lunes, 27 de diciembre de 2004

AÑO 2004


1) 27/12/04. Una nueva visión del mundo. Obras en preparación. Contratapa. La República


Una nueva visión del mundo
Obras en preparaciónPor Hugo Cores, Secretario Gral. del P.V.P.
Días pasados, un articulista que escribe en esta contratapa tituló su artículo "los largos plazos también existen". ¡Albricias, pensé, no soy el único que piensa así!
Sobre esta grava, se ha vertido
el asfalto negro y viscoso
de los pesimismos.
Ahora... ahora, con esta
mezcla extraña,
se han abierto calzadas
y caminos
por donde el cascabel de
la esperanza
acelera su ritmo.

León Felipe (1920)
No me voy ha referir en estas pocas líneas a lo sabido, la existencia de plazos constitucionales y demás.
Compartir el aforismo que los largos plazos también existen implica preguntarse quién es el sujeto que se mueve en esa dimensión, quién el protagonista que piensa, no una, sino varias jugadas, para ganar no una sino varias partidas.
Si de largos plazos se trata ¿cómo establecemos qué tareas acometer primero? La primera prioridad es la atención a la emergencia social, entendida en sentido amplio. Pero ésta ya nos plantea una primera opción.
Desde ahora debemos crear las condiciones para que el próximo plan de emergencia se constituya en un poderoso estímulo a formas de organización popular que hagan de ese esfuerzo algo sustancialmente distinto a lo que han sido los planes focalizados y asistencialistas, dirigidos a una población desorganizada y pasiva a quienes los gobiernos neoliberales alcanzan su bandeja (cuando no la roban por el camino) para perpetuarlos en esa situación de espera, sin cabal conciencia de sus derechos, en la pasividad y en la desmovilización.
El partido Frente Amplio
El plan del nuevo gobierno debería tener como objetivos organizar gente para la demanda, para intervenir y aportar iniciativas y no para aliviar o disimular la exclusión y la pérdida de la ciudadanía.
¿Quiénes son los promotores de esta participación, de este crecimiento de la ciudadanía como un nuevo compromiso con el cambio?
Por supuesto, en primer lugar los funcionarios y las autoridades del nuevo gobierno, sin los callos cerebrales generados en decenios de descontrol y despilfarro, nuevos jerarcas portadores de otra ética y otro estilo: la concepción de la labor de gobierno como militancia, como espíritu de sacrificio, como entrega. Funcionarios que den ejemplo de despojamiento y respeto por la ley.
Lamentablemente la desarticulación de la sociedad uruguaya ha llegado tan lejos que toda acción emprendida exclusivamente desde el aparato estatal puede quedar flotando en el éter de las buenas intenciones si no hay protagonismo societario, sin gente abajo organizada, sin demandas ni pedidos de cuentas.
Una vez más vale la pena preguntarse: ¿quién animará el desarrollo de esa conciencia ciudadana? ¿Quién sembrará las pautas políticas de una nueva ciudadanía protagonista en la emergencia social?
Los sujetos serán muchos. Un nuevo sistema de comunicación concebido en términos pluralistas y al servicio de la sociedad será importante. Un aspecto clave será la organización política. En ese terreno soy "partidista". Comparto una concepción de la acción política donde los partidos tienen un papel fundamental que cumplir. Sin partidos no hay democracia, no hay democratización del Estado y puede naufragar el mejor plan de emergencia y las mejores y más honradas intenciones.
El "partido", en este caso, es el Frente Amplio. La gente eligió que así fuera. No ahora sino desde hace más de treinta años. El FA tiene que funcionar con autonomía del gobierno, como respaldo y como estímulo, como señalador crítico cuando es necesario, como creador de corrientes de opinión. Como educador político. Como memoria y reproducción de su propia saga, de su pasado de lucha y de sacrificio. La primera fuente de cultura es la lucha popular y la memoria crítica de nuestra propia experiencia de lucha.
Los trabajadores de la cultura
Por lo demás, hay una parte de la propia "cultura de izquierda" que no transcurre por los canales partidarios. Va por los libros, por la música popular, por los grandes poetas y dramaturgos.
Esa cultura popular de resistencia, ese fermento revolucionario que ha existido y existe abajo no nació con el Frente Amplio.
A principio del siglo XIX, los sindicatos anarquistas, en sus locales con fondo de glicinas, tenían conjuntos de teatro. Se exhibían las obras de las vanguardias europeas. Se sentía el orgullo de interpretar obras de Florencio Sánchez, que fue como voluntario blanco a las guerras civiles y se hizo anarquista por el resto de su fecunda vida, escribiendo sin cesar sobre las penurias del pueblo y sublevando a la gente contra la injusticia. También se exhibían las obras de Ernesto Herrera. Como Sánchez, EH fue voluntario a la guerra civil, pero se enroló con los colorados. Y como aquel, ante el horror de las masacres, se hizo anarquista y escribió obras de condena al caudillismo y al militarismo.
Obreros y lectores
Cuando recién empecé a militar conocí a León Duarte. Ya de joven había leído a Emilio Zola y a Gorki. Sabía que la lucha de movimiento obrero ni había empezado cuando él llegó ni terminaba en las puertas de la planta en la que él trabajaba. Que antes que él naciera y su sindicato, cien o doscientos años antes, había habido huelgas de millones de obreros, muchos mineros, metalúrgicos y ferroviarios muertos y muchas victorias traicionadas.
Que había habido, para gloria del movimiento obrero, una Comuna de París y una revolución cantonalista en España. Un alzamiento popular antifascista en 1936 que sacudió el planeta y que internacionalistas de todas partes fueron allá, a Madrid o al Ebro a morir por esa revolución. Leyendo sobre la historia de su clase, habían aprendido la gran lección de la dignidad humana.
Sabían que en todas partes había gente como él, como, Duarte, que no estaba dispuesta a aflojar o a conformarse con migajas. Por eso Duarte, o Gatti, o Héctor Rodríguez, o Gerardo Cuesta, enseñaban casi con su sola presencia. Solo bastaba verlos cómo se plantaban ante un patrón o ante un gobernante o un comisario prepotente. Percibir su dignidad y su orgullo por estar allí, representando a los trabajadores, actitud en la que estaban condensadas las enseñanzas del movimiento obrero y las luchas de los hombres humildes de todas partes.
Reconstruir una cultura a la vez vieja y nueva
La dictadura trató de destruir esa cultura. Y apartar a los obreros de su memoria y de sus libros, de sus artistas populares, de sus cantautores, de sus poetas, de sus maestros y sus profesores. Por eso la saña contra Universidad y contra Secundaria, contra Marcha y contra la prensa popular y opositora. Contra el canto popular y contra las murgas.
Para llevar a cabo el plan de emergencia y el conjunto del programa del FA precisamos reconstruir esa cultura.
¿Cómo reanudamos el hilo de esa otra visión del mundo que no es la de los dominadores, que no está achacada de consumismo y resignación y tampoco de anquilosamiento?
No estamos empezando de cero
Precisamos una acción de "emergencia cultural" complementaria de la otra, con muchos campos de realización, con diversidad de escuelas y estilos. Con espíritu de renovación, de cambio, con trabajadores de la cultura dispuestos a "servir al pueblo".
Sembradores de rebeldía, dinamiteros de las rutinas y las perezas mentales. Combatientes contra la chabacanería y el "vulgarismo" que, como enseñaba Gramsci y lo demuestra la televisión argentina, es siempre reaccionario.
No estamos empezando de cero, claro. En ningún campo. Sin ir más lejos, ahí están, siempre maestros, siempre enhiestos y solidarios, Ruben Olivera y Daniel Viglietti. Con el talento y con la pasión, manteniendo la llama encendida de la rebeldía y de la memoria. También se crea y se militan en otros campos, como el teatro, el carnaval, la literatura, la producción histórica, el periodismo de investigación y el video.
Nada de los frutos de esta cultura es ajeno a la realización de un plan de emergencia y de un programa de gobierno, creo.
Tomado de La República, 27/12/2004.



2) 20.12.04 Legitimar la existencia de más de una opinión. Se necesita locomotora. Contratapa La República.


Legitimar la existencia de más de una opinión
Locomotora se necesita
Por HUGO CORES, Secretario General del P.V.P.
Tal como se perfila desde el punto de vista, digamos, del tiempo psicológico, esta transición amenaza con ser la más larga de la historia.
Ellos con todo el poder y todo el secreto. Nosotros, mientras tanto, disfrutamos de la entera libertad de hacernos daño. De ventilar ante ellos, para su solaz, nuestras tensiones internas.
La alegría popular subsiste: viene de muy lejos y arranca desde muy hondo. Pero no hay que abusar. Y desde el Estado se perciben "indicios pánicos", como diría Cristina Peri.
¿Cómo salir de la situación de fragilidad de la seguridad pública?
¿Qué hacer con el caos hospitalario? ¿Cómo jerarquizar devolverle un norte de consenso a la educación pública?
La fiesta del Chivo
Para enterarse de "la verdad", los ciudadanos tiene el auxilio invalorable de la prensa, generosa con su tiempo hacia los que se van, esos a los que pueblo uruguayo laureó con la condición de minoría.
Para los de esa minoría sigue siendo el reino de las pantallas, la simpatía de los pantalleros y el control de las tijeras.
Cierto, se podrá objetar, ya se acerca el fin de este reinado de la arbitrariedad en materia de comunicación. De acuerdo. Pero no se trata de algo sencillo. Ya los oiremos chillar como marranos cuando alguna norma les imponga límites a sus prácticas codiciosas y logreras, sus programaciones incultas, desprovistas identidad nacional y su desparpajo antidemocrático en materia de preferencias políticas.
Ahora bien, si se llamara a licitación para determinar quienes estarán a cargo de los medios, ¿un gobierno popular y progresista optaría por criterios exclusivamente mercantiles? Preguntado de otro modo, ¿quedarían dueños de los canales quienes dispongan de más dinero para retribuir las concesiones?
Sería peor la enmienda que el soneto. ¿La recaudación para el fisco es lo fundamental o en una democracia hay otros valores en juego?
Dejando de lado, por ahora, el hecho que también a esta zona de "empresarios favorecidos" tendrá que llegar el rayo iluminador de las auditorías administrativas, revisando el cumplimiento de las leyes laborales, las obligaciones impositivas, las deudas con el Estado, el hecho es que ahora, los medios de la derecha son los dueños de la cancha y se están haciendo la fiesta con nuestras disensiones, a veces inevitablemente expuestas en público y otras, las más, en forma equivocada.
Encauzar el debate
La pulseada por posiciones de poder constituye un factor de desgaste que, paradójicamente, actúa sobre un gobierno que todavía no asumió.
En cambio no creo que, dentro de la izquierda, se trate de tapar la existencia de diferencias de opinión o de énfasis. Creo que hay que reconocer como legítimo el hecho que en el seno de las fuerzas políticas triunfadoras exista más de una concepción. Nadie es inmune a la "fuerza de los hechos" y no se debe descartar la presión que ejercen los organismos internacionales.
Legitimar la existencia de más de una opinión y de la conveniencia de realizar un intercambio ordenado de puntos de vista, puede ayudar a disipar malentendidos y a ordenar esa contraposición de opiniones.
Discutir entre nosotros no es malo de por sí, prefiero una discusión clara, a una tramitación mediática que lo único que logra es confundir a nuestros propios compañeros.
Para llevar exitosamente la labor de gobierno, el FA deberá esforzarse por "formar" compañeros aptos para determinadas funciones públicas. Es claro que en esa materia no existe el vacío.
O las cabezas están alimentadas y regadas con ideas progresistas, conformadas a contracorriente de la moda neoliberal, o de lo contrario se llenan, lo vemos a cada paso, con las virutas del ideario libremercadista hoy hegemónico. Y esto ocurre no solo con los militantes de base.
La contraposición de opiniones es en ese sentido, formativa. Enseña, prepara para los desafíos mayores que tenemos. Jerarquiza el papel de la razón y atenúa el peso, no siempre benigno, de las opiniones personales de los dirigentes de la primera fila. Que, aunque no siempre lo parece, también se pueden equivocar. Y se pueden equivocar con un habla tan vistosa y contundente que hace difícil de percibir, a primera vista, donde se esconde el error.
Triunfa quien lucha
Encauzar el debate supone recomponer en la izquierda un clima de intensa vida política con participación activa de miles de compañeros.
Nadie tiene derecho a sentarse a esperar qué es lo que van a hacer nuestros compañeros desde la administración.
La aplicación del Plan de Emergencia, para empezar. La defensa del gobierno popular y progresista por otro, supone un esfuerzo de "centralización" de los temas y de descentralización de la información y de las posibilidades de intervenir en las decisiones.
El nuevo elenco asumirá con una gran fuerza política. Pero el Estado en una gran ciénaga en la que nos podemos empantanar.
El Estado no es un instrumento neutro. Pensarlo así es un viejo error economicista. El Estado tiene una ideología, un personal, una armazón legal y orgánica que lo hace poco apto para el cambio. Está para conservar: secretos, rutinas, privilegios, signos de distinción burocrática. Hundirse en ese lodo es perder el impulso y la confianza que la ciudadanía ha depositado en nosotros.
Para atravesar los fosos
Contra el viejo Estado estamos en lucha. Pero esta contienda es tan exorbitante que no se puede encarar como esfuerzo individual de tal o cual jerarca: debe ser una lucha de toda la sociedad, participando, criticando, controlando.
Y la sociedad no se moviliza sola. Es imprescindible la acción de denuncia, organización y propuesta que está en condiciones de hacer la fuerza política, nuestro Frente Amplio.
De ahí la necesidad de fortalecerlo como instrumento de acción. Ha sido (en la defensa de la empresas públicas) y puede volver a ser, una gran locomotora, ahora para apoyar al gobierno de Tabaré. Por fuera del Estado y de la administración. Afirmándose como expresión societaria y no burocrática. Inserto en los barrios y los gremios, en las localidades y en los centros de estudio.
Con militantes y dirigentes elegidos entre ciudadanos comunes -dentistas, cocineras, albañiles, metalúrgicos, maestras, quiosqueros, enfermeras- que no están ni pretendan estar en la "carrera de los honores" del personal político, ciudadanos que vivan de su trabajo y no dependan de la jerarquía de gobierno para comer.
Preservar y fortalecer esas herramientas es esencial para un buen gobierno y para mejorar las condiciones de la democracia en el Uruguay.
Es tender a llenar la turbia fosa que los políticos profesionales del neoliberalismo abrieron entre las instituciones y el pueblo, esos albañales llenos de escollos e incertidumbres, esas aguas podridas la alcahuetería, la corrupción y el clientelismo.
Hay demasiado desconfianza popular en ese Estado y en esas prácticas. Con esas instituciones no se relanza la vida económica por más inversión que venga. Ni se repara la dramática deuda social que se tiene con el pueblo del abismo, los desocupados, los excluidos, los marginados.
Precisamos una locomotora para atravesar tantos escollos. En democracia esa locomotora progresista se llama "vida de partido", fortaleza, discusión, participación y unidad y una articulación fecunda de fuerzas con todas las organizaciones que la sociedad uruguaya se ha dado, al servicio de un nuevo Estado y un nuevo gobierno.
Tomado de La República.



3) 18/12/04 Nuevas y sagaces miradas sobre el pasado reciente.


Nuevas y sagaces miradas sobre el pasado reciente
Escribe: HUGO CORES
En el curso del 2004 se ha acentuado una tendencia, percibible ya a lo largo de 2003, en el proceso de investigación y elaboración de la historia reciente del país.
Un conjunto de esfuerzos aparece confluyendo en el propósito común de hacer inteligible el proceso que condujo a la dictadura y los estadios que prolongan algunos de sus rasgos ya en vigencia de las pautas institucionales de la democracia.
Un rasgo a destacar es la coincidencia de elaboraciones que proceden ­como pensamiento y como edición- desde distintos ámbitos de la sociedad uruguaya. A diferencia de otros períodos históricos, en esta promoción colectiva prevalecen las posiciones de las tendencias no vinculadas al movimiento comunista. Más prevalecen otros componentes del movimiento como los autónomos, los sindicalistas "puros", los sectores más batalladores y combativos en el área gremial.
El aporte académico, con el esfuerzo, entre otros, de Alvaro Rico y Carlos Demassi, es fundamental y hay allí un giro y un enriquecimiento de las aproximaciones científicas que vale la pena destacar y que examinaremos más detalladamente en otra nota, especialmente la estimulante reflexión que remite a la "actualidad de la dictadura", cuestión insoslayable para cualquier reflexión crítica acerca del presente y del futuro inmediato del país.
Con relación a la evolución del movimiento obrero, los aportes son también de especial interés. Por ejemplo, el que dirige Rodolfo Porrini, con la participación de otros ocho investigadores, desde la Comisión Sectorial de Investigación Científica de la Facultad de Humanidad y Ciencias de la Educación, "Historia y memoria del mundo del trabajo".
El libro, con muy buenos aportes y excelentes ilustraciones, muestra una variedad de abordajes sumamente interesante para entender el proceso de crecimiento y consolidación del sindicalismo en el Uruguay. Y el efecto que produjo en el conjunto del proceso social y político uruguayo.
Otros aportes, como el excelente "El pueblo desarmado" de Nicolás Ariel Herrera, aparece vinculado a la labor del Claeh y ordena y jerarquiza el extraordinario aporte realizado por el Semanario Marcha, dirigido por Carlos Quijano, entre los años 1970 y 1973.
El valor del contenido del volumen, de unas 250 páginas, resulta especialmente interesante. Por la agudeza de los textos seleccionados, por su inclusión en una visión de conjunto coherente y por la pluralidad de temas que aquellos textos y esa problemática dejan abiertos a la investigación y histórica y, mejor aún, a las inquietudes ciudadanas del período que vivimos, la obra resulta imprescindible. Otro esfuerzo formidable ha sido desarrollado por José López Mercao en la redacción de una historia del gremio de la bebida.
Esta obra, promovida desde la propia organización sindical, desde donde, en estos días, se realizará la presentación pública, tiene una composición especialmente valiosa. Para empezar, el autor, un hombre con preocupaciones políticas amplias y una trayectoria como militante y periodista reconocida, indaga sobre el gremio desde una amplitud de miras y una cultura teórica de enjundia. No hay, en el trabajo que abarca varios decenios, el achicamiento de la mirada hacia un universo corporativo, profesional o localista. La peripecia de los cerveceros forma parte de un fresco más grande que son las luchas del entero país obrero, con sus logros, sus reveses, sus aportes a formas de acumulación en conciencia y en organización que lo trascienden y proyectan la historia de la organización obrera en los avatares de todo un pueblo.
El otro factor notable de la obra ahora editada es la riqueza metodológica con que el autor investiga en el pasado. La documentación sindical y periodística, las proclamas y los balances.
A esta indagación de archivos, López Mercao agrega un "darle la palabra" a dirigentes y militantes sindicales de pasadas generaciones que incorporan al volumen lo que ningún papel puede contener con esa claridad y esa elocuencia. En este escrupuloso ejercicio de la "historia oral" no se perciben recortes o acomodamientos en los testimonios de los protagonistas entrevistados. Al contrario, la autenticidad y la fuerza de verdad de los aportes es palpable; el decir se transcribe como ha ido saliendo y en esas evocaciones aparece uno de los puntos más logrados del trabajo: la transmisión de vivencias, de sentimientos, de emociones colectivas.
Resulta sumamente ilustrativo leer esos testimonios que hablan de la bronca que sentían los trabajadores ante tal o cual atropello patronal al que no había condiciones de enfrentar y derrotar. El reconocimiento de la "vergüenza" que significaba para un gran número de trabajadores el no poder participar solidariamente en determinadas luchas de otros sectores del gremio.
Y luego, el orgullo obrero de la organización desde abajo, la plenitud humana y colectiva que se expresa en la reunión, la asamblea, la lucha compartida, los riesgos enfrentados, las victorias obtenidas.
Los veteranos sindicalistas que brindan sus testimonios dejan más que una crónica de hechos. Recuperan palabras y momentos, modalidades de la acción y del sentir obrero que hoy parecieran querer borrarse del mapa o descalificarse y que son parte insoslayable de la historia de este pueblo.
Para el momento que vivimos los uruguayos hoy, en vísperas de un nuevo papel protagónico para los trabajadores en la lucha y en la construcción de la vida social, las obras que hemos enumerado son especialmente bienvenidas.
La República, 18/12/2004.



4) 13/12/04
Una de cal y otra de canto. Contratapa La República.


Una de cal y otra de canto.
Escribe: Hugo Cores, Secretario General de P.V.P.
1 Presiones ilustradas
Si tuviera que ilustrar estas anotaciones lo haría con una foto en el interior de la Casa de Gobierno en la noche del 13 de junio de 1968.
En las primeras horas de la tarde Pacheco había implantado aquella especie uruguaya del "estado de sitio" que eran las Medidas Prontas de Seguridad". Pronto los cuarteles y las cárceles se llenarían de sindicalistas o simples huelguistas presos a disposición de la autoridad arbitraria del Poder Ejecutivo.
Esa noche, delegaciones de entidades patronales, encabezadas por la Asociación Rural, formarían cola para saludar a Pacheco "que se había decidido a poner fin a la dictadura de los sindicatos".
Otra foto reflejaría el momento en que, con el Parlamento clausurado por los militares, más o menos las mismas entidades representativas del gran capital concurrieron a presentar sus saludos y su respaldo al golpe de Estado del 27 de junio de 1973.
La tercera está a mano: sería el facsímil de la "uno" de cualquier periódico del 1º de noviembre, dando cuenta de que, esta vez, en el inolvidable 31 de octubre no había triunfado un candidato que contara con el apoyo de "los galerudos". El o los candidatos del gran capital habían sido derrotados. Había ganado el candidato contra el cual se unieron todas las formas del privilegio uruguayo.
Enlazar y domar
Pero, como decían los padres del socialismo, hay mil hilos que constantemente procuran unir al poder económico con el poder político. Que se proponen atar, con lazos invisibles e indestructibles, al poder político, nacido de una opción democrática, con el poder económico de las clases conservadoras.
Cordeles para enlazar, los más toscos, amonedados o abilletados. Y otros, en número casi infinito, con formas más sutiles e intermediadas. Cualquier director o ex director de Aduanas, de la DGI o del BROU, si se lo propusiese, podría escribir un voluminoso diccionario que ordenara alfabéticamente todas las formas con que se suele presentar el sencillo acto de comprar a uno o a varios políticos o altos funcionarios.
La baba antidemocrática
De estos empresarios aprovechados se podría decir lo que alguna vez se sentenció para la burguesía alemana: no han olvidado nada ni han aprendido nada.
Lo que esta vez no han aprendido es que hay un tiempo que se terminó. Ya no están en condiciones de dictarle al nuevo gobierno qué política tendrá que desarrollar. Ni pueden pretender "vetar" el nombramiento de un funcionario para el Instituto Nacional de Carnes por el hecho de que no lo pueden manejar desde el poder económico, porque no está en la trenza que une a algunos ganaderos, con los bancos y con los frigoríficos.
Las fracciones coimeras, como la araña, no pueden con su condición: segregan constantemente una baba que se hace hilo y que quiere engancharse al poder y enroscarlo. Sólo que los que resultaron vencedores el 31 de octubre son duros de enlazar. Esta vez, nones. Deben hacer un esfuerzo por incorporar esa idea. Mandarán los que eligió el pueblo y no los más ricos, poderosos ni los más hiladores de baba.
2 La horma de su zapato
Pienso que no sólo los frenteamplistas sino cualquier uruguayo de convicciones democráticas y buen sentido deben haber disfrutado especialmente uno de los nombramientos dados a conocer la semana pasada. Uno entre tantos, también destacables.
Me refiero al de la doctora Azucena Berrutti para el Ministerio de Defensa Nacional. Sindicalista y abogada de presos, militante socialista de toda la vida, es, a la vez, de una femineidad sonriente y afectuosa y la imagen misma de la mujer comprometida con la lucha, o, mejor, las luchas de su generación.
Los que hemos trabajado junto a ella sabemos de su firmeza, de la claridad de su pensamiento y de la solidez de su formación jurídica. No parece ser de las personas a la que se doblega con actos de prepotencia o con gestos de arrogancia. ¡Eso, después de tantos años y tan diversas muestras de viriles genuflexiones ante las botas!
Apenas conocido su nombramiento, un periodista de Búsqueda, probablemente mal orientado por su jefe, la abordó con la intención de poner a la flamante ministra en un aprieto. El periodista recibió una lección que, si es capaz de meditar serenamente, le dejará una inmejorable lección.
Pregunta Búsqueda: "¿Cree que el tema de las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura está laudado o restan cosas por hacer?
Responde Azucena Berrutti: "¿Pero en qué país vive usted? Naturalmente que quedan cosas por hacer. ¿A usted le parece que esas investigaciones están cerradas? Búsqueda: "Yo no opino; yo sólo pregunto, porque Ud. sabe que muchos opinan que esos temas están cerrados.
Berrutti: "Bueno. Yo opino que esos temas no están cerrados.
Preguntada sobre las misiones de paz en las que participan las Fuerzas Armadas uruguayas, la futura ministra sostuvo que la atención de ese tema no la consideraba prioritaria. "Que iba a empezar por definir qué es la defensa nacional".
¿En qué país vive usted?
La respuesta de Berrutti, que expresa exactamente el pensamiento del Frente Amplio en la materia, es también una lección acerca de la seriedad con que deben ser tratados estos temas. Seriedad que el FA siempre ha tenido y que se plasma en el pensamiento y la acción que en la materia ha desarrollado la Comisión Especial de Defensa, presidida por el general Víctor Licandro y plasmada en sendas resoluciones de los congresos de la izquierda a lo largo de los años.
El diálogo, tal como lo publica el semanario, resulta ilustrativo. No es verdad que el periodista, tal como él declara, "no opina".
Opina a través de la pregunta, una de las formas más hábiles de hacerlo. Al suponer que el tema de las violaciones a los derechos humanos pueda considerarse que está laudado, el notero desconoce lo que en otras páginas o en ediciones anteriores ha publicado Búsqueda, como ser la citación al dos veces presidente Julio María Sanguinetti para que informe acerca de las razones que lo llevaron a archivar la investigación sobre los asesinatos en Argentina de Michelini y Gutiérrez Ruiz. O la singular situación en que vive libremente Juan Carlos Blanco, mientras la Justicia termina por definir cuál es la carátula con la cual lo procesa, si la de coautoría de desaparición forzada o la de homicidio. ¡Casi nada lo del laudo!
He mencionado sólo dos casos. Sabemos que hay cientos: los detenidos desaparecidos y los familiares que reclaman verdad y justicia.
¿Alguien tiene derecho a ignorar que esos crímenes están pendientes de esclarecimiento y reparación, que a ellos no llegó el estado de derecho, ni la verdad ni la justicia y que para una parte muy extendida del pueblo uruguayo el fin de la impunidad es condición fundamental para la vigencia de la democracia?
Tomado de La República, 13/12/2004.



5) 06/12/04 No hay maniobra que nos haga abandonar el lugar que nos encomendó el soberano. Contra las maquinaciones, discusión y transparencia. Contratapa La República.


