Morales tuvo su oportunidad y hoy tiene gran apoyo no sólo en su país, sino en gran parte de América Latina, la candidatura de Macas se muestra como otro paso hacia la integración de la sociedad y la inclusión de los pueblos nativos en la estructura política”.





02/10/06. La experiencia del PT de Brasil: enseñanzas para frenteamplistas.
Contratapa La República


Cuando el amigo lector tome contacto con esta página ya se habrá disipado la interrogante acerca de si Luiz Inacio Lula da Silva ya ha sido reelegido como presidente de Brasil o si deberá disputar una segunda vuelta con Geraldo Alcrim, ex gobernador del Estado de Sao Paulo y principal candidato de la oposición al gobierno.

Los resultados de esta primera vuelta son de una enorme importancia. Para Brasil, para América Latina y para Uruguay. El conjunto de las peripecias políticas que ha culminado el domingo, -desde los 70 cuando se fundó el PT, hasta hoy- resulta una problemática apasionante, que felizmente tiene en Uruguay quienes lo estudian y difunden.

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    De entre todas las aristas de tema tan principal quiero reflexionar desde el ángulo de la acción política, de la militancia por los cambios sociales en Uruguay. Sobre eso la experiencia del gobierno del PT tiene una gran significación para nosotros, militantes frenteamplistas.

    Frente Amplio y Partido de los Trabajadores

    Pese a las grandes diferencias existentes entre las dos sociedades, tiene sentido el análisis comparativo entre las dos grandes fuerzas políticas que gobiernan en Brasil y Uruguay.

    El FA fue fundado en 1970/71, el PT en 1979.
    Ambas formaciones se construyeron sobre la base de incorporar militantes y corrientes ideológicas diversas incluyendo militantes de origen marxista, ex guerrilleros y sectores cristianos comprometidos con la teología de la liberación. Un rol clave cumplió una nueva generación de sindicalistas surgidos a finales de la década de los setenta.

    Vale la pena hacer notar que, con anterioridad, en el sindicalismo clasista tradicional de Brasil, la fuerza hegemónica era el Partido Comunista. Esta corriente, con prestigio, una gran tradición de lucha y sacrificio y una épica de combate en todos los terrenos, incluyendo el militar, tomó distancia, en gran medida sectaria, del proceso de construcción de la alianza amplia que se materializa en el PT.

    No fue así en Uruguay. Cuando se inicia el proceso de construcción del FA, tanto el Partido Comunista Uruguayo, como otras figuras y corrientes de gran peso en el movimiento sindical clasista, como Héctor Rodríguez y otros, tuvieron un papel protagónico en la construcción de la unidad del pueblo en torno al FA.

    Semejanzas

    Ambas fuerzas políticas fundaron su estilo de trabajo en una profunda transformación de las pautas de acción políticas predominantes: alentaron el trabajo militante y valoraron la democracia interna y la participación política de las bases. Desarrollaron una estrategia de alianza con los sectores sociales representativos de las grandes mayorías, como la Central Única de Trabajadores y el Movimiento Sin Tierra en Brasil y recurrieron a las grandes masas para desarrollar sus propuestas programáticas.

    Como organizaciones multitudinarias, buscaron alcanzar a los más amplios sectores sociales, especialmente a las nuevas generaciones que accedían a la ciudadanía y se enfrentaban a las consecuencias de la crisis del modelo capitalista dependiente que en toda la región y en esos años sacudía a los pueblos de Latinoamérica.

    Ambos partidos alcanzaron el gobierno (el PT en el 2002, el FA en el 2004) después que la ofensiva neoliberal había arrasado a las clases populares, aumentado la desigualdad social y la miseria y empujando a niveles insoportables el endeudamiento y la dependencia externa.

    Ambos partidos se proponían llevar adelante programas de recuperación de la justicia social, de defensa de la soberanía nacional, de profundización de la democracia y de crecimiento de la ciudadanía.

    Los logros del gobierno Lula

    En muchos aspectos claves del programa levantado, el PT no supo, no pudo o no quiso avanzar por la senda del enfrentamiento a fondo con los grandes grupos económicos y burocráticos que
    –junto con los intereses del imperio norteamericano- constituyen el poder real en Brasil.