No hay maniobra que nos haga abandonar el lugar que nos encomendó el soberano.
Contra las maquinaciones, discusión y transparencia.
Escribe: Hugo Cores
La experiencia de nuestro país me dice que la democracia uruguaya, nuestra democracia capitalista, se sustenta y está en condiciones de ser profundizada a partir de las luchas políticas, sociales y culturales que protagonice el pueblo a través de sus organizaciones: gremios, cooperativas, asociaciones barriales, bibliotecas populares, comités de base, organizaciones de defensa del medio ambiente, y de lucha contra todas las formas de discriminación y todo lo demás.
Un papel central en cualquier programa de democratización pasa por terminar con el control despótico que sobre los medios de comunicación ejercen algunos grupos familiares. Los que elaboran las pautas "informativas", los que manejan las tijeras, los que actúan ante la opinión pública como verdaderos "electores", promoviendo o ignorando determinados hechos políticos o culturales, esos, tienen más poder que un diputado o un senador elegido por el pueblo.
Y, no obstante, como ocurre con muchos que detentan gran poder en esta democracia capitalista, estos usufructuarios de la comunicación no son fruto de "elecciones libres" y, a veces, ni siquiera se conoce con precisión su nombre. Su autoridad, ejercida como un mayorazgo, se funda no en el sustantivo democracia sino en el adjetivo capitalista.
Esta reflexión tiene que ver con algunos errores y el manejo mediático de un suceso ocurrido en estos últimos días. Me refiero a la muerte de Maykol Cardozo y a la decisión de la mayoría de la bancada del FA de no concurrir a Sala en un intento de interpelación que remitía a las autoridades del Hospital de Clínicas.
No me considero un "parlamentarista" y tengo muy poca simpatía hacia cualquier fanatismo parlamentario. Durante un período, algunos marxistas europeos, deslumbrados por algunas leyes avanzadas que habían obtenido en sus países, redujeron la acción del movimiento obrero a la obtención de bancas parlamentarias.
Lo único que servía era votar: nada de movilizaciones, nada de asambleas obreras, nada de huelgas, nada que tendiera a construir una cultura alternativa, socialista. El esfuerzo se destinaba exclusivamente a tener más votos, más bancas.
Este razonamiento -al que Rosa Luxemburgo denominó cretinismo parlamentario- se presentó como una vía confortable, gradualista y aeróbica, de procesar la transición al socialismo. Los hechos demostraron que el cambiarle de adjetivo a la democracia exigía algo más que votos y mayorías parlamentarias.
Ahora bien, no se trata de tirar el niño con el agua: volvamos aquí y ahora. En Uruguay, desde hace casi cuarenta años, las clases dominantes han apostado a restringir las facultades del Poder Legislativo en beneficio del Poder Ejecutivo.
Gobierno por decreto, centralización política y administrativa, iniciativa en puntos clave para la elaboración de los presupuestos y las rendiciones de cuentas, crecimiento exponencial en los gastos (y del número de funcionarios) de las oficinas que dependen directamente del Presidente de la República.
Esto ocurrió con los gobiernos civiles de Pacheco y Bordaberry, durante la dictadura (cuando funcionó un seudo Parlamento nombrado por los militares) y durante los gobiernos que se sucedieron después de la dictadura.
A este Parlamento con su composición actual, el gobierno de Batlle le sustrajo información esencial: desde documentos del Banco Central y la Corporación para el Desarrollo hasta los miles de "pedidos de informes" que los ministros no se dignaron contestar, pasando por compromisos contraídos clandestinamente por Batlle y Bensión con bancos extranjeros durante la crisis financiera del año 2002.
Tradicionalmente la izquierda ha defendido, a justo título, los fueros y las potestades de la institución parlamentaria, aun con las chuequeras que a ésta le imponen las condiciones en que se desarrolla nuestra democracia.
En primer lugar, la idea de que el Parlamento es la expresión representativa de la soberanía popular no es un hecho de la naturaleza. Ni cayó del cielo. Es, como todos los avances políticos y sociales, fruto de una larga lucha. Una lucha contra los que defendían otras concepciones de la soberanía.
El artiguismo, ese que todos invocamos un día sí y otro también, es ante todo una expresión de esa lucha histórica de los pueblos porque se les reconozca el derecho a gobernarse por sí mismos y no por linajes dotados del poder por la gracia de Dios.
En nuestra experiencia como nación y dentro de ella como izquierda, el Parlamento ha sido jerarquizado y a menudo se ha convertido en escenario de luchas importantes. Esa representación de la soberanía popular no es ni un premio ni una condecoración. Es un carbón encendido. Se está allí, en el Poder Legislativo por mandato popular. En representación del pueblo. ¿Puede haber una responsabilidad mayor? Así lo entendieron, adecuadamente, los legisladores Guillermo Chifflet y Artigas Barrios.
Los diputados no pueden hacer lo que se le ocurra con ese mandato. Tienen que obedecerlo. Y el mandato consiste, así siempre lo ha considerado la izquierda, en primer lugar, en concurrir. En cumplir los deberemos con la República, con lo que es cuestión de todos. ¿Con qué fundamento se llega a la conclusión de que los episodios que condujeron a la muerte de Maykol Cardozo en el Hospital de Clínicas no son de interés público? ¿Alcanza con decir que la muerte del joven está en manos de la Justicia? No.
¿Se trata de una maniobra de tal o cual sector político? ¿Acaso podemos esperar otra cosa de los partidos que presupuestalmente le han tirado a matar al Hospital de Clínicas, a la Universidad y a todo lo que es educación pública en el país?
Para el futuro, ya con Tabaré presidente, ¿podemos esperar otra cosa? El Herrerismo, que fue a la cola de todos los desastres del jorgismo y de Sanguinetti, como lo dijo ayer Luis A. Heber, "con el gobierno del FA, será una máquina de exigir".
Cuando estos ingenios, con el apoyo jubiloso de los medios de comunicación, desplieguen sus amaños, de la índole que sea, contra el gobierno popular ¿qué vamos a hacer?
No veo otro camino que desde el Parlamento, en diálogo con las organizaciones sociales y la prensa, dar la batalla política para defender nuestro propio proyecto de país, denunciando ante el pueblo si de lo que se trata es de una "maniobra oportunista".
No hay, no puede haber, ningún asunto que no podamos asumir ni discutir públicamente.
No hay, no puede haber, ninguna maniobra que nos haga abandonar el lugar que nos encomendó el soberano.
Nuestro compromiso con la democracia va más allá. Nuestra apuesta a la transparencia y a la participación conlleva, inevitablemente, aceptar todos los desafíos y todas las maquinaciones de las derechas conservadoras, sin eludir ninguna confrontación.
Convocando no a achicar los ámbitos de debate sino a ampliarlos. Interpelando a todos los que tienen algo que decir, a que lo hagan públicamente (gremios, autoridades universitarias, corrientes políticas o corporaciones) para encararlo y resolverlo, como corresponde a un órgano deliberativo y legislativo del Estado, desde ángulo institucional y social, a la luz de las necesidades del pueblo y de las realidades que vive el país en materia de salud y, a la vez, del innegable y sistemático saboteo a que ha sido sometida la salud pública así como la labor y la investigación universitaria, especialmente el Hospital de Clínicas.
Tomado de La República, 6/12/2004.



6) 29.11.04 Contra las nuevas y las viejas formas de la corrupción. Contratapa La República.


Contra las nuevas y las viejas formas de la corrupción Por Hugo Cores
De acuerdo a lo que la izquierda ha sostenido sistemáticamente y reiterado en resoluciones recientes, su acceso al gobierno va a implicar un cambio sustancial en el funcionamiento del Estado.
Dicho de una manera muy general, el punto de partida es el de un Estado desprestigiado, caótico y puesto al servicio de políticas antipopulares y contrarias al interés nacional.
Las derechas, constructoras/deformadoras del Estado nacional, que han retenido el gobierno por largo tiempo, han puesto a su servicio a las instituciones públicas para satisfacer sus intereses grupales y de sus socios extranjeros.
Mientras desarrollan su demagogia antiestatista, habilitan la entrega de pingues negocios para grandes empresas privadas, casi siempre extranjeras, que saben luego como gratificar las concesiones y todas las formas de debilitamiento de las empresas públicas uruguayas.
Sin embargo, el Estado uruguayo no se agota con esa descripción: enclavados en la plantilla hay muchos miles de funcionarios, jerarcas y técnicos que han tenido y tienen sentido de la responsabilidad y la dignidad de hacer que algunos servicios todavía funcionen y que sus oficinas o empresas cumplan, aunque sea mínimamente, con sus obligaciones hacia la comunidad.
Esos funcionarios y esos técnicos serán un pilar fundamental en el proceso de transformaciones profundas del Estado que impulsará el Frente Amplio en el gobierno.
Es imprescindible, como paso simultáneo a los trabajos de la transición, lograr que esos funcionarios sientan que ha llegado su hora, la hora de cumplir con el país y con sus convicciones morales y políticas.
Un factor clave en este terreno impone su distintivo sobre toda la transición: a diferencia de las anteriores, en este cambio de gobierno no funcionará la ley de cubrir los estragos anteriores cometidos por “los primos” que disfrutaban de las bendiciones de la impunidad del poder administrador. Será una transición sin impunidad, sin complicidades, con investigaciones administrativas y, si cuadra, penales. Tanto sobre las nuevas como sobre las viejas formas de la corrupción estatal.
Todos los organismos de contralor previstos en la legislación vigente estarán llamados a trabajar a todo ritmo con el objetivo de esclarecer, en el menor tiempo posible, todas las situaciones ambiguas, todos los negocios oscuros, todas las prebendas inexplicables.
Las camarillas políticas tradicionales gozaron del privilegio durante tantos años que, en forma paralela a la Constitución y la Ley, se creó un derecho no-escrito, un conjunto coherente de normas nacidas de la costumbre, un verdadero derecho mafioso o semi-mafioso que regula el desarrollo de la corrupción, la distribución de prebendas, la sustanciación secreta de las coimas, bajo sus diversas modalidades.
Cualquiera que siga a través de la prensa los procesos en la DGI, el Tribunal de Cuentas, la Dirección de Aduanas o las decisiones de los Directorios de las empresas públicas, como OSE, ANCAP, UTE y demás, tiene para entretenerse sólo formulándose algunas preguntas: ¿por qué tal o cual dependencia estatal entrega a una transnacional un buen negocio y retiene todos los que son deficitarios?
¿Por qué se encumbra a los gerentes más dóciles e incapaces en lugar de promover a los más calificados y a los que más lealtad han demostrado para servir a los intereses de la empresa pública?
La lucha contra este “derecho” consuetudinario del que se beneficia, desde hace decenios, una parte de la burocracia política y una parte de los empresarios, no será fácil.
Según creo, junto con la aprobación de un Plan de Emergencia para atender la situación social, una de las primeras señales claras que el nuevo gobierno deberá dar, es que en la nueva administración todos los organismos de contralor funcionarán a pleno, con medios materiales (por ejemplo la informatización efectiva de todos los expedientes en trámite) y legales.
Y con independencia. Por ejemplo, un organismo de contralor no puede estar subordinado al organismo que debe controlar, como ocurre con algunas dependencias del Ministerio de Economía y Finanzas.
Las dificultades de contralor, luz verde para el abuso de funciones y de la coima, tienen algunas dificultades que están en el origen mismo de las normas que establecen el Presupuesto Nacional de Gastos, que dificultan seriamente la acción de control sobre lo realmente gastado.
Otros obstáculos, son aberraciones inaceptables como la pérdida de más de 240 expedientes, con investigaciones sobre irregularidades contables en diversas dependencias del Estado, extraviados en la sede del propio Tribunal de Cuentas.
¿A qué apuntan estas reflexiones?
Simplemente a señalar que el proceso de transición en el propio aparato del Estado, convoca a formas específicas de lucha y de movilización.
Que para ir a fondo, el nuevo gobierno necesitará del concurso de mucha gente, a la que hay que animar y respaldar para que contribuya a sanear la administración. Precisará de la mayor transparencia y del diálogo con los que saben, con los gremios de funcionarios que muchas veces acumulan un conocimiento que no tienen los jerarcas que han caído en sus cargos de mando como en paracaídas y, sobre todo, precisa de un clima de entusiasmo y de confianza en las posibilidades del país que estimule la transformación desde adentro del Estado.
En nuestro país, donde no suele irle mal a los que flotan “ingrávidos y gentiles”, las camarillas entronizadas en el poder han castigado siempre a los que denuncian, incluso hasta cuando disponen de fueros parlamentarios. Habría que terminar para siempre con esa lamentable tradición, hija de la impunidad.
Esta cultura de la impunidad frente a la corrupción, parienta de la otra que protege a los violadores de los derechos humanos, le ha hecho mucho mal a la sociedad uruguaya. Creo que, entre otras cosas, una parte de la ciudadanía nos ha dado el apoyo
-y ese apoyo se ampliará- si la acción de un gobierno frenteamplista se asocia al fin de las canonjías y prebendas de tan larga data.
Creo asimismo que organizar esa depuración, la necesaria movilización política y moral que supone, cotejar entre nosotros opiniones acerca de cómo proceder, es más edificante que las prematuras disputas por los lugares en la futura administración.
La nueva corrupción, que como se ha demostrado en casi toda América Latina, suele ser un factor básicamente importado, está en estrecha relación con las privatizaciones y con la propuesta moral de la “sobrevivencia del más apto” que preconiza el neoliberalismo y sus formas actuales de dominación. No una sino muchas veces, este flagelo, especialmente agravado en los países más pobres, suele ingresar de contrabando en los partidos que se resuelven combatirlo. Sus efectos, entonces, son aún más desmoralizadores.
Y no hay más vacuna contra esa forma de infiltración y contagio que los controles y la vigilancia de la sociedad organizada, de la participación de la gente, del funcionamiento orgánico de los partidos y de la diáfana difusión de toda la información política, administrativa, financiera y judicial en la que está el juego el interés común.Organizar como Frente Amplio esa transparencia y esa participación insumirá tiempo y energías. Mejor no dilapidarlas en batallas sectoriales, por legítimas que sean.
Tomado de La República



7) 22.11.04 Lo que está en juego en esta transición. Contratapa La República.


Lo que está en juego en esta transición.

Escribe: Hugo Cores
Muchas decenas de compañeros frenteamplistas están trabajando en los distintos capítulos del proceso de transición, desarrollo que, inevitablemente, tendrá algo de continuidad y algo de transformaciones profundas e irreversibles.El impacto de la victoria de la izquierda del 31 de octubre, aunque menos visible, no se ha extinguido.
1.
Me explico. Hacerse cargo del Estado supone algo así como ocupar una ciudad en guerra. Entre las ruinas, unos sobrevivientes (llamo así a los funcionarios no corruptos) muestran que han seguido atendiendo sus funciones, que han cumplido con la ley y con el público. Tienen sus cuentas claras. Están rodeados de restos de una administración caótica y en descomposición que ya casi les impide actuar.
Pero, mientras las partidas toman contacto con los que aún viven, a su lado siguen silbando los misiles y estallando granadas: nombramientos en el Banco Central, ascensos masivos de jerarcas en OSE, actitud cómplice frente a empresas como GASEBA y Uragua, incumplidoras de contratos, adopción de nuevas tecnologías que comprometen el futuro y colocan información esencial en manos de otros, como en OSE y ANTEL, todas las formas de resistencia del viejo Estado clientelístico, puesto al servicio de las corporaciones internacionales, montado durante decenios por blancos y colorados, empresarios y jodedores de toda laya, que está lejos de haber cesado.
Hay que pensar que su presión constante continuará. Y no será fácil imponer la lógica de la democracia y de la justicia pasando por encima de las tan invocadas “razones-de-Estado” y pretendidamente prestigiosas “razones-de-mercado”
2.
Me consta que formular públicamente este tipo de pronóstico no suele caer simpático. Escuchando a algunos dirigentes, tengo la sensación que se están atenuando los elementos de cambio y exagerando los factores llamémosle “armónicos” de la transición.
La transición para mí es otra etapa de lucha en la que, todavía, seguimos en inferioridad de condiciones: ellos conservan todas las palancas del gobierno y todas las del poder. En febrero y marzo nos pasarán el gobierno, una porción del poder. El cuantioso resto, seguirá en sus manos.
Uruguay ha conocido varias otras transiciones. La mayor parte de las veces significaba continuación de los mismos grupos de interés, de los mismos cuadros en la administración, de los mismos compromisos internacionales, con la misma ideología.
Por lo general, como en cada año electoral el gobierno despilfarraba recursos buscando votos, acto seguido, con el primer año del nuevo gobierno llegaba el ajuste fiscal, la congelación de salarios, los despidos. La hora de la verdad. Así fue con Bordaberry, con Sanguinetti, con Lacalle y con Jorge Batlle.
3.
El cambio que se prepara tendrá, inevitablemente, un carácter bien distinto a todos los anteriores.
En primer lugar porque el nuevo gobierno responde a intereses sociales distintos. Representa, prioritariamente, a otros sectores y a otras clases sociales. No está ni lo estará nunca ligado a las mafias financiera y de la usura, ni del contrabando, ni de la coima, ni de la evasión fiscal.
En ese aspecto, el cambio de gobierno conlleva ruptura, una profunda ruptura. Conflicto, pugna. Por eso no me convencen los discursos conciliadores de los “tirio-troyanistas”, esa plaga amasada con el miedo y la desvalorización de la izquierda, que prolifera en los medios al día siguiente de cada victoria popular. Como pasó el 7 de diciembre cuando al FA triunfador en el referéndum, se le empezó a exigir que “administrara la victoria”.
En este país de “apartadores”, ahora se han oído las mismas voces. ¿Qué quiere decir administrar la victoria?
¿Pedir disculpas por ser mayoría? ¿Disimular que representamos intereses sociales antagónicos a los de ellos? Es un requiebro inútil. No se lo creen.
Los partidos minoritarios y hasta los más chiquitos, como el Colorado, tendrán todas las garantías que otorga la Constitución y bastante más que las que tuvo el Frente Amplio en sus 33 años de vida. Y esos partidos realizarán la tarea que con precisión les indicó el pueblo, la primera irse, bien idos. Después ser contralor y, si cuadra, oposición. Y bienvenidos los que la hagan con buena fe y sentido nacional.
Para una fuerza política como el Frente Amplio, con energía y vida interna, la crítica lo fortalece. Mucho más que los frutos almibarados del halago y la alcahuetería con que se masajearon entre ellos los blancos y colorados durante las últimas administraciones.
4.
El cambio de los apoyos sociales del nuevo gobierno, entraña inevitablemente otras orientaciones ideológicas.
En este terreno no se necesita meterse en honduras.
Tomemos, por ejemplo el asunto de la verdad. Se trata de un asunto con profundos ribetes ideológicos. Para algunos la verdad se debe manejar entre los funcionarios y los responsables políticos del Estado. En secreto.
Hay unas no reconocidas leyes de la omertá, el silencio por el miedo, impuesto por la mafia. Todos sabemos de los escarnios y defenestraciones que, en los últimos años, han sido expuestos algunos funcionarios civiles y militares que no se avinieron a la complicidad ordenada desde el poder del Estado.
En el país existen activísimos operadores del secreto. Unos secretos que no se podría calificar como “de Estado”, porque en realidad lo son de algunas camarillas instaladas y protegidas en el aparato del Estado.
El espíritu del secreto y la impunidad está tan extendido, se ha vuelto hasta tal punto una forma del “sentido común”, que algunos operadores políticos de Suárez y Reyes, no tienen rubor en decirlo y fundamentarlo ante las cámaras de TV: la verdad no se le puede decir al pueblo, al pueblo soberano. Ni a los magistrados. Es para manejar entre nosotros, los chanchitos de confianza, los que, siendo iguales a los demás, somos más iguales.
A lo largo de estos años se han producido un sinnúmero de denuncias. De todo tipo. Por parte de gremios, de periodistas, de altos funcionarios.
Hay que pensar si en el curso de esta transición no se hará necesario publicar el Libro Negro (o mejor ocre-marrón) de los gobiernos neoliberales, esos que facilitaron que se llevaran todo y que miles de trabajadores fueran sumidos en la miseria.
Bastaría con dejar de presionar groseramente al Poder Judicial y, a la vez, hacer responder al Poder Ejecutivo los cientos de pedidos de informes formulados desde el Parlamento y nunca contestados, violando olímpicamente al ley.
También habría que ocuparse por investigar las denuncias formuladas por sindicatos serios y bien organizados acerca del despilfarro en las empresas públicas, especialmente en los Bancos Oficiales, en UTE, en OSE, en ANCAP, en ANTEL, en la “telaraña bancaria” nacional y extranjera y las complicidades en los aparatos del gobierno y en la magistratura.
Repasar para investigar, también, todas las denuncias formuladas por el periodismo serio de investigación, como el que han realizado Roger Rodríguez, Gabriel Mazzarovich, Carlos Peláez, Samuel Blixen y otros luchadores valientes e incansables revelaciones que han quedado como voces en el desierto, pese a la gravedad de las materias abordadas.
Hacer pública la verdad sobre los delitos contra el patrimonio público es una obligación moral y jurídica para los nuevos gobernantes. Y es también una necesidad política de primera importancia: no podremos permitir que nos endilguen una pizca, ni una mota, de todas las violaciones a la ley y a los derechos del pueblo soberano perpetradas en los últimos gobiernos.
Terminada la redacción de esa summa, seguramente las editoriales se disputarían el derecho a editar el Libro Ocre, llamado a ser el best seller de la temporada.
Para entender lo que vendrá, el país necesita descompartimentar de esa información. Y abrir una discusión con amplios sectores de nuestro pueblo, empezando por los propios frenteamplistas.




8) 15.11.04 El convidado de plata del 31 de octubre. Contratapa La República.

El convidado de plata del 31 de octubre
Escribe: HUGO CORES
Para la izquierda, la realización de elecciones municipales dentro de seis meses tiene mucha importancia. No obstante, estas elecciones implican ciertos debates (acerca de si una o más candidaturas) y también el surgimiento de las tensiones que inevitablemente se desarrollan a partir de la competencia entre candidatos frentistas.
La unidad
Por eso creo que no habría que adelantarse en ese capítulo de la transición. El énfasis debiera estar más bien en otras prioridades. Por ejemplo tener en cuenta que la derecha habrá de favorecer, a través del control de los medios de comunicación, fomentar decíamos, todo lo que puede hacernos aparecer como divididos e incapaces de gobernar.
Cualquier discrepancia, cualquier gesto puede estar llamado a alentar divisiones.
Sembrar cizaña en el pueblo, hacerlo dudar de sus propias fuerzas y hasta de su identidad, son prácticas esenciales de la derecha y de las burocracias estatales que ven peligrar sus privilegios.
El descreimiento ciudadano es pariente del desprestigio de lo público a favor de la "libertad de mercados" y, como éste está regulado de tal manera que es un bien para los ricos y poderosos y siembra estragos entre los débiles y desorganizados.
Habrá pues manija y cizaña. Y esfuerzos por impedir que llevemos adelante nuestro programa. Ya están en curso. Para el poder ya hay buenos y malos en el nuevo gobierno. Y para los "buenos" será el reino de los canales de televisión.
Sobre los frenteamplistas "malos", la TV sólo difundirá odiosas noticias y el deseo descarado de hacerlos cuanto antes subir al Gólgota, arrastrando su cruz de radicales e intolerantes.
Decimos esto porque no nos olvidamos que los grupos que controlan autoritariamente los medios de comunicación (salvo excepciones minoritarias), han reafirmado su Declaración de Fe Democrática; es decir, su juramento de lealtad con el poder económico y los intereses conservadores.
De este modo, las "butacas" del circo ideológico de la derecha ya están prontas.
Creo que esta táctica de la división del FA no va a prosperar.
Y no va a prosperar porque la sociedad uruguaya, y esto es lo nuevo del 31, animada de una nueva vitalidad, exige del FA resultados, cambios, gestos que demuestren que el país ha empezado a transitar por otros tiempos políticos, en el que las carreras individuales de los personajes pasa a segundo lugar con relación a los grandes cambios sociales y económicos que debemos realizar entre todos.
Profundizar nuestro contacto con la gente
En su magnífico libro "Independencia y Revolución en América latina" (Ed. Siglo XXI), el sociólogo (y ex rector de la UNAM) Pablo González Casanova, remite no a uno sino a decenas y decenas de triunfos populares. Vale la pena leer y releer esos tramos de la historia de nuestras democracias latinoamericanas.
Veríamos cómo no son sólo los golpes militares apoyados desde los Estados Unidos los que han abortado los procesos de cambio reclamados por las masas populares y nos han mantenido en el subdesarrollo y la dependencia.
También las inconsecuencias y la división de las fuerzas de izquierda han hecho fracasar procesos con tremendo empuje popular.
Como frentistas, subsumirnos enteramente en las problemáticas de los cargos de gobierno y de las elecciones en mayo, implicaría descuidar una tarea esencial, un desafío que surgió de las urnas el 31 de octubre: el de la reconciliación de decenas de miles de uruguayos con la política, con la democracia, con los partidos y especialmente con el Frente Amplio.
Ese despertar ciudadano, después del largo invierno de la despolitización alentado por la ideología neoliberal, precisa cauces orgánicos para expresarse y adquirir fuerza.
La vida es lucha
Hoy tienen más poder los capitalistas de la Banca de Quinielas, o los usureros de las pseudocooperativas de crédito o los propietarios de radios agrupados en Andebu, que representan muy poco, pesan más, decíamos, que cientos de miles de ciudadanos desocupados, que gremios enteros de docentes, estudiantes, obreros, empleados y profesionales.
Unos tienen todo el tiempo y todo el dinero necesario para hacer lobies, para contratar abogados, pagar publicidad y hacer correr las coimas.
Los otros, el pueblo, la mayoría de la población cuenta con la legitimidad democrática de las mayorías que eligieron Presidente, diputados y senadores. Y también con sus organizaciones sociales y políticas.
En estos días, en ciertos clubes selectos, los lobies trabajan. Jurisconsultos y los procuradores del privilegio trabajan silenciosamente, todos los días y a toda hora. En tanto defensores de la "libertad-de-enriquecerse", no se dan tregua. Los ediles oficialistas de Maldonado, en ese terreno, con la habilitación fraudulenta de excepciones, se llevan las palmas.
Proliferan las conversaciones reservadas, llenas de "sentido común" entre empresarios y políticos del sistema o de quienes sin serlo están dispuestos a "adaptarse a la realidad" de las clases tal como son, "del mundo tal cual es" con sus desigualdades y sus injusticias. Y mientras nosotros festejamos, ellos urden cómo estafar esa victoria popular tan trabajosa y legítimamente lograda.
La justicia social por la que luchará, a no dudarlo, el gobierno presidido por Tabaré, tendrá que enfrentar esa tendencia adaptativa y de resignación ante las realidades injustas. Tendrá que realizar obras de contenido social y de justicia que van a contrapelo del "sentido común del capitalismo", que no es otro que obtener la mayor cantidad de ganancia en el menor tiempo posible.
Ellos con sus grupos de presión y sus bufetes de abogados. Nosotros con la necesidad de dar cauce organizado al invitado de piedra del 31 de octubre, el pueblo pidiendo más ciudadanía, más información, más participación.
No partimos de cero. Como izquierda organizada, tenemos presencia en los gremios e implantación política en los barrios y en todas las ciudades del país. Y una tradición de lucha que viene de la CNT y desde más atrás.
Ellos apuestan a los lobies y a la marginalización del pueblo del curso de la vida política.
Nosotros queremos al pueblo organizado y bien informado.
Fortalecer al Frente Amplio y a sus aliados. Apostamos a estar presentes en la organización de todas las demandas gremiales y populares, para darles un sentido no parcial o sectorial sino de cambio nacional, de formar parte y ser protagonistas en el nacimiento de un nuevo país para todos. Digamos de paso que resulta un gesto acorde a los tiempos que vivimos el anuncio de Tabaré de realizar una gira por los rincones más pobres del Interior del país. Hacerlo marca la diferencia. La que existe entre los presidentes que por hacer la buena letra con los banqueros dieron la espalda al pueblo y el Presidente que se siente representante de todos los uruguayos y se propone actuar para favorecer a los más desamparados. ¡Vaya diferencia!
Precisamos, todos, seguir construyendo ese haz de fuerzas organizadas que respalden el significado de la victoria del 31 de octubre. Y facilitar con nuestro apoyo el cumplimiento del programa aprobado por la ciudadanía, les guste o no a los lobies.
El que estaba descreído y hoy cree.
El que ha recobrado la confianza en sí mismo y en su organización, el que cree que puede ser protagonista de un cambio, todos esos son convidados de piedra ante cualquier forma de continuismo. En sus manos y en sus conciencias está el destino del país. Incorporarlos a las filas de la izquierda gremial, cultural o políticamente organizada debiera ser nuestra primera prioridad. Para que sea el convidado de plata de una nueva democracia en el país.



9) 08.11.04 Para cumplir, más participación y más transparencia. Contratapa La República.


Para cumplir, más participación y más transparencia.
Escribe: Hugo Cores
El impacto de la victoria de la izquierda del 31 de octubre, aunque menos visible, no se ha extinguido. Sigue transcurriendo bajo la forma de infinitos reencuentros. Familiares, amistosos y sobre todo de identificación colectiva. El reencuentro marcado por el sentido de pertenencia a una comunidad política, asentada en la historia y la conciencia de su pueblo, que desde los sesenta ha emprendido una larga marcha.
Nuestra larga marcha
La victoria de una fuerza política negada, a la que se pretendió borrar del mapa político durante trece años.
Fuerza imparable de los colores que la simbolizan, convertidos durante la dictadura en estigma y a sus portadores en blanco de la discriminación o la represión lisa y llana.
Una fuerza a la que se procuró dividir, con dedicación y esmero, con apoyos “intelectuales”, con fundamentaciones pretendidamente científicas. Una fuerza política que, en este plano, demostró hasta que punto algunas llamadas ciencias políticas no eran sino la expresión acicalada del largo brazo del poder hegemónico, que no hacían otra cosa que poner en lenguaje difícil las toscas e impresentables realidades del gobierno.
Por eso, la victoria popular del 31 de octubre conlleva una carga que está lejos de haberse agotado con lo más visible y extendido de los festejos, exteriorizaciones de la alegría popular contenidas, llenas de templanza, demasiado cargadas de emotividad, como para caer en el revanchismo o la guarangada.
Predomina lo que importa y es que, finalmente, se van. Las casi eternas clases dirigentes se irán del gobierno y se irán por la decisión soberana y legítima de un pueblo.
Incuestionable legitimidad democrática en el marco de una estructura institucional trabajosamente construida por ellos, por los políticos y juristas de las clases dominantes levantando un Estado y una “legitimidad”, funcional a sus intereses.
A espaldas del sufrimiento de la gente
Una legitimidad, un “apego a la Constitución”, un “legalismo” que soportó cualquier laceración para la sociedad, como el crecimiento de la mortalidad infantil y del número de pobres; como la migración masiva, el crecimiento de los suicidios y la desesperanza generalizada. Como la destrucción de buena parte del aparato productivo. Todo dentro del marco “de la Constitución y la Ley”.
Una presidencia fuerte, tan fuerte como sorda a los reclamos del pueblo, que se permitió seguir reclamando de su legitimidad cuando el país entero se conmovió por las denuncias de crecimiento de la desnutrición infantil en el Interior del país.
Y nadie viajó ni resolvió nada. Todavía en noviembre del 2004, el gobierno central no ha resuelto hacer llegar los recursos para alimentación a los centros CAIF de Artigas.
Un país tan dispuesto a atravesar el mundo para cumplir con las “ayudas humanitarias” que son gratas a los que detentan el poder en campo internacional, no ha sido capaz de resolver el problema de la alimentación de buena parte de sus propios hijos. Los hijos de los pobres, de los trabajadores.
¿Que es lo que ha sido derrotado?
La reflexión sobre esto me lleva a otra enseñanza que deja la batalla que el Frente Amplio acaba de ganar.
No creo que los candidatos blanco y colorado fueran especialmente ineptos. Los dos han demostrado, en otros tramos de su vida política, que pueden lograr desempeños aceptables. Tampoco son ineptos muchos otros hombres que supieron conducir esos partidos durante decenios y aún forman parte de sus cuadros.
¿Por qué fracasaron de manera tan palmaria?
¿Por qué cayeron en el hoyo de la incredulidad popular que lo aprisiona?
En otro momento la respuesta hubiera resultado obvia: no es una cuestión de hombres sino de clases; la extenuación de los recursos de los viejos partidos no se termina de entender si pensamos que es responsabilidad exclusiva de tal o cual fracción política blanca o colorada.
A lo que asistimos es, en realidad, al fin de una forma de dominación, de un tipo de Estado capitalista dependiente, parasitario, clasista, coimero, antinacional, excluyente.
Y reflexionando sobre las raíces de su derrota nos encontramos con algunas de las claves de nuestras dificultades: las palancas que acabamos de ganar en buena ley no están funcionando para el bien común, sino contra el bien común y a favor de camarillas o grupos económicos nacionales y trasnacionales.
Ese Estado esperpéntico es el que heredamos. Hecho para el mal gobierno.
Democratización del Estado
A ese Estado hay que cambiarlo, de arriba abajo y de abajo arriba.
Hay que domarlo, hacerlo sociable, útil para la comunidad. Sacarle las mañas, la mala leche y el veneno. Terminar con esa infinita, detallada y minuciosa manera que tiene el poder administrador de ser un factor de hostilidad y de estafa ante el pueblo y ante sus propios funcionarios.
La presidencia fuerte (ingenio de Batlle y Sanguinetti con la reforma naranja en 1966) permitirá avanzar por vía del decreto. Las mayorías parlamentarias permitirán agilidad en la gestación de leyes avanzadas y justas.
“Esta victoria es de ustedes”, Tabaré el 31 de octubre.
Pero la clave, a mi juicio, está en mejorar, crear, consolidar (y todos los demás verbos afines) los mecanismos de participación popular. La circulación exhaustiva de información es el principio clave para la democratización de todas las cosas. En lo que atañe al Estado y al patrimonio público todo debe saberse y saberse rápido.
Quien ha prestado atención a lo que fue la campaña y su culminación, quien vio la adusta serenidad con que el pueblo festejó su victoria, está en condiciones de entender las inmensas ganas de participar que tiene una gran masa de gente procedente de todos los ámbitos y de todas las profesiones, de todas las edades y de todos los partidos. Hay una ciudadanía recobrada y un recobrado sentido de nación, de patria con igualdad, con justicia y con verdad.
Es imprescindible darle cauce a ese anhelo de saber y de implicarse en el proceso de reconstrucción nacional.
Con lo primero que hay que terminar es con cualquier forma de secreto, de concentración de la información y de la toma de decisiones.
El país tiene una tradición robusta de organizaciones sociales y políticas: a través de su participación organizada, las clases populares tienen que sentir que este es su gobierno.
Sin Comités de Base, Departamentales y Coordinadoras, sin sindicatos y sin FUCVAM no habría habido victoria.
Las estructuras políticas heredadas del viejo Estado no son instrumentos suficientes para ensanchar la ciudadanía y acrecentar la confianza de la población en el funcionamiento democrático.
Para usar una expresión del gran Vivián Trías, la “ortopedia deformante” del Estado burocrático blanqui-colorado no da cabida a la sed de saber y el querer hacer de decenas de miles de uruguayos que sienten que han recobrado la ciudadanía.
Para cumplir con el programa del FA (que entre otras cosas hay que difundir más) es preciso el desarrollo de ese proceso creativo, casi de gestación, que es la descentralización de la información, del rendir cuentas, explicar planes, propósitos y explicitar dificultades.
Ese camino y ese estilo fue clave en el primer gobierno frenteamplista de la Intendencia de Montevideo presidido por Tabaré, que dio el impulso inicial al proceso de descentralización.
Actuar de ese modo con los problemas de escala nacional constituye un salto gigantesco.
Pero ese paso hay que darlo. Energías sobran. Y si no lo diéramos, si quedáramos encerrados en el “bunker burocrático”, correríamos un riesgo: que termine por dañarnos el parásito heredado, como aquel maligno que anidaba en el almohadón de plumas, y engordaba con la sangre de la mujer exangüe del cuento de Horacio Quiroga.



10) 25.10.04 El tiempo del destete. Contratapa La República.


El tiempo del destete
Hugo Cores, Partido por la Victoria del Pueblo, 567.
Llamo destete al momento en que los actuales lactantes de la administración, los políticos que desde hace años están prendidos de la teta del Estado, paren de servirse de los bienes públicos.
Desde hace ya largo tiempo, la República está exhausta. Sus senos, que en las estatuas que rodean al Obelisco lucen ubérrimos y majestuosos, están secos y lánguidos. Han sido vaciados por la avidez de los gobiernos y los grupos de aventajados que los rodean. Esos pechos generosos ya no dan más.
Como ya todos sabemos que eso es así, llegó la hora del destete.
Tendrán que arreglarse de otro modo. Y si para eso precisan aprender, pueden tomar clases particulares, que en el Uruguay hay muchos miles dispuestos a enseñarles a vivir con dignidad sin estar prendidos de la teta del Estado.
Entre esos uruguayos, que son mayoría, los políticos y los empresarios aprovechados a quienes ha llegado la hora del destete, encontrarán quienes en pocas clases les explicarán su sabiduría para sobrevivir sin padrinos, sin los infinitos beneficios de la eterna lactancia, en esa que han vivido las elites que mandan y explotan desde siempre al Uruguay y a su gente.
No estamos escribiendo esto de manera burlona o vengativa. No. Sabemos que la hora del destete es, para todos los mamíferos, un momento crítico. Y nos preocupa. Por sentido humanitario y porque no nos gustaría que el fastidio que les va a producir el justo destete, los lleve a imaginar cosas raras. Aventuras extravagantes que solo tendrían como lema, “teta libre y teta siempre/ para los mismos de siempre”.
Es una ocurrencia insensata que les podría venir de la interrupción de la lactancia.
Los expertos de la Organización Mundial de la Salud, coinciden en que el amamantamiento puede prolongarse hasta poco más de dos años. Estudios antropológicos dan cuenta de la existencia de poblaciones no occidentales que llevan el período de lactancia hasta los tres o cuatro años.
Pero no se conoce ningún país que haya ocurrido lo que pasa en Uruguay. Sucede que en nuestro país hay algunas familias que llevan lactando no dos o cuatro años sino dos siglos, prendidos de los senos antaño opulentos del Estado.
Esta lactancia prolongada ningún pediatra la recomienda, lo hacen pensando en esos niños, necesariamente malcriados, arrebozados y gorditos a costa de su madre, pero fuera de las normas de la crianza.
En Uruguay, por el mero fluir de las generaciones en una sociedad democrática, ya hace tiempo que las familias patricias monopolizadoras del privilegio tendrían que haber pasado a alimentarse con la mamadera, o usando una taza, como los adultos.
Tampoco ningún médico generalista podría encontrar recomendable que una mujer, en este caso que simboliza a la República, se vea obligada a cargar durante tanto tiempo a niños de pecho que ya tienen más de 70 años, a los que ya le salieron y se le cayeron los dientes de leche, y los otros.
¿Qué madre podría resistir la sobre carga alimentaria que significa seguir dándole el pecho a esos hijos gandules, malcriados en los jardines del poder, que viven de espaldas a la realidad de su país y de su tiempo?
La madre ya ha hecho lo suyo. En demasía. Ahora llegó el tiempo del cambio y para los hasta hoy privilegiados será cuestión de arreglarse y habituarse a pucherear como todo el mundo.
Tiempo del destete para los directores de la Corporación para el Desarrollo y de todos los beneficiarios de su dinero irresponsablemente regalado. Destete y, en muchos casos, ir buscando un abogado defensor.
Destete para los jerarcas coimeros de los bancos oficiales, empezando por el Banco de la República y por el Banco Central.
Destete para todos esos personajes a los que, de manera delicada, eufemística, se denomina “difundidores de información asimétrica” (o sea a unos sí y a otros no), es decir los infidentes de toda laya, que cantan por anticipado cuáles serán las pautas del Banco Central para que los especuladores hagan su agosto comprando barato y vendiendo caro. O anticipando información para que los políticos tengan tiempo de retirar sus depósitos ante la inminencia del corralito.
Destete para los que confunden los intereses de las empresas públicas, que son de todos, con los intereses de los negocios privados que han montado para hacer plata fácilmente.
Destete para los empresarios a los que nunca les llega una inspección de la Impositiva, porque están asociados a las mafias que controlan el poder del Estado
Decíamos que nos preocupan los que están en la antesala del destete. Nos preocupan también los que duermen la serena siesta de la impunidad, pensando que será eterna, olvidándose de aquello de que su impunidad, como el amor, será infinita mientras dure. Luego, así como llegó para Videla, Massera y
Contreras, llegará la hora del destete, la hora que dirá basta la madre permisiva que todo les ha tolerado. Y tendrán que verse cara a cara con los fiscales y los jueces, con la Constitución, con la ley y con los tratados humanitarios aprobados por el Parlamento uruguayo, que tienen la misma fuerza que las leyes ordinarias.
Ya están todos los plazos biológicos vencidos. Todas las recomendaciones médicas y veterinarias incumplidas. Ya son grandecitos y tienen que asumir.
Tienen que ponerse a pensar de manera serena que ha llegado la hora de la transición. Solo la insensatez y la pérdida del sentido de la realidad puede impulsarlos a seguir proyectando intrigas contra los lideres populares y los candidatos progresistas.
“Ingenios” de ese calibre no hacen sino demostrar que han perdido el hilo conductor de la campaña. Los juegos mediáticos de Sanguinetti, que podrían haber funcionado con una población desmovilizada y sin unidad política, se revelan erráticos e inconsistentes. Contrarían la línea que impulsan sus propios candidatos y sus aliados posibles. Ahonda su aislamiento y el irreversible escepticismo con que la población oye, desde hace ya mucho tiempo, sus gangosas amenazas y promesas.
Es bien cierto que, con la inminencia del acceso al gobierno de las fuerzas progresistas, tenemos muchas cosas de que ocuparnos.
Lamentablemente también de las contrariedades psicológicas y hasta los berrinches de los destetados tardíos.
Un ciclo ha terminado: el de las familias que legaban a sus hijos, durante un siglo y medio, además de tierras, empresas y depósitos bancarios el acceso a la teta del Estado, a parcelas de poder político, a cargos diplomáticos, en los directorios en los entes autónomos y todo lo demás.
A partir del 1º de marzo, el hijo de un obrero sindicalista será presidente, el nieto de obrero frigorífico ocupara la primera magistratura del país.
Pronto atravesaremos el mojón histórico que separa un ciclo de otro.
El país y el mundo del trabajo podrán respirar profundo. Muy pronto la República se habrá sacudido de los parásitos y la justicia se irá abriendo paso entre nosotros.
Es de esperar que, para entonces, los lactantes seniles de grandes apellidos hayan aprendido a tomar la leche en taza, a cortarse el churrasquito y comer sus manzanitas rayadas con cuchara.



11) 18/10/04
¡Fuerza, Sanguinetti, no se calle! Contratapa La República.


¡Fuerza, Sanguinetti, no se calle!
Escribe Hugo Cores- PVP- Frente Amplio Lista 567
No se calle que sus palabras nos enseñan a todos. Especialmente a nosotros, militantes de izquierda. Nos mantiene atentos, nos nutre de un conocimiento esencial: cómo piensa y cómo siente la derecha que usted representa.
No nos deja ceder a ninguna forma de somnolencia ni de pereza mental. Nos ahuyenta el angelismo, nos aparta de las ilusiones sobre la facilidad del camino y la armonía de la transición. Siga hablando, aunque le quite votos, su palabra tiene un valor singular, que nosotros sabemos apreciar.
Usted tiene una larga experiencia de vida en promiscuidad con el poder. Conoce los mil hilos que componen esa abigarrada estructura de dominación que es el Estado moderno, burocrático, clientelístico y poco transparente que ustedes blancos y colorados han contribuido a instalar.
La derecha, de la que usted forma parte, hoy está en retroceso, desarticulada. Ha perdido credibilidad. Además, como ya se lo habrán dicho, cuanto usted más actúa, más votos pierden su partido y su bando. Más habla y menos le creen. Pero, no se nos desmoralice por eso.
Mire que cuando usted habla hay un mensaje que a muchos uruguayos nos importa. Usted, después de tantos años manejando hombres y situaciones, a menudo hombres viles y situaciones oscuras, nos recuerda en forma vívida cómo es, cómo piensa, cómo es capaz de actuar la derecha cuando es fuerte. Usted sabe bien de qué se trata.
Durante el gobierno de Bordaberry, usted redactó una ley de Educación muy discutida. Víctor Cayota, un prestigioso dirigente del gremio docente comentó: esta no es una ley de educación, es un código penal. Y, en fraternal enmienda, el gran jurista y maestro que era Carlos Martínez Moreno le aclaró desde las páginas de Marcha: Ojalá fuera un código penal. Esta ley es peor. Por represiva, por el odio que trasunta a la izquierda, a los gremios, al pensamiento progresista y al espíritu crítico.
Aquella ley siniestra, que usted redactó, hirió de tal gravedad a la educación pública en nuestro país que hay daños que hasta hoy no se han logrado reparar.
Usted fue siempre un artesano diestro en el manejo del miedo, del miedo de los otros. Desde arriba hacia abajo, el miedo como disuasión, como parálisis, como castración. El miedo organizado como procedimiento político, como forma de resolver los antagonismos.
El miedo como punto de llegada que se construye desde el control de los medios de comunicación y el poder político hasta el manejo de los impulsos golpistas dentro de las Fuerzas Armadas. De todo eso sabe usted por experiencia propia.
Su ley de Educación era tan funcional a una política de castración y aterramiento que durante los trece años que duró la dictadura, los mandamases no tuvieron necesidad de modificarla. Con aplicar la ley Sanguinetti, bastaba.
Usted, aunque ha sido y sigue siendo un hombre del sistema, exhibe su autorretrato como artífice de la transición democrática. Óleo de un “político realista”, que sabe encontrar el “camino del centro que complace a todos o a casi todos”. Para eso ha sabido manejar el miedo ejercido sobre el pueblo desarmado y pacífico y el miedo de los que terminaron el ciclo de dictadura con las manos llenas de sangre. Pero esa transición que usted exhibe como mérito tiene mucho de timo, de verso. La impunidad subsiste y los verdugos se mantienen en el servicio activo de las Fuerzas Armadas. Su transición conlleva ese engaño, esa monserga que usted recita con voz enérgica y dicción algo desmejorada.
Usted habla sin que le pregunten, voluntariamente. Sin embargo, también sería necesario que respondiera cuando lo acusan o le preguntan, como sucede con el testimonio recién publicado del General Oscar Pereira que le asigna a usted y al alto mando militar la responsabilidad principal en el mantenimiento de la impunidad, que a la postre no fue resultado de un empate sino una imposición y un arma dejada en sus manos de experto.
Con el adversario actual del progresismo, el Dr. Larrañaga, no es mucho lo que se aprende. En todo caso, no es mucho lo que nos dice de novedoso a los que cursamos hasta sexto año de escuela. Con la mejor voluntad, oyendo a Larrañaga es imposible reprimir los bostezos. Y eso no nos hace bien.
En cambio, cuando usted habla, quien presta atención, puede oír, por detrás de la voz gangosa, el eco de las viejas marchas y el andar de las orugas de los tanques. Recordar las trasmisiones en cadena, la televisión servil en sus manos. Tener presente hasta dónde son capaces de llegar los hombres ruines que usted maneja, siempre listos para toda clase de tarea y cualquier tipo de recaudación. Tener memoria de su orgullo de no perder huelgas, su celo por guardar los secretos de los buenos negocios y su “boca cerrada” sobre los “crímenes aberrantes” de la dictadura.
Esa memoria nos ayuda a mantener presente a nuestros desaparecidos y todas las vejaciones y los crímenes cuya investigación usted ordenó clausurar, desde los asesinatos en la Seccional 20 hasta el de Michelini y Gutiérrez Ruiz.
Y por todo eso nos ayuda a mantenernos alertas y movilizados. De mantenernos en forma para vencer los obstáculos y los desafíos que el país conservador quiere oponerle a los cambios progresistas, las políticas sociales y de empleo y la búsqueda de la verdad y la justicia.
No, no es bueno que usted se calle. No nos prive del estímulo a ser mejores, más fuertes y más unidos para entender en sus amenazas.
La República, 18 de octubre de 2004.



12) 11/10/04 Por qué vamos a ganar Contratapa La República.


Por qué vamos a ganar
Hugo Cores La República. Uruguay, octubre del 2004.
«Dicen que el "Trágala" es insultantePero no insulta más que al tunante.»-Canción popular de los republicanos españoles-
Los partidos tradicionales aparecen cada vez más débiles. No se resquebrajan solos o por inercia. Es la resistencia de nuestras organizaciones y la fuerza de nuestra unidad lo que está logrando agrietar el frente tácito de las derechas.
El frente que hasta ahora unifica varios factores de poder: los dos partidos tradicionales, los que mandan en los grandes medios de comunicación y la cúpula de la administración, la alta burocracia (incluyendo a los mandos militares) y la tecnocracia que manejan el funcionamiento del aparato estatal.
Mientras, los que detentan -dentro y fuera del país- el poder económico, comen y callan. Apuestan al continuismo pero al mismo tiempo saben que hay una parte considerable de su poder que no estará en juego en las elecciones. Gane quien gane, procurarán seguir en lo suyo, que es acumular. Ya veremos cómo les irá. Todo lo que ellos retengan será en perjuicio de la gente de trabajo.
Vale la pena examinar cómo y por qué se está resquebrajando el frente de las derechas. Hay indicios claves que se notan desde la propia conducción de los canales de TV. Ya es notoria la actitud de viejos apóstatas que encienden velas a los nuevos santos. Los círculos concéntricos formados por politólogos, encuestadores, conductores de programas periodísticos, y hasta informativistas, han ido girando lentamente. Con matices y ritmos distintos. Pero todos amoldando poco a poco el cuerpo a una victoria popular. El casi total reconocimiento público, por parte de las encuestadoras, que el FA-EP-NM triunfará en la primera vuelta ha sido un paso significativo.
Recuérdese cómo les costó admitir el avance del voto rosado en el referéndum por ANCAP, cuando hasta el final se intentó difundir sondeos que sugerían una disputa "cabeza a cabeza". La señal de reconocimiento de la victoria en primera vuelta, emitida desde esos centros, habrá de actuar sin duda como un fuerte corrosivo sobre operadores políticos intermedios, de influencia local, que sienten que la permanencia de blancos y colorados en el gobierno es hoy una causa perdida. Y esos operadores, gestores, pequeños caudillos, proclives y beneficiarios del clientelismo, no están dispuestos a quemarse para después pasar veinte años o veinticinco años de gobiernos progresistas alejados de la teta del estado. Ellos después verán cómo sobrevivir, pero, ahora, ¿por qué quemarse?
Carentes de doctrinas propias, cultores rutinarios del pensamiento único importado de los centros imperiales, los partidos tradicionales han desestimulado absolutamente todo intento de auténtica renovación desde abajo. No consiguen cohesionar sus fuerzas y han perdido gran parte de su credibilidad. Además de sentirse el efecto acumulado de muchos años de engaños, de muchas promesas incumplidas, algunos de los sultanes claves del conservadurismo neoliberal, Batlle, Lacalle y Sanguinetti, todavía no se han repuesto del golpe que la izquierda y el movimiento social les asestaron el 7 de diciembre. Victoria promovida desde abajo, a la que no siempre la izquierda ha dado la valoración que merece: contribuyó a mellar piezas claves de los partidos adversarios, en algunos casos de manera muy importante. A Lacalle, sus propios correligionarios le impidieron ser candidato al Senado. Sanguinetti, que sigue en carrera, aparece especialmente irritado, casi como un gorila irritado. Sus alocuciones desaforadas y agresivas empatan poco con la imagen del intelectual-estadista, del sereno-conductor-para-las-horas-de-peligro sobre la que estuvo retocando su autorretrato durante decenios. El ex presidente es otro que perdió el estribo el 7 de diciembre, y no consigue volver a calzarlo.
Más que a Stirling y a Larrañaga que, pobres, uno ve que hacen lo que pueden, es a estos tres desmejorados dirigentes políticos y a su séquito de sobones y alcahuetes, a quienes cabe la responsabilidad del proceso de fragmentación de los viejos partidos.
La pérdida de credibilidad de los dirigentes continuistas, el resquebrajamiento de sus apoyos mediáticos, académicos y, en parte, de la burocracia estatal, van estrechando el margen de maniobra antidemocrática que, en actitud delirante, podrían imaginar.
Es un signo de la hora. Les falta prestigio para convencer a las masas dentro de los marcos legales. Y, al mismo tiempo, les falta unidad para conspirar fuera de ellos. Y como música de fondo, los más atentos, ya están oyendo cada vez más cerca la música del "trágala", aquella vieja canción que los republicanos españoles les cantaban a las derechas autoritarias. La izquierda en el gobierno, trágala. Aumento del gasto social para terminar con la miseria y el hambre, trágala. La independencia del Poder Judicial y el fin de la impunidad, trágala.
Finalmente, vale la pena no dejar pasar los anuncios realizados por autoridades del Ejército de convocar un Tribunal de Honor para juzgar la publicación del libro de memorias del general Óscar Pereira.
Como se puede percibir, por ahí anda más gente, que tiene poder, y anda muy confundida. ¿Cómo era que decían...? Gente que "perdió los puntos de referencia" y todavía no los encontró. Parecen no haber entendido que el Ejército no está en condiciones de constituir un Tribunal de Honor al ciudadano Pereira. Y no lo está porque las Fuerzas Armadas se han negado sistemáticamente a depurar sus cuadros de personajes que durante la dictadura cometieron crímenes aberrantes. ¿Quiénes integrarían tal tribunal? ¿Algunos de los oficiales requeridos por la Justicia chilena por supuesta complicidad con el asesinato de Berríos? ¿O alguno de los citados en las causas judiciales argentinas por el secuestro y desaparición de Gatti, Duarte, Liberoff y tantas decenas y decenas de uruguayos? ¿Lo formarían los acusados de haber asesinado a Michelini y Gutiérrez Ruiz? ¿Qué clase de tribunal sería? ¿De qué tipo de honor se trata?
En el contexto general que hemos descrito ¿quién se atrevería a ensuciar la cancha buscando detener el andar del pueblo hacia el gobierno y hacia un largo ciclo de transformaciones profundas?



13) 04/10/04 Ayudarlos a irse y a conocer las virtudes del ayuno
Contratapa La República.


Ayudarlos a irse y a conocer las virtudes del ayuno
Escribe: Hugo Cores.
Usar un espacio de debate público como es éste, a pocas semanas de una elección decisiva y donde todos queremos ardientemente la victoria, es una gran responsabilidad. Tanto mayor cuanto más próxima parece la serena victoria popular. Me resultaría penoso gastar un centímetro del periódico que no estuviera destinado a suscitar un mensaje político, una idea discutible, un estímulo para mejorar la acción.
En estos días la izquierda ha empezado a vivir una de esas situaciones que son de las mejores que se pueden dar en democracia: efervescencia política, fraternización y crecimiento y cierto estado permanente de intercambios de noticias y pareceres.
La discusión que enriquece
A mi modo de ver, manteniendo ese clima, habría que avanzar un poco más en la contraposición de opiniones, acerca de cómo estamos viendo las soluciones para los problemas del país (de la deuda, del agro, de la salud, la educación, el empleo) en unos intercambios que, además, den una explicación no meramente electoral de la existencia de las distintas corrientes y su razón de ser como agrupamientos colectivos, fundamentos que se suponen que van más allá, y vienen de antes, de poner a fulano o sutano en tal o cual lugar en una lista al Parlamento.
Discusión para aclarar identidades, desagregar temas nacionales que pueden aparecer confusos o nuevos. Contraposición de opiniones pensando en saldarla sin vencedores ni vencidos entre nosotros.
Contraposición serena de opiniones para estar en mejores condiciones de conciencia para enfrentar los nuevos avatares de una lucha política que no tiene punto final el 31 de octubre, aunque ganemos holgadamente.
Mientras el desempeño de la izquierda en la campaña electoral ha ido mejorando notoriamente, el oficialismo aparece como opaco y con signos de desmoralización. La contienda entre Batlle y Sanguinetti ha resultado fatal para el coloradismo y Larrañaga no levanta vuelo.
La posibilidad de no poder disponer del Estado como de un patrimonio propio enceguece a blancos y colorados. La inminencia de las auditorías administrativas que analicen enriquecimientos ilícitos y despilfarros, tampoco cae bien. La inexorable declinación de la impunidad en todas sus formas, tampoco resulta tranquilizante.
Cuando el poder el Poder Judicial pueda actuar sin las presiones políticas del Poder Ejecutivo ¿cuántos querrán ponerse la piel de cordero (Manuel) y "dejar de aparecer por los lugares que frecuentaban?"
Tendrán que prepararse para la cuaresma
El fin de un ciclo tan largo de dominación por parte de un sector social minoritario, quizás el ciclo más largo que conoce un país de América Latina, ¿no inducirá a algunos descocados a imaginar actos irresponsables, a jugar sucio, a entreverar las cartas?
Contrariamente a lo que han dicho algunos seudocientistas, para el desarrollo de un gobierno progresista que introduzca cambios reales de signo popular y nacional no hay riesgo de desborde social ni "estallido de demandas populares" que resulten incontrolables o desestabilizadoras.
Los problemas de la llamada gobernabilidad, del saboteo a la gestión democrática progresista, son más previsibles que vengan desde las mafias de todo tipo, que asociadas o cómplices con algunos grupos y corporaciones empresariales se han venido adueñando de algunos partidos y de algunas parcelas esenciales del Estado, promoviendo políticas favorables a sus propios fines y en detrimento de los intereses de las grandes mayorías.
¿Cuántos de estos aprovechadores de siempre estarán dispuestos a esperar en el llano, no los 46 días de la cuaresma bíblica, sino los 20 o 25 años de ayuno, mientras duren las gestiones de "saneamiento" llevadas a cabo por las administraciones progresistas? Esos nuevos elencos de gobernantes sin compromisos con el poder económico a los que no podrán corromper ni hacer claudicar en sus principios.
Ayudarlos a que no se equivoquen
Creo que la inminencia de la victoria nos va empujando a la necesidad de hacernos cargo de la totalidad de la vida política del país. Tenemos que pensar en todo, en no cometer errores y a la vez, estar alerta a los errores o manejos turbios que tramen nuestros enemigos.
Ya vimos la semana pasada hasta qué punto fue magnificado por parte de Sanguinetti un trivial incidente en un acto político del Foro Batllista. No es la única exageración que han exhibido en estos días. Por lo que se ve, tampoco al Senador Larrañaga le parece desdoroso aparecer como víctima.
En la disputa por el continuismo, que no sin cierto estupor empiezan a ver como perdida, algunos sectores de los partidos tradicionales están haciendo una rápida reconversión. No les disgustaría posar de "víctimas de la violencia marxista" o de la mala fe de los argumentos esgrimidos por la izquierda.
El tramo de campaña electoral que aún resta por transitar es ya demasiado breve. Cualquier interferencia que ensayen tendrá que ser bien pensada y mejor ejecutada.
Para intentar acciones de destabilización previas a las elecciones del 31, las mafias de la derecha tendrán que soldar fisuras y unificar el mando. Hay que estar alertas porque de alguna manera la derecha tratará de generar hechos políticos que enturbien la campaña.
"Mentime que me gusta"
Pero será difícil realizar una maniobra, aún con el apoyo mediático de las grandes familias, que logre disipar la espesa capa de falta de credibilidad de la población.
No son creíbles. Y no es que lo sean a causa de episodios triviales o recientes. No son creíbles porque el proyecto histórico que impulsaron contra viento y marea, el de las privatizaciones, la sumisión al capital financiero, la obediencia irrestricta al Fondo y demás agencias, ese proyecto naufragó. O, mejor dicho, hundió en el naufragio a buena parte de nuestra sociedad.
Ellos tienen todavía recursos. La impunidad les ha dado aliados incondicionales. Concentran el poder económico y el control de los medios y de la administración.
Pero la inmensa mayoría de los uruguayos no les cree. Sabe que han mentido y mienten. Que han ocultado y ocultan. Que se han enriquecido y esperan seguir haciéndolo. En eso, la legalidad los mata, la transparencia los debilita, la movilización democrática los desnuda.
Junto con la alegría y la fraternización, el estado de alerta progresista no sólo es válido sino también necesario.
Queremos votos y queremos conciencia, dijo Tabaré
Y no vemos, nunca hemos visto, otro camino que no sea el de la organización política, la conciencia social, la movilización cívica y la unidad. Con esos cuatro factores, las fuerzas democráticas hicimos retroceder a la dictadura. Después, derrotamos a las privatizaciones que quería Lacalle, el Menem uruguayo. Finalmente, el 7 de diciembre pasado, a la ley de asociación que ponía en riesgo a Ancap. Son todas experiencias que las aprendimos hace mucho tiempo, son una tradición del movimiento obrero y popular uruguayo.
Con esa línea de acción no habrá tramoya continuista que nos desvíe.
La República el 4 de Octubre de 2004



14) 27.09.04 Incomodo y revelador testimonio de un soldado. Contratapa La República.