    Hubo sin duda una acción social reparadora en las regiones más carenciadas de Brasil. Tierras del Norte y del Nordeste que padecen un largo atraso social y económico. La baja en los precios de los artículos de primera necesidad desarrollada por el gobierno Lula llevó a que el salario real para los que reciben las retribuciones más bajas (menos de cuatro salarios mínimos) aumentara en un 70% su poder de compra.

    Aunque restringida, la acción social del gobierno en beneficio de los más pobres fue resistida con obstinación por parte de las clases privilegiadas. Unas derechas conservadoras, de fuerte tradición despótica y represiva, vieron en el Presidente Lula un enemigo de temer, una acechanza a la que había que enfrentar a cualquier precio: con la conspiración, el bloqueo legislativo y, sobre todo, con feroces campañas de manipulación mediática destinadas a aniquilar el bastante tibio reformismo social del PT.

    ¿Qué nos dice a los frenteamplistas la experiencia del PT?

    Sobre Lula y su partido caen hoy los dardos envenenados de las derechas. Las denuncias de ‘corrupción’ han resultado políticamente ruinosas y han significado la neutralización y el desprestigio de muchos dirigentes calificados del partido.
    No tengo una información exhaustiva sobre el tema pero apenas uno lee con detenimiento la prensa brasileña llega a la conclusión es bien posible que muchos de los “petistas” hoy acusados y linchados por el oligopolio mediático no se hayan llevado un solo real para sus casas.

    Sus graves errores son de otra índole, como pretender resolver el problema de la falta de apoyo parlamentario pagando mediante coimas el voto de diputados de la oposición. Algo parecido revela el proceso actual que ha golpeado duramente sobre la conducción de la campaña electoral de Lula y al propio PT en la figura de su presidente Ricardo Berzoini.

    Todo parece indicar que la línea desarrollada por el gobierno de Lula tendió a marginar a la fuerza política PT como tal del campo de la acción política. Absorto en lograr controlar las palancas del Congreso y de la administración, la cúpula de gobierno no procuró movilizar a la fuerza política para que actuara en el seno de la sociedad como un contrapeso de pueblo frente a la presión de las derechas y de la ofensiva mediática, como un actor capaz de incidir en la movilización ciudadana.

    El PT como instrumento democrático

    La derecha ha ido acumulando fuerza en el aparato judicial y en los Estados, en el conjunto de la administración central en la prensa y la TV, Aún ganando, el PT obtendrá una representación en el Congreso aún más exigua que la que dispone ahora y ese dato es un handicap negativo importante en momentos que la derecha intenta precipitar una crisis institucional contra el PT.

    No obstante esa situación, las batallas políticas hasta ahora han quedado reducidas a lo que se podía hacer desde arriba y sobre todo lo que podía hacer el presidente Lula.

    La intensificación de las tensiones a la que asistimos en estos días decisivos, que pueden terminar con la derrota del proyecto político PT, encuentra al partido desmovilizado, con cierto aislamiento de la sociedad y, en parte, descabezado.

    No tengo ninguna duda que una derrota de Lula tendría consecuencias muy negativas para el conjunto de las relaciones de fuerza en A. Latina. Todos los gobiernos más o menos progresistas se verían afectados.

    Las enseñanzas

    Una derrota de Lula significaría el advenimiento al gobierno de Brasil de las derechas neoliberales y abiertamente pro norteamericanas. El MERCOSUR recibiría un fuerte impacto negativo y se estrecharían en toda la región los campos de acción para las emergentes fuerzas del cambio social de signo popular y antiimperialista.

    Para los frenteamplistas, mirarse en ese espejo conduce a reafirmar nuestras concepciones de forja de instrumentos políticos democráticos y participativos, con una circulación frecuente de información clara y precisa y con una estrecha relación con las organizaciones sociales que se ha dado nuestro pueblo.