Incómodo y revelador testimonio de un soldado
Escribe Hugo Cores- PVP 567 Frente Amplio- Uruguay.

La publicación del libro de memorias del general O. Pereira ha irrumpido como una luz inesperada sobre varios temas de importancia nacional. Una luz, para la que el país oficial no estaba preparado, demasiado intensa y demasiado blanca, apuntada a una zona que la nación hipócrita prefiere mantener en el campo de la reuniones clandestinas y los rumores, en esa penumbra gris a la que acceden unos pocos elegidos, “que son los que la saben posta”. Y minga de la mentada transparencia republicana.
Esa irrupción echa luz sobre la transición y la primera gestión presidencial de Sanguinetti, sobre cómo se gestó e impuso la impunidad y sobre cómo las FFAA siguieron formando parte de la ecuación de poder conservadora que se ha pretendido erigir contra los cambios progresistas.
Una presencia “virtual”, legendaria, fantasmagórica, apenas capaz de colocar cobardemente unas bombitas contra algunos denunciadores intransigentes.
Decíamos que el Uruguay oficial, el de los blancos y los colorados, no estaba preparado para este testimonio revelador, que da en el centro de la responsabilidad de los políticos en el mantenimiento de la impunidad y de todos los recortes que nos han venido imponiendo a la democracia uruguaya.
El país oficial no estaba preparado.
Todos los antecedentes de este tipo de revelaciones parecen indicar que pronto lo estará. Y es posible que aguarde a O. Pereira, sería deseable que no, el destino de todos los que, como él, iluminan lo impresentable, de todos los que alzan su voz para enfrentar al Uruguay conformista y cómplice.
Como precisamente le pasó, contra Batlle y Sanguinetti, al ex director del BROU, Julio Herrera Vargas, en abril de 1968 por mostrar la estafa que fue la infidencia.
Como le había pasado, diez años antes, al Dr. Carlos Viera, catedrático de la Facultad de Derecho, por evidenciar los escándalos y las corruptelas en el Banco Hipotecario.
Como le pasó a José Germán Araujo, por ser indoblegable en las imputaciones a los violadores a los derechos humanos durante la dictadura. O, en parte, lo que ocurrió con Leonardo Niccolini, con sus denuncias contra algunos jerarcas de la administración presidida por Lacalle.
Pero en esto hay algo más, pase lo que pase con Pereira. En su testimonio hay algo más revelador. De un saque, nos quita la venda de los ojos sobre veinte, ¡veinte años! de historia uruguaya. Los veinte años de la interminable transición.
Años durante los cuales nos estuvieron mintiendo. Sanguinetti y Lacalle. Sus ministros y sus abogados. Sus aliados, como Gonzalo Aguirre, cuando amedrentaba “alertando” en el Parlamento que 40 mil fusiles apuntaban a los legisladores cuando éste pretendía actuar en ciertos temas militares,.
Ahí estaba la fiera enjaulada, las Fuerzas Armadas que lucharon contra la subversión. Cuidado con ellas. No se podía alzar la voz ni levantar acusaciones en su contra. Se pondrían bravísimos. La situación institucional se volvería frágil y hasta existiría la amenaza de un golpe. Los representantes civiles tenemos que hacer conducta, no exasperar a la fiera. En eso consiste la transición en paz, crédulos compatriotas. Orientales, más que prudentes orientales, prudentísimos orientales, no hagamos olas. El tiempo borrará las heridas. No provoquemos ahora a la fiera. Hay que amansarse para vivir, como exigían en la dictadura de Terra.
Los crímenes de uruguayos en Buenos Aires ya se olvidarán. Lo que importa ahora es la paz. Con injusticia sí, pero paz al fin. Con impunidad, pero durmiendo tranquilos.
No, nos dice Pereira, la impunidad no era inevitable. Si el Presidente de la República, junto con el Ministro de defensa, Comandante en Jefe de las FFAA, hubiera hecho efectiva su autoridad, el general Medida no hubiera podido guardar en una caja fuerte las citaciones que el Poder Judicial remitía, en pleno uso de sus facultados constitucionales, al puñado de asesinos y secuestradores acusados de los crímenes más graves ocurridos durante la dictadura.
Ni la impunidad hubiera sido inevitable ni el hecho vergonzoso de darle cobertura, siete años después de terminada la dictadura, a los verdugos del chileno Eugenio Berríos, asesinado en el marco del Plan Cóndor, perfectamente activo (y criminoso) mientras nosotros jugábamos a la democracia sin adjetivos. Cuando la derecha ponía el grito en el cielo ante las resoluciones de los congresos del FA que hablaban de luchar contra la tutela militar que se pretendía ejercer sobre la democracia.
En esto días Raúl Olivera Alfaro ha escrito: “Por otra parte, de las manifestaciones del Gral. Pereira, surge claramente que a los distintos partidos que han gobernado el país, en el pasado les sirvieron los oficiales torturadores y hoy les sirven los oficiales y soldados impunes. Lo preocupante es que esa responsabilidad del sistema político no cuente en Uruguay con los resguardos de un sistema judicial que actúe con valentía y apego a los fundamentos jurídicos del derecho humanitario internacional.
Oscar Pereira reconoce que las torturas, asesinatos y desapariciones de personas durante el proceso cívico militar constituyeron un "procedimiento bestial" aceptado de "buen grado" por las Fuerzas Armadas. "Todos aceptamos de buen grado el procedimiento bestial" de “...el deshonesto saqueo de viviendas, el ultraje de mujeres indefensas y la perversa desnaturalización materna de recién nacidos". Esas "injustificables aberraciones" existieron.
A diferencia de buena parte de la literatura que existe sobre la dictadura , el libro de Pereira no es un relato de anécdotas entretenidas o de casos memorables. Aporta elementos críticos, revela situaciones desconocidas por el pueblo uruguayo y que ahora aparecen en el testimonio de un jerarca de primerísimo nivel en la carrera militar.
Proponiéndoselo o no, Pereira levanta un acta de acusación. Por un lado, contra los jerarcas militares que alentaron e impusieron las órdenes que violaban gravemente los derechos humanos. Por otro, marca la responsabilidad y la complicidad de los jerarcas civiles, de los políticos blancos y colorados, que comandaron la transición y que aceptaron una salida sin examinar las responsabilidades de los jerarcas militares en los graves crímenes cometidos durante la dictadura.
Pero hay algo más. Caída la recriminación sobre el campo de los civiles, sería erróneo considerar que la responsabilidad le cabe sólo a los dirigentes blancos y colorados que dieron su aprobación a la Ley de Impunidad.
La “cultura” de la desmemoria, la permisividad ante el terrorismo de Estado y de la impunidad se construyó con la participación voluntaria de gente perteneciente a variadas disciplinas y mentalidades, desde abogados hasta cronistas e historiadores: todos aunados en amplificar “los peligros” que entrañaba reclamar verdad y justicia.
A la luz del testimonio de Pereira habrá que releer muchos sabihondos y engolados llamados a la prudencia y al realismo por parte de aquellos políticos conservadores y situacionistas que hablaban “sabiéndolas todas”.
En ese sentido, agrega Raúl Olivera, “este nuevo testimonio puede ser simplistamente incorporado al imaginario popular bajo el comentario “ya lo sabíamos”. Lamentablemente a nuestra sociedad en su conjunto mucho le falta saber sobre nuestro pasado. Y sólo valorando estos aportes, en su justo término y valor, se podrán articular, desde las fuerzas del cambio, políticas que desde la lógica de la radicalidad democrática liberen a nuestra formación social del flagelo de la impunidad en todos sus niveles y manifestaciones”.



15) 20/09/04 Pensando en la victoria del 31 de octubre. Contratapa
La República.


Pensando en la victoria del 31 de octubre
Escribe Hugo Cores- PVP-567, Frente Amplio.
En plena campaña electoral, el poder presiona al pueblo, a quien está llamado a decidir. Controla la información que se difunde y desbalancea la contraposición de ideas. Los premios van para las voces y los ecos del pensamiento único por más falsas o rutinarias que sean. Otro tratamiento tienen aquellos que piensan en términos de justicia e igualdad de los ciudadanos ante la ley.
Una forma de presión son las microcampañas contra los dirigentes del FA que levantan unos centímetros la cabeza por encima del parapeto constituido por las frases genéricas y las invocaciones habituales.
Levantó cabeza: ¡fuego!
Al que desentona, patíbulo. Si alguien (Cancela, Olesker, Carlos Viera) dice pío sobre el programa del FA, ya sabemos que se prepara un pequeño linchamiento mediático.
Ni hablar si alguien sostiene, por ejemplo, que es una vergüenza nacional la lentitud del trámite que habilita la extradición de los militares acusados por la Justicia chilena de haber participado en el asesinato de Eugenio Berríos en el año 1993.
O de las responsabilidades de la Compañía de Contrainformaciones del Ejército, situada por entonces en la sede del ex CGIOR, en la ex calle Dante (todo es ex por ahí, menos las conspiraciones antidemocráticas) en los atentados realizados a principios de la década del 90, durante el primer gobierno de Sanguinetti, “el conductor de la transición en paz”.
De lo que no se habla públicamente
En aquel momento se supo – y se supo hasta en lugares tan alejados de las cuestiones de la seguridad pública como el Ministerio del Interior ejercido por Juan Andrés Ramírez-, eso lo sé yo ‘de la boca del caballo’, que los responsables de los atentados a bomba y bala, en 1991 y 1992, contra algún diputado frenteamplista cargoso, revistaban en aquella unidad militar. Y también circularon los nombres de los involucrados en aquel atentado terrorista de derecha.
La misma unidad y los mismos individuos por los que, desde hace un tiempo, en forma insistente, se interesa la justicia chilena. Y no precisamente para agradecerles su cooperación con la ley o su denuedo humanitario, no. Y que ahora un juez uruguayo accedió a extraditar y ya comenzaron descaradamente las presiones para que ese acto de justicia se postergue indefinidamente.
Creo que los silencios son una forma de complicidad y por eso vale la pena reiterar lo aprobado en el último Congreso del FA en el sentido que la “impunidad ha sido un obstáculo para la democracia”. Y que es necesario terminar con el predominio de la Doctrina de la Seguridad Nacional que hoy prevalece en los mandos del Ejército.
La democratización de los medios masivos
En su discurso del día 10 en la Terminal Goes, Tabaré puso el acento en la necesidad de un tratamiento ecuánime para todos los partidos por parte de los medios de comunicación. Todos tendríamos que solidarizarnos con esa demanda sencilla y justa. Y hacerlo sin temor a exponernos a la veda informativa con que los dueños de los canales castigan a los militantes políticos que los quieren democratizar.
Conquistar la opinión pública, sobre todo si se pone el acento en desarrollar la conciencia crítica del ciudadano, es una tarea ardua. Lleva tiempo y energía. Y no se arregla con sólo con prosa didáctica, aunque esta (que algunos frenteamplistas la tienen y de excepcional calidad), es muy importante en determinadas instancias y debates.
Las tareas cotidianas de organización
Junto con la acción pedagógica marcha la acción política práctica, la que se realiza con el conjunto de la ciudadanía. Lo que antes se llamaba una acción política masiva, es decir la experiencia realizada en común por la izquierda en el marco de una campaña cívica. ¿Cuánta experiencia valiosa nos dejó el referéndum sobre Ancap. ? ¿Algo similar no ocurre con la campaña en defensa del Agua y de la Vida?
Tabaré hablará con los propietarios de los medios de comunicación. Tendrá junto a él el apoyo de todo el pensamiento democrático, el ejemplo de otros países de instituciones democráticas más abiertas y maduras y el de todas las fuerzas progresistas.
Pero es probable que los amos de los medios, ese núcleo conservador y cerrado, que tiene fuertes lazos por el gobierno actual y con los centros del poder económico, nieguen el derecho a una distribución equitativa entre los distintos partidos del tiempo disponible para dirigirse al pueblo soberano.
¿A qué experiencia recurriremos? A la nuestra, por supuesto. A la de las movilizaciones cívicas ejemplares de 1992 contra las privatizaciones de Lacalle y la de ANCAP.
Es imprescindible fortalecer las redes de información alternativas, las que podemos contribuir a desarrollar desde nuestra propia inserción social y política. Y como soporte de esas redes, la vida política activa en todos los ámbitos, empezando por la propia estructura de base de nuestro Frente Amplio. Así se forjaron siempre nuestras victorias.
Lo que está en juego
Lo que está en juego el 31 de octubre, desde el punto de vista simbólico y desde la realidad social, es más significativo, más dramático, más desgarrador para ellos que para nosotros.
Si perdiéramos, sería un revés doloroso pero seguiríamos organizados y en lucha. Y nos volveríamos a presentar a los plebiscitos, elecciones, huelgas, actos y movilizaciones a las que siempre ha recurrido el pueblo.
Para ellos el hecho perder, es el temor a lo desconocido. El fin del privilegio. Es la muerte de los ángeles protectores que desde el poder han velado siempre por el bienestar y la seguridad de las familias de gran fortuna. Por el sueño tranquilo de los ricos y poderosos.
Se acerca para ellos la hora en que ya no habrá amigos-cómplices en la Corporación para el Desarrollo, ni amigos que “dejan correr” en las oficinas de contralor del Banco Central, ni amigos que hacen la vista gorda al contrabando, la evasión o la usura.
En la nueva Oficina de Planeamiento se va elaborar un presupuesto que no estará pensado para “carnear” al patrimonio estatal y negociarlos con socios extranjeros. No elaborará un presupuesto con el ojo puesto en la carrera de tal o cual pariente o correligionario. Se hará pensando en el país. ¡Qué pesadilla, cuántos quedarán huérfanos de padrino!
Todo me lleva a pensar que en la sociedad de clases pelea más y más encarnizadamente el sector que defiende sus privilegios. Sobre todo un privilegio que se detenta desde hace tanto tiempo que se vive como un legítimo derecho, como algo de “sentido común”.
El alerta democrático
Perder unos privilegios “realmente existentes”, que vienen de los bisabuelos. O de más atrás. Situaciones “normales”, ¡vamos!, que papá y mamá cuidaron y que con la ayuda de Batlle, Lacalle y Sanguinetti, acrecentaron, no es eso algo trivial, a lo que se acceda así por así, sólo por un pronunciamiento democrático de las urnas, no.
Por eso se lucha, encarnizadamente. Es bien posible que aún más encarnizadamente que cuando desde abajo se reclama por un derecho que ha caído en desuso, que sólo ha quedado en el papel, como el derecho al trabajo y a un salario digno, a una salud pública abastecida y a una enseñanza ejemplar, semillero de conciencias y de espíritu creativo, como hemos sabido tener otrora por estos pagos.
Me temo que entre las “hipótesis de conflicto” los progresistas tenemos que incluir la posibilidad que, fracasados los somníferos, ahogado el buen sentido cultural y legalista de aceptar la derrota, los sueños y los desvelos de los que sienten amenazados sus privilegios, los lleven a recrear (o reactivar) los monstruos y los cucos con los que intentan confundir al pueblo.
La República, lunes 20 de setiembre 2004



16) 13/09/04 Se va a terminar el largo verano de la jauja. Contratapa
La República.


Se va a terminar el largo verano de la jauja
Escribe: Hugo Cores- PVP-567, Frente Amplio.
El pasado 2 de setiembre, un lector de La Republica a través de un mensaje publicado como “llamada al Director”, nos emplazaba a que brindáramos nombres de los jerarcas de la administración, que, actuando como beocios (imbéciles) desalentaban a los buenos funcionarios que tenían a su cargo, obstaculizando o impidiendo que dieran lo mejor de sí en el desarrollo de la función pública.
1- Esto ocurre en buena medida en la mayor parte de la administración central y de las empresas públicas, pero no es a mí a quien corresponde hacer la denuncia específica (por lugar, por persona) del rol de “saboteo” al desempeño del Estado que realizan muchos jerarcas ligados a los partidos tradicionales.
En primer lugar por una razón de idoneidad: hay quienes, sobre el punto, están mejor informados que yo. Tomemos el ejemplo de los bancos oficiales. Las Comisiones Representativas del Personal del B. De Seguros o del Banco Hipotecario se han cansado, en los últimos años, de denunciar las torpezas, despilfarros y favoritismos en que han incurrido los Directores de las empresas y de los jerarcas que les son incondicionales. Y que han generado con esto pérdidas multimillonarias a esos bancos.
Denuncias similares ha realizado la Federación de Funcionarios de OSE, mostrando la enorme cantidad de cargos gerenciales creados a tontas y a locas por parte de los actuales directorios del organismo, al que por otra parte ellos mismos pugnan por privatizar, por ser OSE, dicen, “cara, burocrática e ineficiente”.
Otro tanto ocurre en múltiples oficinas del Estado: por eso creo que es válida la afirmación inicial en el sentido que los gobiernos blancos y colorados recientes han encumbrado a unas camarillas gerenciales de cernícalos incompetentes y sumisos, que desconocen la materia que tienen entre manos y que violando la autonomía establecida en la Constitución y las respectivas cartas orgánicas, son simples poleas de trasmisión de las malas políticas (tercerizadoras, clientelísticas y privatizadoras que se imponen desde el Poder Ejecutivo). Llegado el momento, estos jerarcas también tendrán que dar cuenta del dinero ajeno que han contribuido a despilfarrar.
2- La semana pasada otro lector nos pidió que hiciéramos pública la lista de las falsas cooperativas que se dedican a los préstamos usurarios. Es necesario que la población sepa el nombre de esas entidades, escribió. Tiene razón: las diez “cooperativas” usureras denunciadas públicamente por AFINCO (la Asociación Nacional de Afectados por Intereses de Usura) en el Uruguay son: Cossac, Cash, Coacc, Cosur, Asccan, Socaci, Cacsoe, Ocac, Codac y la Cooperativa de Promoción y Bienestar.
Aunque hasta ahora no se ha logrado ninguna sentencia penal que castigue a los usureros, ya existen pronunciamientos a favor de los deudores estafados en el campo de la justicia civil. No se trata de un engaño contra unos pocos: los volúmenes de dinero que en el mercado parabancario se estafan mediante la usura a personas de bajos recursos son multimillonarios, calculándose que representan entre un 12 y un 15% del Producto Bruto Interno.
Es a la actividad de estas empresas a la que, lamentablemente, se refiere una circular reciente del Banco Central (2004/0710) cuando dice “las (diez) cooperativas denunciadas no se encuentran dentro del elenco de instituciones sujetas al control de este organismo”.
3- Durante los procesos revolucionarios vividos en Francia en el siglo XIX, un conspicuo dirigente de la burguesía conservadora, que aspiraba a una violenta represión contra el movimiento obrero y democrático, sostenía: “La legalidad nos mata”.
La legalidad republicana, que otorgaba ciertos derechos y garantías a todos los ciudadanos “mataba” las intenciones de aquellas fracciones burguesas más reaccionaras que impulsaban el famoso “enriqueceos, enriqueceos” con el que, desde el poder, se alentaba a los empresarios. Y el garrote para los que se resistían.
La legalidad nos mata podrían decir hoy muchos jerarcas, de la administración central o las empresas públicas, que sienten como inminente un cambio de gobierno y de régimen, que vislumbran el fin del reinado de las relaciones clientelares y de la política a favor de los parientes y correligionarios.
El anuncio del Dr. Tabaré Vázquez de realizar una auditoría administrativa, para determinar las responsabilidades con relaciones a los dineros públicos por parte de todos los jerarcas de la administración actual, ha puesto en situación de pánico a muchos aprovechados y manirrotos acostumbrados al largo verano de la jauja que significaron los gobiernos de rotación entre las mismas familias blancas y coloradas.
Con el advenimiento del gobierno progresista ya no habrá padrinos a los que recurrir. Y habrá que tener todos los deberes hechos y las cuentas tendrán que dar justo, frente al Tribunal de Cuentas, a la Superintendencia de Bancos y frente a todas las oficinas de contralor del gasto público previstas en los textos legales y constitucionales. Contralores que en el papel no faltan. Faltan en lo hechos de la administración.
Contrariamente a lo que pudiera pensarse, no son cosas que se escriban con alegría. Bien sabemos que aquellos a quienes la legalidad los mata sienten siempre –y a veces lo hacen- la necesidad de adelantarse y matar ellos a la legalidad.
4- De ahí una última anotación a estas reflexiones sobre los hilos ocultos que se mueven tras los telones de nuestra democracia. El Directorio de OSE acaba de dar un fuerte golpe de timón. Rompió primero un compromiso serio y fundado con CONEX, una consultora ligada a una empresa pública uruguaya, UTE. Y lo hizo, de manera grosera, para entregarlo, asumiendo un compromiso grave, a una trasnacional extranjera la SAFEGE (Sociedad Anónima Francesa de Estudios y Gestión) a la que entregará un conjunto de información estratégica esencial sobre OSE, información que no se le ha brindado al Parlamento ni a los partidos ni a la opinión pública uruguaya. Obviamente que todo esto se hace violando el texto y el espíritu de las normas que regulan el organismo.
Y se hace cuando el país, a través de sus órganos soberanos competentes, han convocado para la realización de una reforma constitucional que impida la privatización de los servicios de agua potable y saneamiento. Una política de dos caras: culto aparente a las formalidades de la democracia y, mientras tanto, y, hasta donde se pueda, en secreto, se hace lo que los intereses de los lobbies y sus personeros políticos quieren.
5- Algo similar ha ocurrido con la vertiginosa tramitación de un tratado de protección recíproca de inversiones... nada menos que con los Estados Unidos. Tratado que Uruguay sería el primer país de Latinoamérica en suscribir y que es visto con particular reticencia por nuestros principales socios del MERCOSUR, Argentina y Brasil, pero con goloso interés por los Estados Unidos.
También este movimiento, que no tenemos aquí espacio para examinar, apunta a crearle nuevas situaciones de hecho a la administración que sobrevenga después de las elecciones del 31 de octubre.
Parece tratarse entonces de una forma de hacer que la transición no sea tal. En lugar del cambio que votará la gente, las deudas, los compromisos y los mecanismos que se intentan instalar procurarán que los lineamientos actuales de política económica sigan comandando la acción del nuevo gobierno.
Hay que admitir que no es una pretensión chica: cambiar de partidos en el gobierno, cambiar de mayorías en el Parlamento, cambiar de Presidente de la República y hacerlo de manera tal que los recién elegidos por la voluntad popular se vean obligados a hacer lo mismo que han venido haciendo Batlle, Alfie y demás integrantes del actual gobierno.
Una verdadera trasmutación política para burlar los anhelos de cambio del pueblo uruguayo. ¿Pasará?
La República lunes 13 de setiembre de 2004




17) 06/09/04 El Uruguay “tapado”: el gran lucro va en secreto y la miseria también. Contratapa La República.


El Uruguay “tapado”: el gran lucro va en secreto y la miseria también.
Escribe Hugo Cores- PVP-UF Frente Amplio Lista 567
En sociedades como la nuestra, la democracia –aún entendida en su dimensión más escuálida y formal- se ve fuertemente restringida por la falta de transparencia. Veamos algunos ejemplos.
Todo lo que tiene que ver con lo financiero está recubierto por el secreto. De las estafas de los financistas, banqueros y especuladores nos enteramos siempre mucho tiempo después de que se han producido y raramente el Estado logra luego recuperar una parte mínima de lo robado.
1
En estos días, con la comunicación librada por las autoridades del Banco Central a la Asociación que defiende a los afectados por intereses de usura, AFINDU, se ha conocido una nueva actitud de deslinde de responsabilidad por parte del Estado.
En respuesta a una nota donde se denunciaba la acción de una decena de falsas cooperativas de ahorro y crédito que incurren en el delito del cobro de intereses ilegales- estamos hablando de intereses que superan el 75% de la tasa media cobrada por los Bancos- la Superintendencia de Instituciones de Intermediación Financiera del Banco Central afirma que las diez“cooperativas denunciadas no se encuentran dentro del elenco de instituciones sujetas al control de este organismo.”
Dicho de otro modo, vía libre para empresas financieras que tienen, entre otras, la facultad de retener jubilaciones y pensiones otorgadas por el Banco de Previsión Social.
A partir de esta retención, la falsa cooperativa, que actúa también sin mínimos contralores internos, como podrían ser asambleas democráticas de sus afiliados, brinda créditos a jubilados y pensionistas. Sobre estos préstamos no hay formas de contralor que permitan estimar el monto de lo retenido a cada jubilado o pensionista por el BPS, ni el número de cuotas que se retendrán ni la relación de estas cuotas e intereses con el monto del préstamo inicial.
Se trata, una vez más, de operaciones contra los sectores de menores ingresos y con menos información de nuestra sociedad.
Aunque las denuncias por el cobro de intereses usurarios ante Área de Defensa del Consumidor del Ministerio de Economía han sido centenares, no ha habido una sola medida de protección a los perjudicados ni se han puesto trabas para detener los abusos de que son víctimas los consumidores.
Por el contrario, las actuaciones de estos mecanismos de contralor del Ministerio de Economía han dado muestras de una cómplice negligencia en el freno de estos abusos. Parecería que algunos funcionarios están no para defender al ciudadano que es víctima de la usura sino para cuidar de los intereses de los usureros.
Aproximadamente cien mil jubilados y pensionistas reciben sus asignaciones por intermedio de diez de estas falsas cooperativas, alguna de las cuales, además, está notoriamente vinculada a actividades de tipo político electoral expresamente prohibidas por la ley.
Como ocurrió en el año 2002 con la escandalosa falta de contralor por parte del BCU de las acciones delictivas de los banqueros privados, las autoridades dejan actuar libremente a los que lucran con las necesidades, el apremio y la ignorancia de sus derechos que padecen los más desposeídos.
2
Días pasados el presidente de UTE explicaba ante la prensa las causas del apagón que afectó recientemente a Montevideo. Al pasar, Scaglia hizo referencia a la existencia de una población, Tres Ombúes, situada en la periferia de Montevideo, en una zona sumamente expuesta al peligro de una violenta descarga eléctrica, como efectivamente ocurrió accidentalmente días pasados provocando quemaduras graves a un niño.
En las inmediaciones de las torres de alta tensión, que trasmiten una fuerte carga de energía eléctrica, cientos de personas habitan casas de lata construidas sobre terrenos rellenados de basura. En tal situación, los habitantes de ese asentamiento corren gravísimos riesgos. “La existencia de esa población no es un problema de UTE”, sostuvo su presidente.
En un sistema como el nuestro, la existencia de los pobres no es un problema para el gobierno. Aunque los que viven en condiciones de necesidad extrema, como ocurre ahora entre nosotros, sean cientos de miles. No son un problema sobre todo si son mansos y si viven lejos de las torres de alta tensión. Y cuando los excluidos no son mansos, los problemas sociales se transforman en una “cuestión de policía”. Que es también una forma engañosa e inconducente de abordar la realidad de la gente a la que el régimen empuja a la marginalidad.
Lo que no se ha logrado ni se logrará con gobiernos como los de Lacalle, Sanguinetti y Batlle, es que la cuestión social adquiera un estatuto propio y determinante en el momento de decidir las políticas económicas. Esas políticas ya dieron toda su (mala) leche. Y son cada vez menos los que esperan algo que atenúe los flagelos sociales de la desocupación, del hambre y la miseria. De ahí el incontenible ascenso de los que creen que hay que buscar otros caminos y dar un golpe de timón a favor de los más necesitados.
3
Finalmente hay un aspecto que tiene que ver con la acción política y de los medios de comunicación de masas, especialmente de la televisión abierta.
El proceso por el cual, en los últimos años, una parte considerable de la población urbana se ha visto expulsada de la ciudad y sus posibilidades, se desarrolla en secreto. Más de 150 mil uruguayos han sido arrojados a asentamientos marginales, en muchos de los cuales los niveles de pobreza alcanzan su mayor y más dramática expresión. Asentamientos que, sin interrupción, en un proceso lento y silencioso, crecen a un ritmo del 10% al año.
No es fácil hacer números con esto pero hay que pensar en cientos de personas por mes. Así lo indican las dependencias estatales que miden esos desplazamientos de población.
Exilios silenciosos, estas expulsiones son, en la vida familiar de los pobres y de los trabajadores, una verdadera tragedia, que no obstante no logra “ser iluminada desde la dimensión universal y solar de la esfera pública”. No son noticia, ni centro del debate político. Suceden, como sucede que se erosionan los campos, como un hecho “natural”.
Junto con el empleo, o un poco después, el trabajador perdió la vivienda y el barrio, el liceo y la escuela, se alejó la policlínica y las posibilidades de empleo aunque sea en changas.
Tragedia sin público. Los pobres no intervienen en la decisión sobre qué cosas son un problema grave y cuáles son las soluciones. Por eso su confinamiento en los campos de la miseria es opaco. Una cuidadosa articulación del poder político con el poder de los medios de comunicación (y de algunos académicos) ha logrado sacar del debate la problemática de la explotación y la marginalización social. Drama social que se vive en privado.
En la sociedad política suelen discutirse las declaraciones más extravagantes de algunos dirigentes.
Salvo para la izquierda, que se ha comprometido con un plan para atender la emergencia social, en el país oficial, en los discursos de Larrañaga y de Stirling, lo que nunca aflora es ese cuadro de destrucción social que padece Uruguay y menos aún la explicitación de las soluciones a que se apelará para resolverlo.
La República, 6/9/2004



18) 30.08.04 Democracia e impunidad: una convivencia siempre propicia al papelón. Contratapa La República.


Democracia e impunidad: una convivencia siempre propicia al papelón
Escribe Hugo Cores (PVP Frente Amplio- Uruguay)
Poco tiempo después de haber sido designado presidente de la república, el dictador Gregorio Álvarez formuló, durante una conferencia de prensa en la ciudad de Artigas, una de las pocas respuestas coherentes con los fundamentos políticos sobre los que reposaba el régimen dictatorial.
Esto sucedió cuando un periodista (la crónica a la que recurro no registra su nombre, pero todo parece indicar que no le faltó coraje) preguntó qué ocurriría cuando, restaurado el sistema de garantías políticas y civiles de la democracia, se levantaran demandas contra el accionar de los militares.
Uno de los principales hombres fuertes del sistema, golpista de la primera hora, activísimo en la lucha contra la resistencia obrera y popular, Goyo Álvarez, respondió lo único que dotaba de una minúscula consistencia al conjunto de su actuación política y militar: dijo no ver inconveniente en exponer públicamente lo actuado, en mostrar todo lo hecho.
¿Acaso no había sido con la acción de las Fuerzas Armadas que se había salvado la patria de la agresión marxista? Ese ciclo histórico no tenía nada que ocultar, al contrario. Era un honor. Constituía un ciclo histórico del cual había que enorgullecerse.
Esta tesitura, reveladora de un pensamiento profundo extendido y persistente, fue sin embargo sacada de circulación casi al día siguiente.
En otra conferencia de prensa, ésta en Montevideo, Gregorio Álvarez sostuvo que nunca se permitiría el revisionismo de lo actuado.
A diferencia de los partidos políticos, sostuvo Álvarez, las Fuerzas Armadas no se equivocaron. En realidad “son un atributo de la nación”, la última reserva en la defensa del “ser nacional”.
Pretender someter al juicio de los magistrados, que dependen del Poder Judicial, la actuación de un “atributo de la nación” sería un imposible no solo jurídico, sino simbólico y filosófico.
Los militares uruguayos se colocaban, como todos los dictadores del Cono Sur, en sintonía con la doctrina vigente en los Estados Unidos, conocida como de la Seguridad Nacional.
En esa concepción se venían formando desde los años sesenta, y ésta había significado una ruptura profunda con las concepciones militares anteriores a la guerra fría, las que tendían a formar oficiales de carrera, ciudadanos, con una fuerte propensión a mantenerse (y mantener a las armas) fuera de los avatares de la acción política directa.
Al retirar su ofrecimiento de transparencia y defensa pública de lo actuado durante la dictadura, Álvarez había cedido a dos tipos de presiones, la de otros militares, que intuían la naturaleza impresentable de sus crímenes y la de los políticos y abogados con los que mantenía los lazos más estrechos, en el ya inminente período de transición que se esbozaba.
Desde entonces ya no se volvieron a oír las declaraciones de “no hay nada que ocultar”. Y reinó y reina la doctrina del rol salvador, de la autonomía y de la inaccesibilidad de la justicia a los actos de los militares durante la dictadura.
Pase lo que pase en Uruguay. Pase lo que pase en Argentina y en Chile, se reconozca o no por parte de las autoridades norteamericanas la existencia de un Plan Cóndor y de responsabilidades de la administración y particularmente de Henry Kissinger, que estaba perfectamente al tanto del curso y de los crímenes que se cometían con aquella coordinación.
Nada de eso da lugar a que se autoricen investigaciones, se recojan testimonios, se den posibilidades de cotejar sobre el terreno las hipótesis elaboradas por los equipos de antropólogos forenses.
Todo se disuelve. No en el aire sino en la emanaciones fétidas del “espíritu de la ley de caducidad” que ha terminado por atrofiarnos a todos.
El establecimiento del principio republicano de la igualdad de los ciudadanos ante la ley está hasta tal punto quebrantado a favor de los hombres de los servicios de inteligencia y represión que incluso empiezan a proliferar obras académicas, con el visto bueno de autoridades de la Universidad de la República, en las cuales se toma, sin someter a juicio crítico y admitiéndolas como dando cuenta de lo sucedido, declaraciones no solo de Kissinger sino de los servicios y mandos castrenses actuantes durante la dictadura. También desde esos lugares se “hace historia” repitiendo “la voz de los vencedores.”
La inaccesibilidad de la justicia a los responsables de los delitos contra la humanidad no es un problema transitorio o táctico. O una actitud, más o menos “realista” o “pragmática” que pueda y deba dejarse de lado. Entraña una cuestión de filosofía del derecho que se disipa, se rechaza, se condena o está llamada a reaparecer.
¿Por qué razón, si fue válida en 1973, no lo será en otro momento? En ese momento, los dictadores rompen con el contrato que los une al resto de los ciudadanos y a partir de esta ruptura se ponen por encima de la condición ciudadana, cometen cualquier clase de atropellos contra los ciudadanos, porque así lo legitima el hecho de actuar en nombre de la salvación nacional. Si esos funcionarios permanecen intangibles para la justicia, opacos, secretos, clandestinos ante la historia, ¿por qué tendrían que abstenerse la próxima vez que la ultraderecha vocifere que la seguridad del país está en riesgo?
Tanto es así que los efluvios pestilentes que emanan de esta impunidad concedida legalmente para los delitos cometidos hasta marzo de 1985 se siguen estirando, como una nube radioactiva, sobre los años siguientes. Y paralizan la acción de los jueces, sosiegan a buena parte de la prensa y llaman a silencio prudente a muchos políticos, como lo demuestra los nueve años de atraso que el país tiene con la investigación del caso Berríos... Y el inefable ministro de Defensa tiene que salir a aclarar un día sí y otro también “que este caso de 1993 no tiene nada que ver con la ley de caducidad”!
El mundo sigue andando. Mientras en Argentina la Corte declara la imprescriptibilidad de los delitos contra la humanidad, la Corte Suprema de Chile, en auspiciosa resolución, volvió a quitar los fueros a Pinochet, que se hace vergonzosamente el loco cuando lo acusan de los Crímenes de la Caravana de la Muerte, pero lleva al día y al centésimo las cuentas en la Banca Briggs de los EEUU, con el dinero robado durante su patriótica cruzada contra la democracia en Chile. Ahora deberá dar cuenta de los crímenes cometidos durante el Plan Cóndor.
A texto expreso, la resolución de la Suprema Corte chilena hace referencia a los crímenes cometidos en conjunto y con la complicidad de militares uruguayos, argentinos y paraguayos. En Argentina, hubo presiones militares contra la Corte, y también fueron muy fuertes las presiones en Chile, pero prevalecieron las instituciones del Derecho.
¿Y aquí? Negando que existe el Plan Cóndor. Protegiendo a sus ejecutores, reproduciendo como verdaderas sus versiones.
Un papelón. La nuestra, en esto de la impunidad, es una democracia siempre dispuesta a hacer papelones.
Y el secreto propósito, marca mayor de la irresponsabilidad: el “que venga atrás que arree”!



19) 23.08.04 La victoria como devolución. Contratapa La República.


La victoria como devolución
Escribe: Hugo Cores
La victoria progresista del 31 de octubre nos permitirá avanzar en la lucha por estos objetivos:
1-Recuperar para las instituciones de la democracia el poder hoy ilegítimamente ejercido por los usurpadores, los deshonestos, los ineptos, los acomodados por-ser-parientes-de, los alcahuetes y los cómplices activos o pasivos de los que están saqueando al Uruguay.
2- Devolver al pueblo la información que se le oculta acerca del estado de las cuentas nacionales, del quehacer bancocentralista, del déficit fiscal y del endeudamiento público, de los archivos de los servicios de inteligencia y de los datos oficiales disponibles sobre la represión durante la dictadura.
3-Poner en funcionamiento la maquinaria ociosa de las reservas morales de los uruguayos, esas que hoy son desalentadas, e inclusive castigadas.
¿Cuántos hay que podrían darle a la sociedad más saber y más tesón y son desalentados por la inmoralidad de los beocios y cernícalos que son sus superiores jerárquicos?
¿Cuántos uruguayos serían más eficaces (y más dichosos) si encontraran una autoridad pública capaz de reconocer su capacidad, su espíritu público y solidario?
4- Poner en funcionamiento la inteligencia ociosa de nuestros técnicos y nuestros científicos, mal pagos, no reconocidos, empujados a abandonar el país.
5- Expandir la iniciativa solidaria y comunitaria de nuestro pueblo, hoy saboteada por la burocracia de los eternos amigos del poder y la riqueza.
6- Devolver la conducción de la enseñanza pública a los que saben y han tomado partido por ella, a sus buenos docentes, a sus inspectores y a los funcionarios y técnicos que tienen puesta la camiseta democrática y popular de la enseñanza vareliana.
7-Destronar las castas gerenciales corruptas o permisivas que se han apoderado de las distintas ramas de la administración y de las empresas públicas, para devolverle participación a los que saben y trabajan en ellas. Y a los ciudadanos que las financian y hacen uso de ellas.
6- Infundir confianza en las fuerzas de la sociedad y terminar con su complejo de perdedor frente a la impunidad de la politiquería y la burocracia entronizada en el Estado.
7- Desalojar el miedo, y la perniciosa ignorancia de nuestros propios derechos, que paraliza mucha de nuestras mejores energías como pueblo, e impide hacer efectivos los derechos esenciales en materia alimentaria, de vivienda y de salud.
8-Terminar con el despilfarro de talento y creatividad de nuestros artistas y artesanos, de nuestros músicos y nuestros cineastas.
9-Devolver a los trabajadores sus derechos sindicales, la negociación colectiva, los convenios de trabajo; ejercer el ministerio de Trabajo, no como se ha hecho hasta ahora, en beneficio de las patronales, sino al servicio de la ley y en defensa de la justicia social.
10-Devolver la dignidad a los magistrados, para evitar la intromisión política en el ámbito que corresponde a los jueces y devolver al Poder Judicial su dignidad mayor, como uno de los tres poderes fundamentales del Estado democrático.
11-Devolver al Parlamento su condición de incomparable representante de la soberanía popular, terminando con el predominio de las castas, con los intentos de los lobbies, con la gravitación del poder económico y con el avasallamiento a que lo somete el Poder Ejecutivo.
12.- Impulsar una democratización profunda de los medios de comunicación de masas, haciéndolos abiertos, pluralistas y sin discriminaciones por parte del Estado y alentar el desarrollo de los medios comunitarios y alternativos, con arreglo a las normas avanzadas y libertarias que en la materia empiezan a ser adoptadas en muchos países.
Si hasta aquí llegó, el paciente lector habrá podido apreciar que, de estas doce metas, seis son demandas de devolución. Es decir restitución de algo que nos ha sido arrebatado. Fervores populares para hacer cesar actos injustos e ilegales.
La restitución de lo arrebatado ¿puede considerarse un programa inalcanzable? ¿Alguien podría tildar de extremista o de irrealizable la instauración de conquistas democráticas e igualitarias que el pueblo ya conoció, ya hizo suyas con su lucha, su talento y, a veces, con su sangre?



16.08.04 Gente de izquierda…que votará con la derecha. Contratapa La República.


Gente de izquierda... que votará con la derecha

16 de Agosto de 2004
En las últimas semanas, sobre todo en ciertos debates en televisión, algunos dirigentes políticos que no acompañan las candidaturas progresistas han dicho que se sienten de izquierda. Ha habido incluso reconocimientos al valor del marxismo y condenas al neoliberalismo y a los regímenes autoritarios como los que encadenaron al país en los años 60 y 70.
Ahora bien, algunos de estos dirigentes sostienen, a la vez, que van a votar a partidos que sustentan, en forma mayoritaria, posiciones definidamente de derecha, que defienden las políticas de privatizaciones, que sus ministros y legisladores se ponen invariablemente del lado del capital en los conflictos con el trabajo y que han contribuido a desmantelar no sólo la industria y demás fuentes de trabajo sino las funciones sociales del Estado, como la vivienda, la salud y la educación, restándoles recursos o obstaculizando su desempeño por la entronización de la politiquería en los puestos de mando.
Izquierdistas, pues, que el 31 de octubre servirán a la derecha, que se sumarán a los defensores del “que todo siga como está” y harán lo posible con su voto (y el de sus partidarios) para impedir que las cosas cambien.
Sería necio no reconocer que hay un elemento de interés en este reconocimiento de la izquierda y del marxismo por parte de dirigentes (como Hebert Gatto o Juan Andrés Ramírez) que no militan en las fuerzas políticas progresistas. Alcanza con comparar esas declaraciones, matizadas e inteligentes, con la política del garrote antiizquierdista, que prolifera en las mayorías de los partidos que hoy se oponen al cambio.
Conociendo las actuaciones públicas de los que se han expresado en este sentido, no tengo razones para dudar de la buena fe con que proclaman su izquierdismo o su respeto por el marxismo. Sólo que creo que esas convicciones no son compatibles con sus declaradas opciones electorales, contrarias al cambio.
Siendo minoritarios en sus partidos, estos dirigentes sumarán su caudal electoral para la consagración de un gobierno donde, sumadas, serán hegemónicas una vez más las fracciones del coloradismo de Batlle y Sanguinetti y el herrerismo de Lacalle y de De Posadas.
Nuestros singulares “amigos” funcionarán como una suerte de “rastrillo de izquierda” o progresista en beneficio de los intereses del opulento poder económico, mediático y burocrático de las fuerzas de derecha, las que se oponen con fervor a perder sus privilegios.
En otra época, cuando la vida democrática en el país recién comenzaba y las fuerzas de izquierda eran pequeñas y estaban divididas, muchos hombres de pensamiento social avanzado, blancos y colorados, permanecieron en sus partidos en un esfuerzo por “cambiarlos desde adentro”. Hay que admitir que algún fundamento tenían. Los partidos tradicionales reunían más del 90% de los sufragios. Los anarquistas y anarcosindicalistas (que llegaron a organizar una central obrera, la FORU, con 7.000 afiliados en 1905), por sus propias concepciones teóricas, se mantenían alejados de la actividad política: sólo confiaban en las movilizaciones obreras, las huelgas y la acción directa.
Los partidos marxistas, muy divididos después de 1921, eran electoralmente débiles y apenas alcanzaban a representaciones parlamentarias brillantes pero mínimas, casi siempre unipersonales.
Se puede entender entonces que hombres como Julio César Grauert, Domingo Arena, Carlos Balzán y tantísimos otros, con las fuerzas sociales que ellos representaban, optaran por permanecer dentro del Partido Colorado donde se hacía sentir fuertemente la personalidad progresista y justiciera de José Batlle. O que alguien como Lorenzo Carnelli, nacionalista, abogado de sindicatos y de anarquistas presos, permaneciera en el Partido Blanco. O que Carlos Quijano fundara años después su Agrupación Demócrata Social procurando, sin éxito, ganar influencia en algunas corrientes nacionalistas de pensamiento avanzado.
Se proponían una “estrategia de la incidencia”: estar allí donde se tomaban las decisiones para mejorarlas en un sentido de justicia para los más desamparados.
Y hubo una obra consistente en ese terreno. Mejoras en la legislación social, reconocimiento de derechos al trabajador, laicismo y progresismo en el pensamiento civil y educativo.
Estoy hablando de los primeros decenios del siglo XX. Demás esta decir que es posible que en aquella época yo me hubiera sentido más cerca de las “Sociedades obreras de resistencia” que de Batlle. O más cerca de Frugoni o de los que, después, fundaron el Partido Comunista. Lo cual no quiere decir que Arena, Grauert y Carnelli no merezcan ser recordados como luchadores incansables por la justicia social.
Como suele ocurrir con las ideas, la influencia de estas corrientes progresistas dentro de los partidos tradicionales no se disipó de un día para otro.
Prueba de ello es la presencia de Enrique Erro en el nacionalismo, la de Alba Roballo, Enrique Rodríguez Fabregat y Zelmar Michelini, con un pensamiento notoriamente obrerista, de izquierda, en el Batllismo.
Todavía en la década del 60, un hombre de la conducción del Batllismo oficial, Luis Hierro Gambardella escribe un formidable alegato a favor de las ideas obreristas y de izquierda de Julio César Grauert.
Pero Pacheco terminó con cualquier “estrategia de la incidencia” progresista dentro del Partido Colorado. Del mismo modo, Nardone y Echegoyen primero, y Lacalle después, cancelaron toda instancia de progresismo dentro del Partido Nacional, incluyendo la que significó el wilsonismo del 71 y su posterior lucha contra la dictadura.
De hecho, la cancelación de toda opción progresista en los partidos tradicionales (entre 1968 y 1971) fue una de las razones, aunque no la única, de la fundación del Frente Amplio.
Desde entonces ya no quedan opciones populares dentro de los partidos tradicionales. Las escisiones de 1989 de la izquierda hacia el sanguinettismo, ¿dónde quedaron?
En el Frente Amplio y en su entorno, se agrupan todos los caminos progresistas de la historia uruguaya.
Esa es la polarización realmente existente en el Uruguay de hoy. Así lo vive la mayoría de nuestro pueblo. Y también, con espanto, la derecha. De ahí su potencia, su medular radicalidad.
Los desamparados y los que tienen sed de justicia no aguantan cinco años más de predominio plutocrático.
Los que pasan hambre no pueden seguir financiando el lujo de los que se enriquecen cada día con la especulación, la usura y las faltas de control sobre las actividades financieras.
Finalmente, me permito sugerirles a nuestros-amigos- izquierdistas-que-votarán- a-la-derecha que hagan una prueba, bien propia de un sistema democrático: levanten sus tribunas en los barrios y expliquen a la gente por qué acumularán votos junto con los enemigos jurados del cambio. Ustedes saben argumentar muy bien. Levanten una tribuna. No en los barrios exclusivos con vigilancia privada, fruto del privilegio y la impunidad. En un barrio cualquiera, en Montevideo o Maldonado, en Las Piedras o en Toledo, allí, donde habitan los que viven de su salario, o de su jubilación. O los que no tienen trabajo. Lleguen con sus argumentos, no desde la pantalla de un televisor sino viendo y oyendo al demos.
Quizá en las miradas del pueblo trabajador encuentren los argumentos que les faltan para cortar amarras con el Uruguay del privilegio, obcecado, egoísta.
PD. Estando esta página ya escrita y editada, leo una carta publicada ayer domingo, donde Alfonso Lessa responde a algunas de mis críticas a su libro “La revolución imposible”.
No dejaré pasar una semana sin responder a sus argumentos. El tema y el autor justifican la premura. Creo que las generosas páginas de LA REPUBLICA me darán la oportunidad.



09.08.04 El pasado, el presente y los ataques a la izquierda. Contratapa La República.
El pasado y las campañas contra la izquierda
Escribe: Hugo Cores
De tanto en tanto, la derecha, para atacar a las fuerzas progresistas, desempolva las viejas imputaciones usadas como pretexto para la implantación del Estado autoritario primero y luego del terrorismo de Estado.
Son apelaciones intimidatorias que cada vez tienen menos eficacia en la formación de la opinión del pueblo, pero ni blancos ni colorados renuncian a incluirlas en el menú de su propaganda electoral.
La estigmatización del supuesto “extremismo sesentista” en que habría incurrido nuestra izquierda suele aparecer bajo muy diversos ropajes; incluso no faltan las versiones togadas que pretenden pasear su vianda anti marxista por los jardines universitarios, pretendiéndose “científicas”, “objetivas” “políticamente neutrales” e “ideológicamente incontaminadas”.
En ese terreno también hay que pelearla.
Los tales científicos no son neutrales. Pertenecen a un partido grande, solapado y poderoso: el de la resignación. Creen en la conveniencia pública de la resignación como la mejor conducta a asumir por parte de los que han sido despojados. Nuestros cientistas bregan porque permanezcan calmos los hambrientos y los desalojados.
Practican la memoria selectiva y procuran que los despojados pierdan la vivencia y la memoria de lo que tuvieron, de lo que conquistaron con su lucha, y hoy no tienen.
En realidad, sostienen, nadie nunca ha ganado nada con la lucha. Toda las luchas populares se han perdido y todo lo ganado ha sido por la buena voluntad de los de arriba, por la tolerancia, la beneficencia y el espíritu generoso de los ricos. Por eso ni vale la pena recordar las luchas de los de abajo, ni hay que asustar con demandas exageradas a los de arriba.
Tienen el respaldo de los medios y de las editoriales. Por eso, de tanto en tanto hay que ocuparse un poquito de ellos. Cantarles ¡pica!, y recordarles que con sus trabajos “académicos” son proveedores de otros, locutores, plumíferos, brigadistas de palo-y-palo del discurso político y demás subespecies que proliferan por estos tiempos. En estos tiempos en que el privilegio se ve venir la maroma de los que piden devolución de todo lo que se les ha quitado y cree que salvará sus prerrogativas recurriendo a los antiguos engaños y a las viejas amenazas.






02.08.04 Lucidez y sentimientos. Contratapa La República.


Lucidez y sentimientos
2 de Agosto de 2004
Las ceremonias fúnebres realizadas el sábado y el domingo ante Líber Seregni han sido tan plenas de significación ética, sentimental y política que merecen ser analizadas con detenimiento.
Intentaremos una primera aproximación.
La izquierda entrando por la puerta grande
Izquierda en el Uruguay existía desde, por los menos, 1874 y 75. Sociedades de resistencia, sindicatos, grupos anarquistas gallegos, italianos y rusos, centros socialistas y marxistas. Después, ya en el siglo XX se organizaron en los partidos clásicos, socialistas y comunistas. Durante decenios lucharon, obtuvieron representaciones parlamentarias mínimas, organizaron huelgas y denunciaron al fascismo y sus crímenes. Así fue durante años, sin que los efectos de estas sacrificadas luchas se reflejaran en las instituciones representativas. Todavía en 1966, toda la izquierda junta, incluyendo a las corrientes cristianas inspiradas en el Concilio Vaticano II, no sobrepasaban el 10% del electorado. La representación, bien calificada, por cierto, era pequeña porque además la izquierda concurría a las urnas dividida.
Pero en esos años, sobre todo desde el 13 de junio de 1968, con Pacheco presidente, la democracia uruguaya iniciaba su naufragio. El despotismo se fue entronizando. Se afirmó un autoritarismo corporativo, colorado y blanco, en el que no había lugar para los que todavía creían en la democracia. Y así se fueron, Enrique Erro, el primero, Alba Roballo, Zelmar Michelini, Francisco Rodríguez Camusso, de sus respectivos lemas históricos, dispuestos a ensayar otro camino.
La vieja izquierda, hasta los sesenta más bien raleada y dividida, creció, maduró, dio sus primeros pasos en la unidad sindical con la CNT y dio su sangre en los enfrentamientos “entre la libertad y el despotismo”.
Hasta marzo del 71, el escenario político había sido monopolio de blancos y colorados. El bipartidismo parecía eterno.
Entre febrero y marzo de 1971 se acordaron las bases del Frente Amplio, sobre las que algunas personalidades y algunas fuerzas políticas, como Carlos Quijano, Héctor Rodríguez y entre los partidos especialmente el PCU, venían trabajando desde hacía un tiempo. El telón de fondo era la lucha contra la oligarquía, y el programa de la CNT y Congreso del Pueblo.
Fue a ese conglomerado, al principio débil y heterogéneo, que presidió Seregni. Y ese día, empezó el fin, el demasiado largo fin, del bipartidismo conservador y engañoso.
Presentado en sociedad el 26 de marzo, el FA ingresó a la vida política del país por la puerta grande. Llegó para quedarse. Se quedó para crecer, para cumplir con su destino de instrumento para los cambios. Con Seregni a la cabeza, en la disputa “por el gobierno y el poder”, como se decía entonces.
El general prestigioso, que rompía con el despotismo de Pacheco, al frente de la izquierda excluida, de los rebeldes de los viejos partidos, de los simpatizantes de la guerrilla.
La gente de izquierda abrió su corazón a aquel militar valeroso y desafiante, lleno de energía y también dispuesto a construir la unidad política de todas las izquierdas.
El odio contra los justos
En los años que siguieron, a las derechas revanchistas, que no se resignaron al paso dado por el General, les llegó la hora de la venganza, y sobrevino la prisión, el juicio grotesco y el largo encarcelamiento de aquel hombre de orden y de paz.
A esa altura había miles de presos y decenas de miles que ya habían pasado por las prisiones o por los cuarteles convertidos en cárceles.
De todas las injusticias de aquellos años, junto con el asesinato de Zelmar y el Toba, la perpetrada contra Seregni fue la que más disgusto e indignación suscitó, la que adquirió mayor fuerza simbólica. Su martirio condensaba el de toda la izquierda uruguaya. Su lealtad a la causa frenteamplista, en las horas más duras, selló la adhesión inmensa que le brindó su gente.
I_ Por ser presidente del Frente Amplio, por el coraje de haber enfrentado, junto con Licandro, Zufriateguy y otras decenas de oficiales frentistas, el atropello a las instituciones que consumaban los mandos militares golpistas.
Su prisión fue vivida por el pueblo como una injusticia intolerable y la lucha por su libertad como una de las primeras tareas de las acciones de resistencia a la dictadura. En eso hubo cientos o miles de uruguayos militando. Circulando papeles prohibidos, gritando desde los muros. Arriesgando prisión y castigo por hacerlo.
Intentando “recuperar” a Seregni
Hacia el final de la dictadura y en el período de transición, algunos políticos no digo inteligentes sino experimentados (fríos, descreídos, pragmáticos) del coloradismo, como Sanguinetti, Marchesano y otros, se hicieron ilusión que podrían arrancar a Seregni y a otros compañeros del FA de sus solidaridades históricas con la izquierda.
Y hubo un intento prolongado de “cooptarlo”, de tentarlo a experiencias que lo condujeran a distanciarse de la izquierda más radical y más peleadora, los “marxistas y los subversivos” que formaban (y formamos hasta hoy) parte del FA.
Hubo algunos, en ese momento electoralmente fuertes, que creyeron en eso y salieron del FA para fórmulas de gobierno con el coloradismo de Sanguinetti.
Ya entonces, segunda mitad de los 80, Seregni insistía en la necesidad de un gobierno de la izquierda, “el FA como opción de gobierno y de poder” y con esa estrategia y sus viej as lealtades se quedó del lado de adentro del FA, ayudando a construir sus victorias.
En el corazón de los humildes
Cuando por entonces Seregni caminaba por Montevideo, mucha gente humilde se acercaba a saludarlo y a mostrarle a sus hijos, niños o adolescentes.
Después de ese abrazo los niños o los muchachos ya no se sentirían igual, habían visto y los había besado Seregni. Tampoco sus padres, abarcados en la sonrisa y en la cordialidad del General. Pero tampoco Seregni permanecía igual. Cuando cada día, a cada hora, de año en año, se acercaban los hijos o los nietos de aquellos que habían salidos a escribir “libertad para Seregni” y que ahora celebraban conocerlo, verlo libre y sonriente, su presidente y su candidato, más se estrechaba y se soldaba el sentimiento de pertenencia, de los unos, los frenteamplistas y del otro, su conductor. Reconocimiento, fraternidad, respeto, orgullo mutuo, del líder y de su gente. ¿Cómo deshacer esa fusión?
Estuvieron años intentando. Pero el militar que, a contracorriente, había jurado defender la libertad y estuvo 10 años preso por hacerlo, había jurado también su unión indisoluble con la izquierda. Y allí estuvo hasta el final, agitando su bandera, la de Otorgués, desde el balcón de su casa en la calle 18 de julio, hace apenas unas semanas. Antes, en el Congreso del Frente, firme y sonriente, en breve y magistral discurso había dado su apoyo irrestricto a la candidatura de Vázquez y Nin.
El legado ético
En el velatorio y el cortejo que lo llevó a su tumba, el dolor y la serenidad de la multitud, el sentimiento de orgullo por la gallardía moral del hombre que se marchaba, mostró otro rostro del pueblo uruguayo. De los frenteamplistas y también de los otros que se acercaron a despedirlo: el sentimiento de una comunidad moral y sentimental, de una mutua y prolongada lealtad y una confiada certidumbre política.
No solo la de que los frenteamplistas no defraudaremos a Seregni ni a los otros nuestros muertos. Sino que, además, vamos serenos a una victoria, por el gobierno y por el poder, que lo tuvo entre sus principales constructores, en la alegría de la fundación, los dolores del calvario y en las complejidades y vaivenes de la lucha que se reinicia cada día. Y que lo hacemos con la herencia de integridad, de altura moral y de firmeza calma en la que vivió y que nos legó Seregni.