    Ambas fuerzas políticas, FA y PT están siendo expuestas al riesgo de ser absorbidas por la lógica del modelo tecnocrático, no-participativo- de dominación neoliberal. Los aciertos y los logros del gobierno -tanto en Uruguay como en Brasil- estarán en función de los soportes sociales, locales, barriales, sindicales, profesionales, académicos y, desde luego políticos, que forman la espesa red de relaciones que se ha conformado en nuestra sociedad.





05/10/06. 30 años del segundo vuelo
EDITORIAL
La República

El pasado miércoles 23 de agosto, en una reunión con la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Representantes, el delegado del gobierno ante la misma, Secretario de la Presidencia Dr. Gonzalo Fernández, realizó una afirmación trascendental, característica de los nuevos tiempo que en el país soplan en materia de Derechos Humanos.
De acuerdo a lo expresado por el representante del Poder Ejecutivo en la reunión con parlamentarios del 23 de agosto, “las personas que fueron trasladadas desde Argentina hacia Uruguay en el denominado “segundo vuelo” de 1976, y que todas están desaparecidas, todas fueron ejecutadas luego de haber sido trasladadas hacia el Batallón de Infantería N ° 13 del Ejército.

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    Se retomaba de este modo los términos de una investigación periodística realizada por Roger Rodríguez y sostenida en solitario por La República durante mucho tiempo.
    Con posterioridad a estas denuncias, el Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea, Teniente General Enrique Bonelli confirmó, en agosto del 2005, que efectivamente que ese traslado había sido realizado.
    De acuerdo a la misma fuente, en las actas de la mencionada Comisión Parlamentaria, “entre 21 y 22 personas fueron trasladadas de Argentina a Uruguay(...) Inicialmente fueron derivadas a Infantería 13 (conocido como “el infierno” o 300 Carlos) y luego fueron ejecutadas. Según se expresó el gobierno se halla tratando de determinar la identidad de esas personas.
    Con posterioridad se anunció que el Comandante en Jefe del Ejército, Teniente General Carlos Díaz, estaba abocado a la realización de informe acerca del destino de los detenidos desaparecidos que la Fuerza Aérea había puesto en manos del Ejército el 5 octubre de 1976.
    La información aportada es sin duda relevante. En nuestro país –hasta ahora- se habían reconocido oficialmente alrededor de 26 ciudadanos desaparecidos. Con el número de presos trasladados en el segundo vuelo esa cifra prácticamente se duplica.
    Han pasado 30 años de esos luctuosos episodios. Los familiares y compañeros de las víctimas nada han sabido, hasta ahora, de qué fue lo que ocurrió en nuestro país con los hombres y mujeres secuestrados en Argentina en aquel período sombrío de la historia del país.
    El silencio hermético que reinó durante decenios se ha quebrado y la ciudadanía empieza a tomar contacto con relatos y verdades celosamente guardadas o deformadas, durante tanto tiempo.
    Los brazos ejecutores principales de aquellas violaciones a los derechos humanos se encuentran actualmente procesados por la justicia ordinaria a partir de una sentencia histórica realizada por el Juez Luis Charles a partir de la solicitud de la prestigiosa fiscal Dra. Mirtha Guianze.
    Sobre aquellos temas de la represión durante la dictadura, que parecían tabú entre lo tabú, ahora se tienen versiones detalladas y, por primera vez, el reconocimiento de los oficiales acusados.
    En el marco de los nuevos tiempos, no todo es idílico ni el camino de la justicia resulta empedrado de pétalos. Existen presiones, negativas, maniobras periodísticas y movimientos de quienes no han entendido que los tiempos de la impunidad se han terminado.
    La acción de los magistrados sobre este y sobre otros episodios se ha echado a andar. Nuevas comparecencias y testimonios irán dando mayor consistencia a las actuaciones fiscales. La verdad se abre paso, de la mano de la acción de la justicia.
    Solo a partir de transitar ese camino, el país se reencontrará con la vigencia plena de sus instituciones. La convivencia civilizada recobrará su lugar en la fisonomía del país y asegurará la credibilidad de las instituciones dañadas por la dictadura y por los gobiernos democráticos que se revelaron como incapaces de llevar adelante las determinaciones que establece la Constitución de la República, las leyes y los tratados internacionales firmados por el país y que lo obligan con la misma fuerza que su propia legislación interior.