26.07.04 Participación social y movilización política para la victoria. Contratapa La República.


Participación social y movilización política para la victoria
26 de Julio de 2004

Sobraban razones para decir que ahí, a 60 millas, una revolución por las conquistas sociales y la liberación nacional no era posible. Se pudo y 51 años después sigue estando ahí, desafiante. Mi homenaje a los que se le atrevieron, a la resignación y al Cuartel del Moncada.
La campaña electoral frenteamplista para el 31 de octubre se ha lanzado con claridad y energía, en Montevideo y Canelones. La respuesta del público es de un entusiasmo creciente y por momentos asombroso. En ese estado de euforia, hay poca tolerancia para los aguafiestas. Tampoco me lo propongo.
Pienso en la victoria desde adentro, como una necesidad impostergable para el país, y especialmente para los trabajadores.
Una campaña electoral, ha dicho más de una vez Tabaré, no se resuelve con lo que se hace o se deja de hacer en los últimos tres meses. De todos modos, todos sabemos que hasta el último minuto precisamos agotar los esfuerzos por obtener una victoria popular, y mejor si es en la primera vuelta.
Según creo, ganar la elección implica hacer flechas con toda la madera. Aprovechar todas las energías populares posibles, algunas de las cuales todavía no han entrado plenamente en la palestra.
El movimiento social
Esas energías están en parte en el movimiento social y en parte en nuestra estructura como movimiento, nuestros comités, coordinadoras y departamentales.
Como movimiento social, las organizaciones obreras y estudiantiles, los cooperativistas y las asociaciones culturales y barriales tienen ahora como nunca el derecho a pedir la palabra.
Pedir la palabra para interpelar, para preguntar, para denunciar. No tendría sentido la pasividad corporativa seguida de una suerte de transferencia de la búsqueda de soluciones hacia los partidos políticos.
Las decisiones que debe asumir el país se han transformado en algo demasiado importante para la vida de la gente para dejarla en manos de otros, en manos de “los políticos”, aunque estos sean (o seamos) compañeros frenteamplistas.
Mientras el poder habla por mil bocas, la pobreza le quita energía a los que la padecen. Sean personas o sean instituciones. Tenemos que evitar que el empobrecimiento nos silencie. Y que la Universidad se vuelva muda y los gremios se amolden e inmovilicen.
Creo que como izquierda deberíamos evitar que la explosión de las expectativas electorales sea en menoscabo de las demandas sociales, culturales y económicas de los trabajadores, los intelectuales, la gente del arte y de la cultura. Para esas exigencias el momento es éste.
Postergarlas sería no ya politizar excesivamente las reivindicaciones sino “electoralizarlas”, hacerlas rehén de un proceso que libran los partidos en su lucha por el poder, regulado por normas que el pueblo muchas veces no conoce ni domina.
Y los principales interpelados deberían ser los que habiendo estado hasta ayer en el gobierno ahora se definen como renovadores.
Como han dicho las autoridades del FA, hoy hay condiciones para legislar en lo que hay acuerdo entre todos los que, en vista del 31 de octubre, se proclaman progresistas y partidarios de la justicia social. Ya veremos hasta dónde van.
Es fundamental recordar qué actuación han tenido Larrañaga y sus aliados. Alonso desde el
Ministerio de Trabajo, por ejemplo. Permanentemente del lado de las patronales. O Abreu en su largo periplo por todos los puestos de mando de los últimos gobiernos al servicio de sus políticas antipopulares.
El FA como movimiento político
Wladimir Turiansky ha insistido en estos días con una preocupación que comparto: no estamos en condiciones de desaprovechar el enorme potencial de energía que tiene la estructura del Frente Amplio como movimiento político.
Son palancas que si no se usan se herrumbran. Sin participación se neutralizan.
Además, hagamos un esfuerzo por recordar los episodios del 2 de agosto de 2002 y dias siguientes, en medio del feriado bancario y la crisis financiera.
¿Cuántas horas le llevó al gobierno crear una situación nueva, un estado de intranquilidad pública, presencia militar en la calle, y todo el aparato mediático de la derecha junto con la policía haciendo correr el rumor que “se venían las hordas”, que las turbas asaltaban a los comercios para saquearlos? Fueron sólo unas pocas horas. Y en esas horas se creó, para las masas populares, una situación de retracción que tenía mucha analogía con un estado de sitio. Y ahora los que desde el gobierno lo impulsaron hasta pretenden negar que eso haya sido así.
La derecha enquistada en el Estado
Desde la misma preocupación, vale la pena observar también lo que está ocurriendo en la Argentina.
La campaña mediática de la derecha contra el presidente Kirchner, todo el manejo mafioso de la seguridad y las violaciones a los derechos humanos, la pasividad policial ante el ataque a la Legislatura porteña, muestran hasta qué punto hay fuerzas de derecha que pretenden apoyarse en el malestar social para desestabilizar un gobierno popular que todavía no ha logrado resolver los tremendos problemas de desocupación y miseria que ha heredado.
Los artífices de estas provocaciones son, en parte, sobrevivientes impunes, antiguos ejecutores en el Poder Judicial o en la Policía de las políticas del Estado Terrorista argentino.
¿Acaso en el Uruguay no hay quienes claman por la mano dura así como funcionarios civiles y militares impunes atrincherados en el aparato del Estado con la complicidad de los jerarcas blancos y colorados?
Participación para la victoria
Para desarticular esos factores de poder, que sólo adquieren fuerza si el pueblo está desmovilizado, precisamos poner a punto nuestra estructura participativa y democrática de implantación en los barrios, los comités de base y, donde sea posible, en los comités funcionales del Frente Amplio. Unos y otros ahora enriquecidos con la participación de todos nuestros aliados que quieran hacerlo.
El hecho que el FA sea, además de una coalición de partidos un movimiento, no le ha quitado al movimiento ciertos rasgos propios de un partido: una historia compartida, un estatuto y un conjunto de resoluciones de Plenarios, Congresos y Congresos Extraordinarios que conforman una cierta doctrina, una visión bastante coincidente de la realidad del país y de las soluciones posibles.
La existencia de una historia en común, con sus héroes y sus mártires, esa tradición escrita y ese “cuerpo de doctrina” elaborado a lo largo de decenios, así como las resoluciones de nuestro último Congreso, hacen posible darle sustento a procesos de realización de actividades de “formación” de nuevos militantes: hay decenas de miles de jóvenes y otros no tanto, que están ávidos por saber más acerca de la historia y de las propuestas actuales de nuestra izquierda.
Reproducir ideas de izquierda
Además de buscar apoyos electorales, deberíamos invertir un poco de tiempo en tareas de reproducción de nuestro pensamiento de izquierda, nacional, democrático y popular, de nuestra visión crítica al capitalismo dependiente y a partir de ahí avanzar en la formación de nuevos militantes.
Nuevos y viejos militantes para ganar en octubre el plebiscito por el agua, y la elección presidencial y parlamentaria.
I Y nuevos y viejos militantes para desarrollar una actitud participativa, de respaldo y compromiso con las realizaciones de un gobierno de izquierda. En esas condiciones nada podrá obstaculizar nuestra marcha hacia la victoria.



19.07.04 El 31 de octubre no es sólo un desafío para políticos. Contratapa La República.


E1 31 de octubre no es sólo un desafío para políticos

19 de Julio de 2004
Cuando en muchos ámbitos no se han terminado de procesar (o digerir) los resultados de las u elecciones internas, una sucesión de anuncios y hechos políticos agregan elementos para nuevos análisis.
Con el riesgo de descentrar la atención en lo que — a mi juicio- debiera ser prioritario: acumular fuerzas, en cantidad y en calidad, para salir airosos del desafió del 31 de octubre.
Podría ocurrir que la abundancia de fintas y conjeturas desbordara nuestra capacidad para aplicamos a trabajar sobre lo central, es decir una victoria popular a partir de reconocer que el FA y sus aliados son la única alternativa política para ensayar cambios de fondo en la vida del país.
Nuestro adversario, el senador Larrañaga, en el caso de pasar a la segunda vuelta del balotaje, no tendrá otra alternativa que llamar a Sanguinetti, Batlle y Lacalle para labrar, actualizado, el mismo compromiso que los blancos, entre ellos el propio Larrañaga, hicieron con los colorados en noviembre de 1999 para hacer posible el triunfo y el gobierno de Batlle.
Hay no obstante, tientos y diferencias entre 1999 y el 2004. Batlle al igual que Larrañaga se presentó como una ruptura al continuismo, que en aquel caso consistió en haber derrotado al candidato de Sanguinetti, Luis Hierro López. A tenerle confianza para buen presidente se indujo a partir de haberse declarado en la Estación Carnelli: ¡quería pasar a la historia con buenas notas! El que muchos electores le hayan creído es muestra que el angelismo así los palos torcidos no se terminan nunca. Ni estaba en Carnelli ni su presidencia fue otra cosa que la lealtad de siempre a sus intereses y las conveniencias de los círculos del poder económico y político que lo rodean. Ahora quiere Senado, quizá buscando cobijo para cuando en el país se sepa más acerca de todos los desatinos que perpetró durante su “histórica” gestión presidencial.
La diferencia es que mientras aquel se postuló como un neoliberal de pura cepa, Larrañaga exhibe declaraciones genéricas con un cierto tono progresista.
El cambio de carátula es significativo. Nos dice que, en cierto sentido, el neoliberalismo es visto finalmente como impresentable. Incluso por buena parte de la derecha. Eso, conviene no olvidarlo, es el resultado de una lucha, la del Frente Amplio y del movimiento obrero que lo enfrentaron de la mejor manera que pudieron, impidiendo incluso la ejecución de algunas de sus medidas más 1...,, importantes, como ocurrió con Ancap.
Impresentable ante la gente, claro. No ante los organismos internacionales, donde parece ser de exhibición obligatoria.
Para nosotros ahora se trata de plasmar en el campo electoral el descrédito del neoliberalismo. Mostrar la singular condición de Larrañaga, que intenta disputarnos el progresismo con el apoyo de los más genuinos representantes del poder económico y el pensamiento neoliberal y conservador.
Como paradoja, la de ahora, es de vuelo más corto que la de la Estación Carnelli. Si gana Larrañaga, algunos de los que hoy mandan bajarán algún escaloncito. Subirá alguna cara nueva, como suele ocurrir. Pero el poder real seguirá en las mismas manos, firme y confiado. Y así serán sus políticas en todos los campos.
Creo que la tarea política que se nos plantea tiene algo novedoso y que, bien colocados ante el desafió, estamos en condiciones que esta sea una instancia de cierta profundización de la democracia.
En una primer instancia habría que retomar la idea de la instalación de un Observatorio imparcial y calificado que prepare un arqueo sobre el desempeño de los medios de comunicación ante la instancia electoral. Nada bueno resultará para nosotros si repiten en esta elección la toma de partido descarada por blancos y colorados que hicieron en 1999.
En segundo lugar, el Poder Legislativo, ahora con tanto progresista (o aspirante a serlo) sentado en ‘_ sus bancas, tendría que legislar un conjunto de normas justamente de signo progresista que están trancadas, algunas desde principio de la legislatura. ¿Por qué esperar al 2005? ¿Acaso vivimos en Noruega? El flagelo de la desnutrición infantil ¿es un invento del Instituto Nacional de Estadística?
En tercer lugar, la izquierda uruguaya, por su trayectoria y su realidad actual, no es solo una presencia visible y creciente en las instituciones políticas. Tiene además una extendida implantación social.
Esa inserción en barrios, cooperativas, centros estudiantiles, gremios y asociaciones todo tipo es una de las ventajas comparativas más importantes entre las corrientes progresistas y los partidos tradicionales, que solo son capaces de alimentarse y alimentar desde las tetas clientelísticas del Estado. Sombras sin cuerpos de los viejos caudillos, como carta de triunfo electoral les resta operar con el temor al cambio, con la amenaza y el favor inmediato.
Por ahora, para la izquierda no está todo resuelto. Para alcanzar eficacia electoral nuestra implantación en la sociedad debiera transformarse. Aunque son imprescindibles no basta con las movilizaciones parciales o con estar en las comisiones directivas, asambleas y ocuparse de los temas del barrio o del gremio.
Así como están, las estructuras del movimiento popular no están en condiciones de competir con éxito con la del otro formato de lucha política, con el modelo que prefiere la derecha porque allí es mas fuerte, que es la batalla publicitaria en los costosos medios de comunicación controlados por el poder económico.
Hay que ser menos espectadores más protagonistas. Preguntar, controlar, denunciar, exigir definiciones a los candidatos políticos: hoy eso debería ser un aspecto esencial de la movilización social.
En este terreno, la defensa del agua y de la vida es capítulo importante. Asunto en el que Larrañaga, está muy parado. Firmó la papeleta y ahora está aliado a los más encarnizados defensores de la privatización.
Como factor fundamental de vinculación con la sociedad, el FA posee un instrumento que también lo distingue: no ha renunciado a la idea de la existencia de militantes de base. Y asignarles un lugar en su estructura de gobierno interna.
Además, a diferencia de los candidatos de los PPTT, el FA-EP-NM cuenta con un programa ya aprobado por un congreso, y se trabaja sobre lineamientos de una plataforma electoral y de un plan de gobierno.
Creo que hay documentos, como los aprobados en el Congreso Héctor Rodríguez, a los que no se les ha dado la difusión imprescindible para que den frutos. Y el primer paso es su difusión para calificar a nuestra propia militancia de base.
Hoy, en el pueblo hay mucha bronca justificada. ¿Cuál es nuestro papel? ¿Actuar como si no existiera o como si se tratara de una conducta patológica? ¿O, por el contrario, transformarla en lucha reivindicativa política, cultural, ideológica con proyección electoral?
¿Cómo avanzar sobre las tendencias localistas y corporativas si no es a partir lo que, como fuerza política, se postula en un programa global, nacional, de acción transformadora? ¿Y como contribuir a instalar esa actitud desde ahora? ¿Cuál es el papel educativo que contiene nuestro programa, fruto, como se ha dicho de los mejores técnicos y con el respaldo de todas las fuerzas progresistas?
Fortalecer los vínculos con la sociedad y sus organizaciones, hacer conocer al pueblo cual es el programa que el FA se propone, conquistar el gobierno y aplicar ese programa en forma exitosa, requiere el concurso de un número importante y convencido de militantes de base.
Poner a punto esa militancia de base para un diálogo fructífero con la sociedad y sus organizaciones, es también una tarea posible y viable.



12.07.04 Contra el pensamiento balsámico. Contratapa La República.


Contra el pensamiento balsámico

12 de Julio de 2004
Una vez más, pues, empiezo por rechazar cualquier postura que procure aliviarnos de la tensión que nos ha provocado en la izquierda la alta votación del Partido Nacional liderado por Larrañaga. Lo primero que me preocupa es la abstención frenteamplista. Es el fracaso de nuestro llamado a esa forma mínima y módica de movilización que consiste en ir a votar en forma voluntaria. Recordemos que la izquierda siempre se opuso a la obligatoriedad del voto y que durante mucho tiempo, después de los reveses electorales, concluíamos que habíamos sido derrotados por las “mayorías silenciosas” que sólo salían de su pasividad cívica por la compulsión estatal impuesta por la obligatoriedad del voto.
Sostener, como se ha hecho, que ganaremos en octubre con las mayorías silenciosas que se abstuvieron en junio indica que algunos contenidos de nuestros mensajes han cambiado.
¿Cambiaron para bien? No lo creo.
Estos días son claves para relanzar la campaña. Creo que yo mismo me he equivocado repitiendo que “ahora tenemos tiempo” ya que disponemos de más de tres meses para recuperar terreno. Es un error y una ceguera. La estructura organizativa del frentismo y del movimiento social es lenta.
Comprensiblemente lenta. Son palancas de acción política, social e ideológica que actúan por fuera y a menudo contra la voluntad del Estado, del Poder Económico y de la mayoría de los grandes medios.
¿Cuántos meses, cuantas giras y desembarcos, cuantos volantes y recorridas puerta a puerta nos insumió la campaña en defensa de Ancap, desde fines de 2001 a fines de 2003?
¿Cuántas veces, hasta dentro de filas, se la consideró una batalla perdida?
Eso sí, entre agosto y diciembre del 2003, contra el oligopolio mediático, soportando el daño que hacían los reproches y las vacilaciones de algunos compañeros y contra los dos partidos tradicionales, los motores a punto de la Comisión de defensa del patrimonio, arrasaron con la campaña del gobierno y de paso le quitaron unas cuantas plumas, de una vez y quizás a alguno para siempre, a dos de los milanos más experimentados del statu-quo neoliberal: Lacalle y Sanguinefti.
A diferencia de entonces, la izquierda no tiene 20 meses por delante ni se enfrenta a cascoteados boxeadores desgastados después de 20 años o más de uso y abuso del poder presidencial. Sería erróneo no apreciar lo nuevo de la situación: la disputa que Larrañaga emprende por conquistar territorios en el campo de las simpatías por el progresismo.
Cuál es el aliado principal de esta ofensiva sobre nuestras posiciones: la apatía política, el desinterés, el desconocimiento de los que ha ocurrido y ocurre, la ignorancia de quiénes son los respaldos y los socios de Larrañaga, de quienes estarán al frente de la Enseñanza Pública si gana.
Quiénes serán sus ministros, sus directores de empresas públicas y quienes sus aliados internacionales.
El despertar para esas inquietudes a la mayoría de nuestros conciudadanos, implica una labor L masiva de gigantescas proporciones. Porque se hará contra el tiempo y contra el gobierno y sus aliados en los medios de comunicación. Contra los organismos internacionales y contra la diplomacia de las potencias imperialistas que ven con preocupación el crecimiento en América Latina de una alternativa (que podría ser el MERCOSUR) a su proyecto de integración hemisférica bajo hegemonía norteamericana. Y un triunfo de Vázquez sumaría fuerzas efectivas y simbólicas importantes a lo que hoy empiezan a significar los gobiernos de Kirchner, de Chávez y el de Lula, unidos al del invicto Fidel.
Sobreponerse a la acción articulada de ambos partidos y sus aliados exige pues una acción sobre la mayoría de nuestros compatriotas. Bien. Lo que se intenta decir en esta nota es que esa tarea tiene como agente principal al FA-EP-NM, pero que no se lo pueden dejar exclusivamente en sus manos. La disputa del territorio progresista, la avanzada sobre nuestras posiciones electorales que encabeza Larrañaga, es una tarea de todo el movimiento popular, esa batalla política es demasiado importante para dejarla en manos de los políticos.
Toda la sociedad está concernida: los sindicatos y las cooperativas, el mundo de los intelectuales y la cultura, de los universitarios, los desocupados, los productores, los endeudados; de todos. Todos los sectores y estamentos sociales, todas las asociaciones y fraternidades deben exhibir sus demandas específicas y sus reclamos generales y exigir a los candidatos respuestas precisas, no enunciados generales que sirven para un barrido como para un fregado, como los documentos programáticos actuales del Partido Nacional.
Esta línea de acción que propongo, expresión de alarma patriótica contra el riesgo del continuismo, no tiene nada que ver con la confusa expresión de que lo nuestro, ahora, para ganar sería conquistar “el centro”.
El “centro”, como cualquier definición de carácter topológico, es una metáfora, una expresión en sentido figurado, vacía de contenido. Se supone que alude a un estado de la opinión ciudadana, una sensibilidad proclive a las soluciones moderadas y no extremas o radicales.
Ahora bien, ese sentido común que supuestamente tendríamos que conquistar, ¿cómo y quién lo conforma? No en la época de Artigas o de los 33 Orientales sino ahora. No durante la huelga general contra la dictadura sino hoy, con niveles altos de desmovilización obrera y popular.
La izquierda ha pensado y escrito mucho y muy bien sobre este asunto desde, por los menos, los años 30. En la construcción de ese sentido común moderado, centrista, las clases en el poder tienen una gravitación decisiva.
La clave de la democracia capitalista contemporánea está, justamente, en la capacidad de los grupos minoritarios dueños del poder económico, de convencer a la mayoría desposeída que la pasividad y la resignación son las mejores actitudes antes los contratiempos de la existencia humana y que, en todo, caso las soluciones deben emprenderse siempre contemplando los intereses de todos, especialmente de los más ricos.
¿Crece la mortalidad infantil?: ¡moderación! ¿Los militares hacen un show siniestro sobre la tierra que es un presunto cementerio clandestino?, moderación. ¿Tus hijos se van del país? moderación. ¿Te enterás con años de retraso de todo lo que se esfumó robado por los jerarcas de la Corporación para el desarrollo?, moderación.
Indignarse, protestar, manifestar, exigir, denunciar. Eso no, eso puede “caerle mal” al centro, considerarlo de “mal gusto”. Del misterioso “centro sin nombres, sin historia, que no pertenece a ninguna clase social y habla en nombre de todas. La metáfora política más exitosa de las que se han usado en el país para impedir la verdad y la justicia.
En el Uruguay de hoy, el sentido común está fabricado para que todo siga como está. Aunque a veces, como ocurre ahora, para que todo siga como está, haya necesidad de cambiar algo. Eso es Larrañaga.
Vencer al sentido común conservador e inmovilista exige no sólo tiempo, sino ideas claras y no metáforas. Decir lo que pensamos, reivindicar lo que somos y no lo que le caerá bien a los manipuladores de opinión. Movilizamos y movilizar, nuestras cabezas y las de nuestros compatriotas.