06/10/06. Los medios y los debates sobre la impunidad
EDITORIAL
La República


En la noche del jueves tuvo lugar un ‘debate’, de algún modo hay que llamarlo, entre el ex ministro luego candidato colorado Pedro Bordaberry y el Senador de la República, Rafael Michelini.
Más que un debate conceptual o de posiciones políticas, la comparecencia fue organizada sobre la base de una maniobra, de hecho una suerte de emboscada, basada en actitudes de muy dudosa buena fe por parte del dirigente político colorado.

El operador político del coloradismo más ligado a las tradiciones autoritarias de ese partido desplegó una actuación de solidaridad con la dictadura instaurada en junio de 1973, a nombre de la devoción filial. Enternecedor punto de partida para defender las actuaciones de un dictador. Patente también para transitar por los escabrosos senderos de la grabación solapada de conversaciones que se presentan ante el desprevenido interlocutor como privadas.

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    Los organizadores del ‘debate’, en realidad fue una áspera confrontación entre figuras políticas de muy desigual valía, tienen sobre sí la responsabilidad de un estilo superficial, novelero e irresponsable. La nota dominante es el efectismo, cosa que normalmente se aplica para simplificar acerca de otras materias y es deplorable.

    Aplicado ahora a la cuestión de los asesinatos políticos cometidos durante el período del Terrorismo de Estado, del que Juan María Bordaberry fue promotor y protagonista encumbrado, el estilo de la tilinguería efectista de un programa de ese estilo resulta especialmente chocante.

    Patética chafalonía: “dos hijos enfrentados a partir de la defensa de sus padres”. Una pretendida simetría, empapada en demagogia, que pretende poner en un mismo nivel a un político que violó la Constitución y contribuyó a montar en el país todo el andamiaje de las instituciones represivas que sofocaron a nuestro pueblo durante trece años, con un líder popular de trayectoria resueltamente democrática.

    El enfrentamiento del pasado miércoles entre Bordaberry y Michelini fue apenas una muestra de que, en nuestro país hay algunos sectores sociales y políticos que empiezan a desesperar ante la consolidación de una nueva etapa política y de gobierno y ante el nacimiento de una nueva perspectivas de cambios populares en las anquilosadas estructuras del país conservador.

    El quebrantamiento de reglas de juego elementales en las relaciones políticas y del debate público es un recurso que está siempre al alcance de los grupos familiares y económicos que detentan el oligopolio de los medios de comunicación.

    Ya hemos visto, más de una vez, como se “arman” estas puestas en escena destinadas a exculpar a los verdugos y a culpabilizar a las víctimas, sin excluir, para los organizadores del espectáculo, las ‘bien educadas” posiciones intermedias, los auto designados árbitros que en nombre de la moral y las buenas costumbres se presentan como encarnando el espíritu mismo de la ponderación y la justicia y desde ella reparten ‘equitativamente’ los premios, los castigos o los empates.

    Esas formas de simplificación y manipulación de los debates políticos no hacen sino obstaculizar el conocimiento a fondo de los hechos y por esa vía acumular la energía negativa que nace de la incomprensión para abordar los asuntos públicos.

    ¿Adónde se puede llegar en materia de comprensión de la historia reciente del país si se trabaja con la simetría grotesca de presentar las posiciones de Bordaberry con las del Senador Rafael Michelini?

    ¿Cuánto hay que omitir? ¿De qué manera truculenta hay que mutilar la actuación de un dictador de ultraderecha para pretender recortarla con la del tribuno democrático y libertario que fue Zelmar Michelini?
    Felizmente en el país se han instalado los mecanismos institucionales previstos por la Constitución, la justicia ha empezado a actuar y allí sin simplificaciones ni demagogias, con grabaciones solapadas ni insultos prepotentes, la verdad irá emergiendo de las tinieblas de tantos años de dictadura.

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