05.07.04 Con Tabaré: Sobre balance y perspectivas. Contratapa La República.


Con Tabaré: sobre balance y perspectivas

5 de Julio de 2004
Empiezo por lo obvio, pondremos todas nuestras fuerzas en conseguir el triunfo del FA-EP-NM el 31 de octubre. Es decir que no creo que exista el riesgo que el FA en el gobierno se convierta en “el administrador” de la crisis del Uruguay capitalista dependiente. Más bien creo que se iniciará un proceso consistente y duradero de cambios históricos de signo popular. Y eso merece todos los esfuerzos.
Pero vamos al asunto. Pertenezco a la tradición y a la cultura de la izquierda nacional uruguaya.
Reivindico, por tanto, el valor formativo y multiplicador de las preguntas justas, necesarias e incómodas. Dicho de otro modo, de la importancia de -una vez atravesada una experiencia rica discutirla, examinarla a fondo para avanzar hasta la victoria.
A nuestros adversarios y enemigos, no los podemos cambiar. Sí podemos cambiar nosotros, si acertamos en reconocer nuestros errores. No los errores “prácticos” o de instrumentación, o de intensidad en la militancia. No. Me refiero a los errores en la manera de pensar políticamente, errores “teóricos” como se les llamaba antes.
Hacer un balance no es batirse el parche, es hacer las preguntas justas, necesarias y oportunas. Incluso las preguntas incomodas. (Tabaré, el 28 de junio)
Debo reconocer que las opiniones hechas públicas por parte de los compañeros de la nueva conducción formada con los llamados “cabezas de lista” no me resultaron a la altura de los riesgos que enfrentamos. No me estimularon ni siquiera para discrepar. Se comentan resultados, se hacen chistes graciosos pero no se encara desde la responsabilidad de ser la conducción que debe orientar una fuerza política hacia la victoria.
Una segunda paradoja resulta del hecho que ha sido, una vez más, Tabaré, cuyo nombre decidido en el Congreso del FA, no participaba en la elección interna que sí tuvo lugar entre los ‘ de lista”, el único que aporta un material que propone conclusiones que dan pie para un debate.
De entre los muchos temas fértiles expuestos por Vázquez el lunes 28, destaco: “Si tuviéramos que resumir el eje de las campañas electorales de los dos partidos políticos tradicionales en estas internas, podríamos decir que han sido las campañas del lavamanos, del olvido y de la desmemoria. En particular está línea la ha seguido el Partido Nacional. Se ha olvidado que colaboró y trabajó en este gobierno. Ha perdido la memoria y se lava las manos.”
Estamos de acuerdo con Tabaré. Y uno de nuestros ejes debe ser la memoria. Pero, Larrañaga es una figura relativamente nueva y menos desgastada. Con el auxilio de los medios, ellos pueden mejorar ese lavado de cara.
Confinada al plano mediático, la elección de octubre sería una trampa. Algo así como la pesadilla de lidiar con ocho o diez Néber Araujo por día.
Ahora bien, después del 27 de jumo hay en el país una situación nueva, a la vez desafiante y riesgosa, que exige apelar a toda nuestra experiencia de masas, que no es poca ni mediocre.
Estamos en un interregno en el que algunas promesas de la campaña pasada se pueden, con nuestra militancia, volver tema de debate actual: ahora hay un campo para iniciativas que pongan, en estado presente y ante todo el país, la cuestión de a qué intereses responde Larrañaga, de si existe o no un doble discurso, una la dualidad engañosa llevada adelante por nuestros adversarios.
No tengo dudas que son continuistas, los frentistas no las tenemos. Pero hay que demostrarlo hoy, con argumentos nuevos referidos a los problemas diarios que más le importan a todo el pueblo. Siguiendo a Gramsci, a Arismendi le gustaba decir, con acierto, “la cabeza de la gente hay que ganarla todos los días”.
Tabaré llamó a impulsar medidas de movilización (a las que me refiero más abajo). Creo que deben ser políticas y legislativas. Y esa movilización debe comenzar ya. Este lapso de cuatro meses abre posibilidades que antes no existían.
Dijo Tabaré Vázquez: “el progresismo crece, la izquierda crece y siempre ha crecido electoralmente con la movilización, en todas las campañas electorales anteriores, la participación ciudadana, el dialogo, la movilización en la campaña electoral fue y es fundamental. La movilización es el elemento fundamental, allí es dónde ganarnos. Ahí es donde tenemos que dar la batalla.”
Es preciso esclarecer un aspecto esencial: si Larrañaga es tan progresista como dice, no podrá negar su apoyo a una serie de medidas destinadas a atender la emergencia social que predicó en la fase final de su campaña, ya desligado del gobierno y en plena operación olvido.
En la necesidad de este sinceramiento inmediato no estamos solos. Estamos, podemos estar, como estuvimos en la campaña que culminó exitosamente el 7 de diciembre pasado.
Dice Tabaré Vázquez: “Las fuerzas progresistas salimos de un referéndum que además de proteger a ANCAP y al país de otra desastrosa operación tuvo un innegable contenido político general. Fue un balance de la opinión ciudadana sobre este gobierno. Y fue un balance categórico de rechazo a esa política, a sus responsables, y al gobierno y a quienes lo apoyaron. En esa batalla participamos con argumentos, con fundamentos y sobre todo con una gran responsabilidad democrática”.
Comparto este balance. Con los logros de aquella experiencia de trabajo político y social, los frentistas deberíamos haber empezado nuestra campaña político-electoral.
Como hicimos cuando construimos el referéndum en defensa de ANCAP, nuestras iniciativas como FA deberían mirar con más atención lo que está sucediendo en la sociedad y la calle y en el plano de las organizaciones sociales.
Hoy, el plan de movilización de los sindicatos y el PIT-CNT apunta, acertadamente a “tomarle la palabra” a los neo-progresistas, a los recién llegados.
La Carpa instalada por FUCVAM va en el mismo sentido y es otra instancia para interpelar candidatos y obtener compromisos para acciones inmediatas que muestren quien es quien.
Si ahora los blancos reconocen la necesidad del fuero sindical, votemos ya. Si propenden como han dicho, a la negociación colectiva, legislemos ya. Si hay hambre y desocupación, legislemos ya.
Por efectos de las “internas”, si sumamos los progre “viejos” a los recién llegados somos mayoría. En la sociedad y en el Parlamento.
Ahora habría que legislar. Después los historiadores se encargarán de estudiar la “señales de trazabilidad” de cada uno. Hoy, 4 de julio, hay mayoría en todas las comisiones parlamentarias, en la Cámara de Diputados y en el Senado y hasta se conseguirían los votos en la Asamblea General para levantar los vetos si Jorge Batlle se animara a defender su política de hambre y pobreza.
Con mayoría sedicente progresista ¿qué esperamos para legislar?
No hay ningún artículo de la Constitución de la República que diga que el período de cada Legislatura dura cuatro años. Dura cinco. Hasta el 15 de febrero del 2005. El Parlamento en estas condiciones es mejor escenario que lidiar contra el oligopolio mediático. Parlamento con gente en las barras y las calles, claro.
En un país que vive una situación de emergencia social y la desocupación y los bajos salarios están destruyendo el tejido social, los 9 meses que faltan para la asunción del nuevo gobierno son demasiado tiempo.
Con esas tasas de mortalidad infantil que se han duplicado en el norte, nueve meses de espera es una forma hipócrita de genocidio, a las que parece por momentos inclinarse la idiosincrasia nacional. “Además, compañeros - sintamos indignación y conmoción - estamos hablando de gente, de mujeres de hombres de niños, y no de cifras!”
Compartiendo el sentido profundo de esa exclamación de Tabaré, van estas modestas sugerencias.



29.06.04 A redoblar sí muchachos, pero no lo que hicimos mal. Contratapa La República.


A redoblar sí muchachos, pero no lo que hicimos mal
29 de Junio de 2004
En el momento de trazar estos apuntes, lunes a primera hora de la tarde, es poco lo que se conoce como resultados de la elección del domingo por lista, por departamento o por circuito electoral.
Pese a eso, desde la noche del domingo, no han faltado los “pontífices”, pretendidamente científicos, que desde sus latosos programas en TV han dictado sentencia y pretenden indicarnos el camino.
Ciertamente, todavía no hay elementos de conocimiento suficientes para anotar balances que sobrepasen los verdaderos festivales de lo obvio con que nos han obsequiado, con sus conclusiones infantiles, los especialistas profesionales de lo evidente.
Nuestros comentarios, entonces, que no se revisten de otra cosa que de pareceres opinables, discutibles, serán también bastante provisorios, a la espera de más datos sobre los que fundar conclusiones.
Los resultados no colmaron las expectativas generadas en las encuestas, donde los votos del Frente Amplio rozaban casi la mitad del electorado. Quedamos bastante por debajo de eso, pese a la insistencia que desde la primera hora la dirigencia hizo en cuando a la importancia que revestía votar bien en esta elección que, en parte, era una “interna” y en parte una suerte de gran encuesta 0 “primaria” en este largo ciclo de consultas populares.
No haberle ganado a la suma de votos de los dos partidos tradicionales, que se unirán contra nosotros en noviembre, pone en tela de juicio la posibilidad de alcanzar el gobierno en este período. Otra batalla perdida y otra batalla que no será, lógicamente, el fin de la guerra, sino su lamentable y costosa postergación.
Aun faltando mucho dato, algunos compañeros han expresado ya algunas “palabras de orden”, consignas o líneas de acción destinadas a mejorar los desempeños y alcanzar la victoria en octubre o noviembre.
Las recomendaciones se podrían resumir en una expresión: “a redoblar”. Se trata de incrementar lo que se ha venido haciendo, de intensificar la acción que se ha venido realizando.
No me deja enteramente satisfecho un corte verbal de este tipo, una especie de final retórico que posterga cualquier examen crítico o autocrítico.
Como hacerse, se hicieron muchas cosas. Hubo campaña en varios campos y formas. Actos, mitines, caravanas, mano a mano, pueblo a pueblo, spots publicitarios y mesas redondas. Y se realizaron una decena y media de campañas entre las centrales y la de cada partido o lista, con resultados disímiles.
De todo lo que se hizo hubo muchas cosas que se hicieron bien. Y algunas, como la de la 609, de acuerdo a su concepción y a sus intereses, muy bien. Y por eso nos permitieron ser la fuerza más votada, a pesar de no tener una controversia interna por la candidatura presidencial que siempre opera como un poderoso imán para votar dentro de un lema partidario.
Pero es evidente que también se hicieron cosas mal.
¿Cómo explicar de lo contrario la diferencia que existe entre las expectativas y los sondeos de intención de voto y los resultados finales?
¿Es correcto decir que hay que redoblar los esfuerzos cuando de lo que se trata, por ejemplo, es de errores notorios, como los que cometieron anticipando (que, en caso de ganar, el FA podría ofrecerle un cargo de ministro a Larrañaga? O insinuaciones de ese tenor que apuntaban a desdibujar las profundas diferencias de los proyectos que encarnan Tabaré Vázquez por un lado y Larrañaga u otra figura del Partido Nacional, por el otro.
La búsqueda ansiosa de conquistar ese ente misterioso y escurridizo que es “el centro” ¿no
contribuyó a restarle nitidez al contenido de cambio social profundo que conlleva nuestro programa? ¿A excepción del discurso final, enérgico, de Tabaré, ¿no se terminó lanzando un mensaje demasiado liviano, con pocos elementos de denuncia e indignación ante el estado de miseria, hambre y desigualdad social que reina en el país? Un mensaje que de tan volátil y con un aire tan familiar al de nuestros enemigos que terminó como “disolviéndose en el aire”.
No me refiero a la publicidad, sino a los discursos, a las intervenciones en las mesas redondas o reportajes, a los propios debates parlamentarios.
¿Dónde se notaba el antagonismo de proyectos de país, de intereses sociales, de proyectos en lucha, de confrontación de ideas y visiones e intereses?
O todas esas expresiones como lucha, confrontación, antagonismo, ¿las hemos borrados definitivamente de nuestro diccionario y las hemos sustituido por búsqueda, desde el pique, del acuerdo? Del anhelo por los consensos a los que se llega antes de confrontar.
¿Hemos quedados tan escamados con los tiempos de la dictadura que solo podemos pensar en términos de “concertación nacional programática”, fórmula que puede tener validez para salir de una dictadura pero no donde la lucha entre partidos es la esencia misma de la democracia, de la democracia burguesa, digamos de paso?
Todo el sistema tradicional y mediático trabaja para evitar la idea de confrontación de intereses.
Todas las apelaciones a la unidad nacional no son sino un disfraz de la defensa del continuismo, de que todo siga como está.
Para imponerse y realizar nuestro programa precisamos confrontar. También ganar aliados. Pero primero hay que mostrar lo que se quiere. Pelear por lo que se es y se quiere para el país. Y luego, cuando hayan salido de la indiferencia todos los pobres que no fueron a votar ni sienten que esta sea su lucha, entonces, con nuestras fuerzas desplegadas al máximo, ahí sí acordar.
Grandes acuerdos nacionales, tomando nuestro programa, que ya será el programa mayoritario de la sociedad, como punto de partida.
Por todo eso vale la pena convocar a redoblar. A redoblar las señales de militancia y de lucha. Y a no redoblar las señas de ablande y conciliación.
Primero seamos fuertes, después, cuando corresponda, seremos magnánimos. Actuemos como un partido que lucha democráticamente por el poder, no como un colegio arbitral para dirimir conflictos que aún no se han planteado.



21.06.04 Nuestros cien primeros días: acciones enérgicas e inmediatas. Contratapa La República.



Nuestros cien primeros días: acciones enérgicas e inmediatas.
21 de junio, 2004
Dos afirmaciones de Tabaré Vázquez en el entusiasta acto de ayer atraen mi atención. Ambas vienen a cuento con preocupaciones que he oído de parte de muchos frenteamplistas: la primera es la constatación de que el Frente Amplio es la única fuerza política capaz de reunir y celebrar en forma unida un acto de esas características.
Un acto en el que las distintas tendencias medirán fuerzas una semana más tarde. Ningún otro partido es capaz de hacerlo. Ni siquiera lo intentó. ¿La unidad interna de los partidos no es acaso uno de los atributos que se le suele asignar a los sistemas democráticos auténticos? Aunque no faltan los tironeos, esa prueba de unidad, una vez más la pasamos, esto pese al bien planificado sistema de intrigas políticas y periodísticas que procuran, año tras año y mes a mes, dividir al Frente Amplio. Las últimas entregas de estos novelones ridículos las viene haciendo El Observador Económico, con ecos en otros medios oficialistas.
La unidad política del soleado domingo 20 pronostica, es lo razonable pensar, la unidad inquebrantable de las bancadas elegidas el 31 de octubre, el mismo día que los uruguayos digan en las urnas que quieren que Tabaré sea presidente. Casi nada de victoria. A nosotros la presidencia fortalecida desde 1967 y a nosotros una mayoría parlamentaria absoluta como el país no conoce desde los años 50, más de medio siglo.
De ahí la importancia de la otra afirmación de Tabaré: los dirigentes (y los partidos frentistas) están unidos por sus compromisos políticos, por el Estatuto del Frente Amplio y, sobre todo, por el programa de acción de gobierno. Por los acuerdos alcanzados en los debates democráticos del congreso del Frente, el mismo que eligió las candidaturas e instaló las bases programáticas sobre las que se realizará el gobierno del Frente Amplio.
Dicho de otra manera, la unidad, dijo Tabaré, no es sólo el fruto circunstancial del 20 de junio, una semana antes de las elecciones internas. Es un regla de oro del Frente Amplio y es sobre todo un compromiso de futuro ante la ciudadanía. Unidos por razones político electorales, unidos para ganar y unidos para gobernar en consonancia con unos acuerdos programáticos adoptados entre todos en las instancias democráticas del Congreso Extraordinario Héctor Rodríguez.
De donde se deduce fácilmente que nuestros primeros 100 días de gobierno no se parecerán a ningunos otros “primeros 100 días”.No se parecerá, claro, a lo que tendría que atravesar como un Calvario si el triunfador fuera Larrañaga. ¿Se lo imaginan? ¿Preparando un plan “progresista” y de I0 cambios para un nuevo país en compañía de Sanguinetti, Batlle y Lacalle? ¡Qué Gólgota! O mejor dicho ¡ qué festival de “versos libres”, ¡ qué mentidero! Pobre Larrañaga, por suerte la ciudadanía lo liberará de atravesar esas bíblicas pruebas.
También llenos de esperanzas, iniciaron su gestión decenas de gobiernos blancos y colorados anteriores, con mayorías, algunos como Bordaberry o Pacheco con apenas un poco más del 20% de los votos y de los legisladores que al día siguiente de la victoria electoral desataban la rebatiña e iniciaban el meticuloso reparto de cargos en la administración pública, milimétrico, para conseguir las mayorías parlamentarias para gobernar. ¡Y bien mal que funcionó para el país esa fragmentación y aquellos repartos de cargos!
Nosotros unidos por un programa y con mayoría absoluta: el sueño del pibe. me imagino el inicio de esos nuevos tiempos?
En primer lugar con un cambio en el estado de ánimo general. Habrá llegado la hora de ¡fuera la mufa, abajo las malas ondas! Esas se las dejamos para que las disfruten como deseen en las grandes casonas de Carrasco. Les entregamos el monopolio privado del malestar, que lo mastiquen y lo disfruten bien. Que aprendan a convivir con él porque será por muchos años. O que lo liciten si quieren.
En segundo lugar, desde que asuma el gobierno de izquierda este actuará para que se note que ha llegado por fin un gobierno que va a cambiar las cosas. Y se desatará el anhelo y las ganas de la gente de participar en los cambios. El gobierno hará todos los gestos y los hechos posibles para que se note que es de izquierda y que está llamando a participar a la mayor cantidad de gente posible en los cambios impostergables, que no vendrán sólo de arriba sino que se forjarán entre todos.
En tercer lugar, los planes de emergencia social y de creación de fuentes de trabajo. No me imagino una situación progresista que consista en que los responsables de los planes sociales y de reactivación laboral presenten planes y los encargados de la conducción económica, ceño fruncido, digan que no, que no hay plata, que dedicar dinero a la deuda social alteraría los famosos equilibrios macroeconómicos. Eso es impensable. ¿Y por qué es impensable? Por ese no es el pensamiento del Frente Amplio, ni de sus autoridades ni de los que elegiremos para el poder Legislativo: “Para nuestro Frente Amplio-Encuentro Progresista-Nueva Mayoría es un objetivo prioritario el poner la economía al servicio del ser humano, dejando atrás la concepción economicista que concibe a las personas como meros agentes económicos”, ha dicho nuestro Congreso.
Es bien cierto que desde hoy mismo los “expertos imparciales”, los “especialistas neutrales” y demás especímenes del engaño mediático se lanzarán sobre los candidatos del Frente Amplio para acosarlos con sus preguntas que más que interrogantes son sentencias. Firmes contra ellos: para el FA la economía, los equilibrios y todo lo demás estarán al servicio del ser humano, de la sociedad, del desarrollo pleno de persona humana.
Lo mismo en lo que tiene relación con la deuda: el Congreso “Héctor” fue claro al respeto: el pago de la deuda del sector público estará relacionado al cumplimiento de la deuda social y de las posibilidades del desarrollo económico del país. Esa será nuestra forma de “honrar la deuda”.Sin rehuir las obligaciones “no nos allanaremos ante las imposiciones de los organismos internacionales”, no iremos de rodillas a renegociar la deuda. De rodilla ya se fue muchas veces y el resultado es que la carga es cada vez más pesada y los intereses cada vez más insoportables. Y si a partir de la aplicación de estos criterios de defensa de los intereses de la nación, algún funcionario internacional queda contrariado, me permito sugerir que conjugue su desengaño en los duelos que se estarán celebrando en las grandes mansiones, donde tienen tantos colegas y amigos.
Cuando estas cosas pasen, muchos hombres y mujeres del pueblo que hoy no creen en “los políticos” empezarán a ver que no todos los partidos son iguales y que no todos los gobiernos engañan y esquilman y roban. Y más gente estará atenta y más gente querrá participar. Hay algo que se va a terminar. Ese nuevo Presidente y esas nuevas mayorías parlamentarias van a querer terminarlo cuanto antes: “porque resulta intolerable para los uruguayos, el sufrimiento y la marginación de importantes sectores de la población, donde existe gente y en particular niños comiendo o durmiendo en los contenedores y tarros de basura, mientras la desnutrición y la mortalidad infantil crece y se hace muy evidente en las zonas rurales más pobres y en los alrededores de las grandes ciudades.
La lucha contra este flagelo, ha dicho el Congreso, es para nosotros una prioridad irrenunciable y un compromiso que requerirá de acciones enérgicas e inmediatas.”Hoy, lunes, estoy confiando enteramente en eso.





14.06.04 Fin de brindis. Contratapa La República.


Fin de brindis
14 de Junio de 2004
Creo que alcanzaremos la victoria en la primera vuelta, el 31 de octubre. Pero sé que la derecha es hábil e ingeniosa y que ve con verdadero horror el desplazamiento del gobierno.
En ese sentido nuestras derechas son el conglomerado de familias más inamovible de la historia de América Latina. En casi todos los países hubo momentos, a veces breves primaveras, en los que gobernaron sectores “advenedizos”, de raigambre popular, hasta mestizos y descendientes de indios.
Inquilinos provisorios de los Palacios Quemados a las Casas de la Moneda desde donde desplazaron o creyeron desplazar por algún tiempo, que para la derecha fue pesadilla, a los viejos grupos oligárquicos que venían de la colonia (M. Globe en los 30 y después Allende en Chile, Haya de la Torre y Velazco Alvarado en Perú, la revolución boliviana de 1952 y después el gobierno del general Juan José Torres, La revolución guatemalteca de 1945 al 54, con Arévalo y Arbens, Lázaro Cárdenas en México, y los movimientos populistas en la Argentina de Perón y Evita y en el Brasil de Vargas y Joao Goulart... (Cuando los militares desplazaron a “Jango”, los brindis con champán francés de la burguesía paulista duraron más de quince días, casi tanto como festejaron luego los gorilas argentinos).
Acá, después de Artigas, en materia de cambio de familias y grupos en el poder no fue así. Aquí: nunca, nadie, nada. Estamentos inmutables. Casi castas. El brindis perpetuo. Siempre los mismos apellidos prendidos a la teta del Estado y del poder.
Por eso les va a costar desprenderse. El desmame tardío traerá traumas, a no dudarlo. El fin de los arreglos en las licitaciones, de los arrendamientos de obra, de los cargos jerárquicos y los de confianza política para los primos y los amigos y todo el entretejido de los privilegios.
¿No hay algo de esta patología clasista en el odio incontenible que las derechas - o buena parte de ellas - le profesan a Tabaré, el que viene a parar los brindis?
Tratemos de seguir el hilo. Se trata de alcanzar el gobierno y desde ahí cumplir con el programa de cambios definido en el Congreso “Héctor Rodríguez” será tarea ardua.
¿Con qué contamos para eso? No me propongo enumerar nuestras excelsas virtudes, que prosa de ese tipo tiende a proliferar a medida que mejoran las encuestas.
Pretendo partir de las cuestiones que están en debate o sobre las que los frenteamplistas tienen dudas.
Algunos compañeros hacen su apuesta firme al logro de una buena imagen pública, un buen desempeño en la TV y en la parte publicitaria que toda elección conlleva. El blanco de esta acción es la conquista de los indecisos “de centro”. Es una tarea que podría ser provechosa y no hay reproches que hacer salvo que se pretenda hacer de la publicidad la única vía.
Junto a este giro, que aunque sin proponérselo convierte al ciudadano en consumidor pasivo, no faltan los críticos e hipercríticos de la estructura organizativa y de base del Frente Amplio. Para algunos, hacer gracias sobre eso se ha convertido en un recurso muy festejado, sobre todo lo lisonjean los medios de comunicación de la derecha.
Pero la estructura orgánica del Frente Amplio es algo más que un estatuto, algunos organismos y unos miles de militantes tenaces.
Es algo más también que todo lo que eso tiene de original y de simbólico. La bandera, el logo, las viejas consignas. Símbolos que encarnan una comunidad no sólo política sino también afectiva, hecha de compañerismos y de broncas, de buenos recuerdos y de demasiadas cuentas sin saldar con el poder.
Todo eso podría ser despreciado, de hecho lo es, por las nuevas modalidades impuestas por la sensibilidad y la novelería de la posmodernidad. Aunque el Frente Amplio fuera sólo eso, unas solidaridades forjadas en el dolor, ya eso sólo sería un buen auxiliar para la titánica tarea que nos espera.
Pero sucede - y esto intenta ser el centro de esta reflexión - que además de sus contenidos simbólicos y emocionales, el Frente Amplio tiene una organicidad propia, construida por él mismo, con un Estatuto y un Compromiso Político y unas autoridades propias y legitimadas por la democracia interna del Frente.
Y esa organicidad es hoy, en junio de 2004, un instrumento muy apropiado para las tareas que tenemos por delante: las de ganar y gobernar bien, con creciente respaldo popular.
Comités de Base, Coordinadoras, Departamentales, Plenarios Nacionales, Congresos: es una estructura legitimada por acuerdos, consensos y mayorías que le permiten al Frente Amplio resolver la original ecuación de ser, a la vez, una coalición de partidos con distintas inspiraciones ideológicas, y además, un movimiento que actúa, cuando se lo propone, de manera unida.
Y sucede que cuando el Frente Amplio se propone actuar de manera unida, es capaz de lograr la creación de corrientes de opinión democrática de una fuerza extraordinaria.
Hay, y ha habido, muy pocos movimientos en América Latina capaces de organizar, desde abajo, movilizaciones como las que culminaron el pasado 7 de diciembre con la victoria de la papeleta rosada.
Esa excepcionalidad reposa sobre el hecho de que el FA ha sabido establecer unos buenos y ricos vínculos con la sociedad y con sus organizaciones sindicales, cooperativas, estudiantiles y barriales para impulsar acciones democráticas contrarias a las privatizaciones, o a algunos de los ejes más irritantes del programa neoliberal.
¿Qué es lo que ha hecho y hace posible que esta conjunción se realice? ¿Qué es lo que ha posibilitado la constitución de un gran bloque de fuerzas sociales de signo progresista cuyo crecimiento ha tomado un ritmo incontenible?
La existencia de una estructura de implantación en la sociedad y de autogobierno propia del Frente Amplio.
Implantación y democracia interna (con carencias y todo lo que se quiera pero democracia al fin) que hicieron posible que todo lo que el FA va a impulsar junto con sus aliados, si alcanza el gobierno, lo discutió y lo resolvió primero en un Congreso al que asistieron unos 1.500 delegados de todos los Comités de Base del país.
Esa cohesión programática y esa legitimidad de los organismos de gobierno del Frente son hoy atributos sustantivos, no sólo para el Frente Amplio y sus aliados sino para la democracia en el país.
Tabaré Vázquez elegido presidente en la primera ronda del balotaje llegará a Suárez con un Programa de Gobierno acordado por todos los grupos que componen su fuerza político-electoral.
A diferencia de cualquier otro de sus rivales de hoy, imaginemos que fuera Jorge Larrañaga, que tendría que pactar con los Lacalle, Sanguinetti y Batlle, Vázquez llegaría con una amplia porción de gobernabilidad asegurada. Con un paquete de leyes esenciales para el cambio ya estudiadas y en tomo a las cuales los consensos políticos y legislativos ya están construidos y legitimados. Y que sin duda precisarán conquistar la hegemonía en la sociedad y un activo respaldo de gente movilizada.
¿Podría decir lo mismo Larrañaga? ¿Leyes para los cambios con apoyo de Lacalle, Sanguinetti y Batlle?
Hemos dicho: Vázquez llegaría con una “amplia porción” de gobernabilidad, de certidumbres y seguridad de gobierno. ¿por qué empleamos la expresión cauta, de “amplia porción”?
Porque resulta que no es la primera vez que algunos legisladores frenteamplistas deciden actuar de L acuerdo con su criterio propio y equivocadamente desconocen las resoluciones aprobadas por las mayorías orgánicamente constituidas.
Segunda y definitiva razón para defender y mejorar el funcionamiento de la democracia y la estructura de base participativa que el FA tiene definida en sus estatutos. Lo contrario pone en cuestión no sólo la posibilidad de victoria en octubre sino que abre la posibilidad que el enemigo juegue con nuestras disensiones internas para vetar nuestro proyecto de cambios.



07.06.04 Estimulante maestra la memoria. Contratapa La República.

Estimulante maestra la memoria.
7 de Junio de 2004
La crónica sobre el crecimiento de la mortalidad infantil en el departamento de Artigas (El País, 28- 5-04) constituye un reconocimiento por parte de la derecha de los extremos de miseria que se viven en el país. Situación que no es fruto de una guerra ni de un cataclismo sino de la acción política y del peso de las estructuras económicas y sociales que existen en el país y que blancos y colorados han pretendido convertir en intocables.
En Artigas en el 2003 nacieron 1352 niños y 39 fallecieron antes de cumplir un año. La mortalidad infantil en ese departamento es de 28.9 por mil, casi el doble que la tasa promedio del país que es de 15 por mil.
Según UNICEF la tasa de mortalidad infantil de Artigas es similar a la de algunos de los países más pobres de América, más alta que la de Ecuador y cercana a la de Honduras.
Un médico forense, Ruben Medina, comparó a los cadáveres de niños fallecidos en Artigas con las fotos de los campos de concentración.
El hambre en los niños afecta, agrega El País, a alrededor de 10% de los niños de Artigas. Los datos sobre mortalidad no reflejan con exactitud esta realidad pues se anota como diagnóstico la última causa de muerte. Se escribe aspiración de vómito, paro respiratorio, diarrea, que son estragos de la desnutrición. Pero la planilla no incluye la mención expresa a la desnutrición.
En Bella Unión la situación es tremenda. En el barrio Las Láminas, donde la miseria es gravísima, muchos niños portan parásitos intestinales de hasta 15 centímetros. Cuando los están eliminando se produce pánico en la familia porque los pueden eliminar por la boca o la nariz. Con ese cuadro un Canal de TV local preparó un video pero nunca se atrevieron a exhibirlo. En esta zona, la tasa de niños con bajo peso al nacer es igual a la de Ghana, Kenia y Camerún.
La línea política que impulsan algunos compañeros de izquierda parece inspirarse en la idea que todo lo que sucede y sucederá en el país está determinado por lo que ocurrió en agosto del 2002.
Según esta visión, ni los partidos ni las clases sociales tienen antecedentes anteriores a la crisis financiera. Interpretar de esa manera a este mojón, que lo es, nos priva de enseñanzas importantes.
No solo porque las clases y las mentalidades tienden a reproducirse, a menudo bajo otras máscaras, sino porque la memoria puede aportarnos una fuerza incomparable, que va más allá de lo electoral y se sitúa en el campo de la cultura de la resistencia, de la rebeldía, de la innovación.
A diferencia de otros pueblos del Tercer Mundo, nuestro país conoció un largo período de bienestar.
Un puerto apto, una pradera casi despoblada, pletórica de vacunos, una comarca a la que anhelaban venir europeos no sólo de las tierras pobres del Sur sino de los países centrales, de las capitales de los imperios más poderosos de la tierra, de esos que estaban saqueando África y Asia.
Hacían fila para venir, no solo españoles e italianos sino franceses, ingleses, escoceses, vascos, alemanes y suizos, entre otros. Aquí había lugar para todos Por eso resulta absurdo cuando se compara nuestra pobreza actual con la de otras regiones de América que ya eran superpobladas (y supersaqueadas) en los siglos XVI y XVII, mientras a las nuestras se las consideraba “tierras de ningún valor”.
Nunca fuimos tan pobres como en los últimos decenios.
Durante muchos años el desarrollo del agro y de la industria y las luchas del movimiento obrero y estudiantil lograron leyes avanzadas, conquistas sociales importantes, bienestar y un concepto de ciudadanía que incluía el derecho a la educación, a la salud, a la vivienda y a los bienes de la cultura.
Ese bienestar, aquellas conquistas fueron arrasadas, es verdad.
Pero formaron parte de la realidad cotidiana del pueblo uruguayo. La carne barata, la buena alimentación no es una leyenda, fue una conquista. Y hay una gran diferencia entre una y otra cosa.
Es distinto luchar por una ilusión o un hermoso mundo imaginado que luchar por eso y además por reconquistar algo que ya se tuvo, que se vivió cada día como fruto de la acción política avanzada y de las luchas obreras y populares.
Si todo empezó ahora, si el hambre llegó como un tornado, las responsabilidades de los grupos económicos y políticos (las clases) que sustentaron las políticas hambreadoras de larga duración se diluye, se pierde en la bruma que envuelve, como en un cuento de hadas, a todo lo anterior, lo bueno y lo malo, a la subversión y al terrorismo de Estado, a las leyes obreras y a los actos de corrupción.
La historia se vuelve una sucesión de postales caprichosas y pierde sentido. El sentido que tenemos que rescatar desde la izquierda, que es el de nuestra historia como una larga saga por la verdadera democracia, contra la dependencia, los autoritarismos y las injusticias.
Despojados de memoria, se pretende que somos una nación donde no ha habido héroes (o sólo se le admite esta condición a los que la derecha ha logrado pasteurizar, colocándolos por encima de las clases) ni villanos.
¿Nunca hubo gente que entregó al país, que se enriqueció a su costa y logró que sus hijos y sus nietos y bisnietos siguieran robando al país y a menudo gobernándolo? ¿Nunca esa gente estuvo asociada a los imperios más poderosos de la tierra?
Sin memoria no hay registro de nuestras rebeldías, casi siempre derrotadas y a menudo ahogadas en sangre, como en la última dictadura.
Por eso el desafió del progresismo tiene hoy una cuota importante de recuperación cultural, de reconquista: la de los logros sociales y civilizatorios del mejor Uruguay, de la libertad sin temor a las amenazas golpistas, de la democracia con igualdad.
En el futuro que se acerca, los frutos no serán cosecha de la imaginación calenturienta de nuestros líderes. Esos frutos ya los han probado los obreros y los granjeros y los maestros y los enfermeros: no son ni más ni menos que salarios para vivir dignamente, un porvenir mejor para nuestros hijos y una sociedad con menos injusticias e inseguridades. Todas cosas ya experimentadas. Con reconocible gusto a bienestar y vida digna. Nadie nos contó el sabor de la manzana. La probamos. Ese es el punto flaco del proyecto de ellos.
Sin ser socialista, el país fue más igualitario. Desde los 60 se viene desarrollando la “reestructura conservadora” y la instalación rotunda y rampante de los privilegios sociales. ¿Vamos a abdicar de denunciarlos?
¿Quienes hicieron posible la congelación de salarios y el cierre de miles de fabricas, las privatizaciones y la ruina de la enseñanza pública? ¿Quiénes se enriquecieron con esas decisiones?
Abdicar de la denuncia de los privilegios y de la lucha por la igualdad social es negarnos a nosotros mismos, es renunciar a ser quienes somos y quienes hemos sido.
Nuestras denuncias y nuestras exigencias igualitarias suscitarán, a no dudarlo, la reacción de los reaccionarios. Su odio ancestral al cambio. Ya conocimos eso, el paroxismo de ese odio fue la dictadura.
Renunciar a las exigencias democráticas e igualitarias, renunciar a lo que somos y lo que hemos sido nos expone a defraudar a nuestros respaldos populares, a los que se sienten identificados con aquellas conquistas y aquellas rebeldías. Es un riesgo grave. Porque si la gente que vive peor, esa gran mayoría, no cree en el cambio, es que ha dejado de creer en la democracia.
Mientras en Artigas reina el raquitismo y crece la mortalidad infantil, nunca como en los últimos meses se construyeron más edificios de lujo en Punta del Este, nos dice el diario El País del viernes 4 de junio. Edificios de entre 300 y 2000 metros cuadrados edificados.
¡Que ancha la brecha social! ¡Qué lejos está la igualdad que la Constitución proclama y el sentido de justicia requiere! ¡Que maestra estimulante es la memoria! ¡Qué necesaria nuestra victoria!





31.05.04 Precisamos más denuncia y más movilización. Contratapa La República.

Precisamos más denuncia y más movilización
31 de mayo de 2004

Podría decirse que entre los frenteamplistas existen ciertos indicios de desazón acerca de cómo se desenvuelve la campaña electoral o de aprehensiones ante un cierto estancamiento o retroceso en las intenciones de voto a favor del cambio.
No creo que esté en cuestión, por ahora, el logro de un triunfo progresista en la primera vuelta. De todos modos el desasosiego de muchos compañeros merece habilitar cauces de intercambio de opiniones que oxigenen el debate. Si vamos a lo substancial, podremos aventar los fantasmas recurrentes acerca de que la derecha termine aprovechándose de nuestras disensiones.
No creo en la construcción de un discurso basado en gestos sino en conceptos claros, comprensibles y fácilmente defendibles por un militante de izquierda.
Veamos algunos hechos elocuentes. Esta semana, una agencia del gobierno ha brindado cifras escalofriantes acerca del crecimiento del número de pobres en el país: se han duplicado en tres años, también el crecimiento del número y del índice de los niños pobres en relación a los adultos.
Después de varios meses de anunciado el fin de la crisis y el comienzo de la recuperación, resulta por demás claro que la reactivación no trae ni aumento sustantivo del empleo ni mejoras en el salario real. Todo parece indicar que todo seguirá más o menos dentro de estos cauces.
El aumento de los asentamientos irregulares que crecen a un ritmo regular de un 10% por año, es un parámetro a la vez brutal y silencioso al que me referiré más adelante.
En este momento, según fuentes de la Intendencia de Montevideo, hay más de 7.700 carritos recolectores de residuos. Alrededor de 3 o 4 personas viven del procesamiento de esa basura que por lo general se hace en los barrios en que viven los hurgadores. ¡Es un mundo de gente! ¡Entre 20 y 30.000 personas!
¿Alcanza con que aumente o se mantenga la miseria para conseguir una victoria electoral? Creo que los viejos tiempos de ese tipo de economicismo están largamente superados en la militancia de izquierda.
Es evidente que no. Es más, el incremento de la miseria, al arrojar a la desesperación a contingentes mayores de familias trabajadoras las hace más vulnerables a la manipulación clientelar, y al histórico “tropeo de votos”, artes y partes para la que son expertos los partidos tradicionales, que por algo han estado más de un siglo y medio en el poder.
La inseguridad económica y la inseguridad en la preservación de la vida y la propiedad, lejos de ser un obstáculo para la sociología del neoliberalismo, son funcionales a sus objetivos.
Son, a la vez, un paradigma, dado que en los asentamientos se opera la proclamada supervivencia del más fuerte, el darwinismo social que provee directa o indirectamente de matones y capangas al poder económico y al mismo tiempo constituyen un factor de división del pueblo, de enfrentamiento violento entre vecinos y delincuentes, enconados en una guerra de todos contra todos, sin fin y sin perspectivas, con el estímulo más o menos abierto de los medios de comunicación.
El clima difuso de inseguridad, la apelación a las “políticas de mano dura” favorecen también sentimientos que tienden a lesionar aun más el tejido social y al hecho que cada vez aparezcan como menos visibles las causas profundas de la inseguridad, que nace de las políticas de desindustrialización, de apertura, desregulación y demás renglones del catecismo neoliberal.
Visto desde el ángulo de la acción frentista, que es el que me interesa, la disgregación (laboral y barrial) debiera acrecentar la importancia de la aglutinación por intermedio de la identidad política, el fortalecimiento de las instancias de base territorial de la izquierda, sus comités y coordinadoras. Pero sobre esto no todos los partidos piensan lo mismo.
Otro factor de “identificación y reagrupamiento” de los contingentes que el neoliberalismo nos Iu disgrega, debería aportarse por las voces de denuncia de los líderes de izquierda, definiciones que, como un látigo, hagan oír en el país oficial la fuerza de verdad que tienen las denuncias.
¿Para qué otras cosas trascendentes servirían los lugares de la representación política del pueblo, sino para decir con firmeza que se gobierna para los ricos y para los ladrones y contra los trabajadores, los honestos y los pobres?
Sobre el contenido preciso de esta denuncia, las cifras las aportan las oficinas y los funcionarios del gobierno.
A los dirigentes de izquierda les bastaría con interpretar y extraer conclusiones, mostrar su rechazo y su propia indignación ante la injusticia y ponerse de acuerdo en las medidas de movilización que canalicen, en sentido democrático y frenteamplista, la rabia contenida de la gente.
Precarización del trabajo, inseguridad, criminalización de la pobreza no son fallas a subsanar, contratiempos o torpezas del sistema. Por el contrario, son todos recursos del neoliberalismo como paquete social y económico integral, como propuesta totalizadora, como ideología, al servicio de la cual se han puesto la burocracia del Estado y los que llevan la batuta en los medios de comunicación.
Como se puede apreciar, mi manera de ver la situación en estos tiempos preelectorales es bien distinta a la de un compañero senador que sostenía que para ganar el Frente Amplio debería explicar con calma y con mucha inteligencia las características de sus propuestas programáticas, su visión del futuro del país.
Según creo, la responsabilidad de los dirigentes del Frente Amplio es decisiva para ganar ahora en credibilidad. No tanto por la inteligencia con que se expongan prolijos planes de futura estabilidad que den garantías a los inversores, etc., sino en la denuncia de lo que hoy se oculta, la destrucción del tejido social de la comunidad uruguaya.
Por vía de los tugurios en el centro de la Capital, de los asentamientos marginales, drama social que crece en silencio o desvirtuado por la televisión, o por la vía más sofisticada de la migración masiva de jóvenes técnicos y trabajadores.
Duplicar los pobres en tres años es una acción social, o más bien antisocial, drástica.
Empujar al exilio a cien mil uruguayos es una actitud rotundamente drástica.
¿Las inventamos nosotros, forma parte de la retórica del Frente Amplio o es lo que nos cuentan en sus informes los funcionarios del gobierno?
Siendo los hechos así de contundentes ¿en qué consiste la “táctica” o la “habilidad política” de no denunciarlos con la rotundidad y la rudeza que tienen esos delitos contra la sociedad?
La parsimonia y hasta los buenos modales parlamentarios con que se aborda este drama social ¿no tendrá algo que ver con la apatía y la indiferencia que se observa en algunos ámbitos, como ser el universitario o en el los intelectuales y artistas?
Una de las formas que asume la apatía es una actitud bastante extendida entre algunos de nuestros conciudadanos: la delegación de criterio. El seguimiento lineal y obediente de los razonamientos de otro. Fulano lo dijo. Y eso, a algunos, les basta. Lo dijo y no se indignó ni llamó a rebelarse. Por algo será.
Hay algo de cómodo y de inocente en este tipo de actitudes. Pero no puedo dejar de pensar que, como lo cantaba Alí, la inocencia no mata al pueblo pero tampoco lo salva...


24.05.04 Tiempo de votos, tiempo de memoria. Contratapa La República


Tiempo de votos, tiempos de memoria
Lunes, 24 de mayo, 2004
¿Tiene sentido, en vísperas de una elección que designará a los dirigentes del futuro, hablar de memoria, aludir al pasado y sus mensajes inconclusos? Apelar a los destellos fragmentarios que desde la anécdota nos llegan sin interpretación ni examen crítico. Pensamos que sí.
Es más, pensamos que el corte con el registro del pasado reciente es en gran medida una operación política. Perpetrada, sobre todo, por el personal civil que fue cómplice de la dictadura y siguió luego, en las cúpulas de la administración, de la justicia y de los partidos, cuando se restableció la normalidad institucional a partir de 198 5.Pienso que sin memoria colectiva no hay identidad social y sin identidad no hay acción política. No sólo para los individuos o los partidos, tampoco para las clases sociales. identidad desde dónde se elaboran las demandas políticas? Sin historia, sin identidad, el pueblo es un conjunto de hombres sueltos, desorientados, sin unidad para lucha. Unidos apenas en el instante importante pero efímero de votar. Luego, la soledad y la dispersión nuevamente.
Sin historia y sin identidad el hombre no se ve a sí mismo, no se ve en su realidad más profunda que es junto a otros seres humanos, pensando, sintiendo y actuando colectivamente. Desde la soledad, sin identificación y sin memoria, el individuo se ve como lo quieren mostrar los medios de comunicación de masas. Y los medios le borran la memoria y le instalan otra. “Engañan al pueblo con su propia memoria”, decía Roa Bastos. Y la primera memoria que se intenta borrar es la de las antiguas conquistas obreras, los consejos de salarios, las leyes de protección al trabajador y demás.
Borrar también la memoria de la cultura de organización y de lucha. Y en lugar del militante contra la dictadura se induce al individuo para que se piense sólo como un hincha de fútbol o una persona que asistía a los cumpleaños.
Sin memoria, el huelguista del 73, el obrero o el empleado que heroicamente defendió la democracia, hoy es un “don nadie” y en su lugar el que se presenta, usurpándolo, como héroe de la resistencia es el señor Lacalle, que estuvo unas horas preso y perteneció y pertenece a un partido que, desde el primer día, colaboró activamente con la dictadura con dirigentes como Martín R. Echegoyen, Aparicio Méndez, Aureliano Aguirre, Daniel Rodríguez Larreta, Chiruchi y tantos otros.
Bien distinto a la memoria obrera es lo que ocurre con la identidad (y la historia) de los ricos, de los que han mandado y mandan en el país. Ellos llevan la identidad en la ropa y en los apellidos, en el auto que los traslada y en el barrio que viven. Son los nietos o los sobrinos de otros cuyos apellidos les dan el nombre a las calles, los que desde siempre han estado o están en el Senado o en el gobierno.
Distinta a esta es la relación con su propia memoria de aquel que ha nacido o ha ido a parar al Barrio Borro, o al Cuarenta Semanas y es hijo de un héroe, un sindicalista que hizo la huelga general, que estuvo preso porque resistió o porque durante los diez años salió a las calles clandestinamente para escribir “abajo la dictadura” o “libertad para Seregni”, arriesgando el pellejo y la libertad. Ese muchacho que a lo mejor ya conoció el mame o el Comcar, no sabe que es hijo de un héroe. No sabe que de las filas donde trabajaba su padre o su madre, obreros como ellos, salieron hombres como León Duarte, Gerardo Cuesta, Héctor Rodríguez y Gerardo Gatti. Se sentiría mejor sabiendo que estos son de su misma clase.
Si a este trabajador pobre le ha ido mejor, ahora es un ciudadano que a lo sumo tiene un mal empleo y viaja en bicicleta. No sabe, porque el sistema no quiere que sepa, que él, hijo de un héroe de la resistencia obrera democrática, de los únicos que enfrentaron al fascismo en el Uruguay, tiene un gran potencial para cambiar al país. Por lo que heredó de su padre, y de su madre, que lo visitaba y le llevaba yerba cuando el viejo estaba en el penal.
No sabe cuánta fuerza tiene él, el joven hijo del obrero-héroe y la madre luchadora, los dos desconocidos. Ni tampoco sabe del heroísmo actual de él, del suyo, joven y desocupado o mal ocupado, que en las peores condiciones de trabajo sigue peleando con dignidad contra la adversidad económica y social para criar a sus hijos.
A lo mejor, si supiera mejor todo el heroísmo que derrochó la gente como él en el 73, sobrellevaría mejor la pobreza a la que lo arrojó el cierre de las fábricas que los liberales como Lacalle, Batlle y Sanguinetti hicieron con Cristalerías, ILDU, de Faname, Phuasa, Ghiringhelli, Martínez Reina o Lanasur y de cientos de otras fábricas y lugares de trabajo. Sabiendo todo aquello, él quizás ahora estaría viviendo igual, sin plata para el boleto y sin planes para comerse con su familia unas pizzas con muzzarela atendidos en un bar a las que legítimamente tiene derecho. Estaría sin eso y sin muchas otras cosas. Pero con un ánimo distinto. Estaría sabiendo que llegarán otros tiempos. Los tiempos que la tortilla se vuelva. Estaría sabiendo que va a cobrar lo que le corresponde de la deuda social, la que le debe el Estado uruguayo, de todo lo que le debe esta República que siendo democrática se ha vuelto un régimen de clanes de privilegio de un lado y de muchedumbres de excluidos por otro.
Estamos un poco omisos con esa memoria de la deuda social. Y si nos quedáramos por fuera, no estaríamos en condiciones de orientarla, de transformarla en energía de lucha. Olvidada, la deuda social, que se muestra ahí revolviendo tachos para alimentarse, parece no pesar frente a la otra, tan encumbrada y prestigiosa, la deuda pública. Internacionalmente famosa, bien vestida, desfilando por las pasarelas iluminadas. La deuda pública con los acreedores extranjeros sabe hacerse oír, sabe cómo presionar, tiene miles de voceros, abogados, y “políticos-realistas” de todos los pelajes todos pidiendo por ella a coro, como para meter miedo: ¡si no nos pagan, nos dicen, quedarán aislados como los leprosos, si no nos pagan no tendrán ni insulina!
Las deudas públicas han nacido en la dictadura y de los cómplices de la dictadura, pero se visten bien, con las galas de la democracia. Nunca nadie les leyó el prontuario. Ni se sabe a dónde fueron a parar los empréstitos así contraídos por el país. Otra forma del secreto bancario. Y si alguien lo quisiera saber, no faltaría un Sanguinetti que considerara que esos hechos... están comprendidos en la Ley de Caducidad, como ocurrió con las estafas contra el Banco Hipotecario.
Frente a eso, la deuda social, con sus acreedores parias desocupados y dispersos, mal vestidos y peor informados, es difusa e ineficaz. Sólo un gobierno popular las iluminará y las hará visibles para que esa deuda, fundamental, sea resuelta.
Volvamos al principio, a los hijos y los nietos de los que hicieron la huelga general, que junto al acto del 9 de julio fueron los únicos actos de resistencia democrática que se realizaron en el país.
Activando un poco la memoria, a esa función subversiva de la memoria que nos hace humanos, el hijo y el nieto comprenderían que esta victoria por la que estamos trabajando, será la de ellos. Será la de los que hicieron la huelga general y la de sus hijos y de sus nietos. Será la de los que perdieron y ganaron aquella huelga y después perdieron y perdieron las fábricas donde trabajaban. ¿De quién otro podría ser esta victoria?



17.05.04 Con un gobierno de izquierda sin obediencia debida a las recetas neoliberales. Contratapa La República.


Con un gobierno de izquierda: sin obediencia debida a las recetas neoliberales
17 de Mayo de 2004

Pese a la cantidad de dilemas que pronto tendremos que enfrentar, como uruguayos y como gente de izquierda, no son muchos los debates que se han ido desarrollando y a menudo cuesta establecer desde dónde ordenamos nuestros puntos de vista.
En general procuro opinar sobre aquellas cuestiones que, desde la acción política, se pueden abordar.
En la orden del día, entre otras, están las elecciones internas. Imposible pensarlas separadas de las elecciones generales de octubre pues las internas se desarrollan bajo la interrogante que hará el Frente Amplio y sus aliados en caso de ganar, como aplicará su programa, qué puntos tendrán prioridad.
Ahora bien, ¿cómo es vista la elección de octubre? ¿En que terreno intenta ponerla la derecha?
De acuerdo a ciertas miradas, parecería que la primera vuelta de la elección presidencial es algo así como un” examen de admisión”. Una prueba para acceder al derecho a ser examinado por distintos tribunales.
¿Cuáles serían esos tribunales? Las instituciones internas e internacionales que tienen un poder propio, sea económico o político, no porque sus autoridades hayan sido elegidas democráticamente sino por el lugar que ocupan de facto en la sociedad globalizada.
Son, por ejemplo, el Fondo Monetario, el Banco Mundial, las consultoras internacionales, los posibles inversores. En el plano interno, las cúpulas de la burocracia estatal, los mandos militares, los encargados de determinar el contenido de los informativos en la televisión.
Ahora bien esos seudo tribunales, esas “mesas de examen” no nos son desconocidos.
De acuerdo a lo que sabemos, esas instituciones, aunque tienen una importancia que no se puede desconocer, si miramos el papel que pretenden jugar, concluimos que carecen de la legitimidad que se arrogan.
No están facultadas para cumplir ningún rol con relación a las decisiones que quiera adoptar el pueblo uruguayo a través de un gobierno elegido democráticamente. Sobre eso no debemos tener la menor vacilación, por mucho que la derecha, y los vacilantes, intenten convencernos que es de “sentido común” someterse a esos “poderes fácticos” existentes.
En realidad, todo lo que en Latinoamérica se ha hecho a favor del pueblo se hizo, seamos concientes, desobedeciendo esas recetas, enfrentando la lógica de adaptación a lo que pide y exige el gran capital y sus socios.
Lo que ha hecho Chávez en Venezuela y Kirchner en Argentina ha sido así. Lo que ha hecho —y hace Fidel.
Y al hacerlo han tenido una conducta no solo defensa de los intereses nacionales de sus pueblos sino una práctica auténticamente democrática, a favor de los intereses y de la voluntad de las grandes mayorías.
De lo contrario, si los factores de poder externo pudieran bloquear o torcer la voluntad expresada en las elecciones, si eso ocurriera, estaríamos asistiendo a un despojo, nos estarían estafando nuestro destino.
¿Por qué decimos que esos pretendidos arbitrantes carecen de legitimidad?
Por que no son neutrales. Son los tribunales amigos del caballo del comisario.
Son los que en Argentina apostaron por Menem, en Brasil por Collor de Melo y en Venezuela quisieron y quieren desplazar a Hugo Chávez mediante un golpe de estado.
Son los amigos del gobierno de Jorge Batlle. Los que lo respaldan y lo usan.
El pasado jueves, una avanzadilla del FMI vino a Montevideo a entrevistarse con economistas del Frente Amplio. No deja de ser un reconocimiento. Se hizo bien en recibirlos y hacer que ellos, que habían pedido la entrevista, concurrieran a nuestro local partidario en la calle Colonia.
Y se hizo bien, de acuerdo a la crónica de La Republica, cuando los economistas del FA no adelantaron ningún criterio acerca de cómo hará un gobierno progresista para enfrentar la herencia insondable que dejan los neoliberales.
Pero si los frentistas estuvieron parcos, los del FMI no tanto. Explicaron a la prensa algunas cosas que vienen a cuento con lo que decíamos más arriba: los funcionarios del Fondo están locos de contento con la política seguida por el este gobierno. A ellos no se les mueve un pelo que la producción industrial haya caído un 40% en los últimos cinco años. Que en Uruguay haya 100 mil empleos menos. Y que el ingreso en los hogares trabajadores haya descendido un 30%. No les preocupa que la deuda pública haya alcanzado un volumen que supera la producción de todo el año y que los intereses de esa deuda se coman el 20% del Presupuesto General de Gastos e Inversiones del país.
Nada eso es asunto de ellos. Como tampoco fue preocupación de los últimos gobiernos colorados y blancos.
Las cuentas del Estado cierran, la miseria popular arrecia. Por razones obvias, ese paradigma no será el de un gobierno progresista. Y esa opción supone asumir, desde ahora, una línea que incluya entre las previsiones todas las consecuencias de no aceptar la “obediencia debida” a los que detentan el privilegio, a la diplomacia norteamericana, a los organismos internacionales mencionados. A los trasnochados pero aun poderosos jerarcas militares que todavía en los actos patrióticos defienden la Doctrina de la Seguridad Nacional, que defienden el golpe de Estado. Batlle ha dicho que seguirá “gobernando” hasta el 10 de marzo del 2005, que para eso fue elegido. A partir de ahí se siente que puede desconocer, entregando nuevas bandas de telefonía celular, el plebiscito contra las privatizaciones del 13 de diciembre de 1992 y las más de 700 mil firmas contra los artículos 612 y 613 del Presupuesto nacional que abrían paso a nuevas privatizaciones en Antel. Tampoco se da por enterado que algo quiso decir el pueblo uruguayo el 7 de diciembre cuando rechazó la ley de Ancap.
Formalmente su gobierno tiene legitimidad constitucional hasta el 1 de marzo de año próximo. Por un mínimo de responsabilidad y honestidad política, Batlle y su gobierno debieran abstenerse de adoptar resoluciones que pesarán, sobre todo, en la gestión de la nueva administración. No debieran seguir engordando la herencia maldita con más nombramientos de altos sueldos gerenciales o diplomáticos. Ni con más privatizaciones.
En sentido contrario, el ejercicio constitucional de la soberanía hace que debamos rechazar desde ya cualquier intento por recortar, con imposiciones de la índole que sea, el ejercicio del gobierno por las fuerzas políticas del cambio.
El nuevo gobierno, nacido del pronunciamiento democrático del pueblo uruguayo, no aceptará otra obediencia que a la que se comprometa con la ciudadanía.
¿Qué otra cosa sino eso es la democracia?
No estamos diciendo nada nuevo. Simplemente algo que, actualmente, no se dice demasiado. Como gente de izquierda tenemos una larga historia de lucha contra las fuerzas que se oponen a los cambios y a las mejoras sociales.
Este debate está presente en los contenidos y los estilos que exhiben las distintas fuerzas de izquierda que participan en las elecciones internas de los partidos.
Cortar amarras con el pasado de sumisión va a requerir energías. Energías que solo pueden crearse y madurar a partir de la movilización democrática. La marcha del próximo jueves por Verdad y Justicia, será una de ellas. Pero en el firmamento social y político del país están planteadas otras confrontaciones con el inmovilismo y la resignación, esos enemigos solapados y silenciosos. Ese inmovilismo y esa resignación que a veces se disfrazan con los trajes de calle del “realismo” o la “madurez política”.



10.05.04 Presiones ilegítimas sobre el Poder Judicial. Contratapa La República.

Presiones ilegítimas sobre el Poder Judicial.
Lunes, 10 de mayo, 2004
En los próximos días, la interpelación al ministro de Cultura, doctor Leonardo Guzmán, seguramente permitirá que la población conozca un poco más acerca del significado real del contencioso entre el Poder Ejecutivo y el fiscal de Corte, doctor Oscar Peri Valdez. Los expedientes que se han ido “orejeando” hablan de una realidad extremadamente delicada. Se trata no sólo de un capítulo más de la lucha sorda y solapada entre la 15 y el Foro Batllista, sino de las evidencias de la amplitud, hasta ahora desconocida, secreta, de los mecanismos que se vienen empleando desde el Poder Ejecutivo para interferir en las acciones del Poder Judicial.
No estoy tomando partido aquí por uno u otro bando de los que se han conformado en torno a la actuación del ministerio público. Bueno fuera. Las responsabilidades de este desborde no son solo del fiscal de Corte sino también del actual ministro de Cultura, cuando, por ejemplo, con la oposición de Peri, pretende incidir en el desplazamiento de una señora fiscal, la doctora Mirtha Guianze, que actuando con independencia y de acuerdo con criterios técnicos adecuados se pronuncia por el procesamiento con prisión de Juan Carlos Blanco.
Es más, cabe preguntarse, cómo hace Peri, qué garantías puede tener un ciudadano común si a un funcionario con esas responsabilidades se le aplica un tratamiento de este tipo.
Me estoy refiriendo a la capacidad de contralor y manoseo de que dispone el Poder Ejecutivo en el Estado “democrático” uruguayo. Del enorme peso de la Presidencia de la República, sus ministros y dependencias, entre ellas la Fiscalía de Corte, presionando para sustraerle al Poder Judicial, a los magistrados fiscales y a los jueces, la capacidad de decidir sobre la libertad de las personas. Nada más ni nada menos. Todo bien lejos por cierto de lo que se enseña en la Facultad de Derecho. Todo en las antípodas de la mentada división de poderes de la que se hace gala para las galerías.
Lo que me resulta más aleccionador de todo esto es que los ciudadanos comunes siempre tardamos mucho tiempo en saber qué es lo que realmente está pasando. Hay una poderosa red de influencias que todo lo abarca. Es un territorio gigantesco, de fronteras móviles, donde existe un poder, que se ha extendido, sin normas que lo legitimen.
Un poder “de facto”, como cualquier dictadura. Que de eso tiene mucho. Un poder construido desde una pirámide cuya cima está en disputa en una pulseada a muerte en la que están, por un lado el actual Presidente de la República y por otro el ex presidente de la República, doctor Julio María Sanguinetti.
Felizmente para los que quieren saber de qué se trata, en algún momento, en el curso de esas actividades promovidas desde el Poder Ejecutivo sin amparo legal, alguien le pisó un callo a un protegido del otro, un fiscal de Corte fue destituido, se instruyeron sumarios y, a partir de ahí, se rompieron los pactos de silencio y nos empezamos a enterar. Y lo que se vislumbra no es tranquilizante.
Nos enteramos, por ejemplo, de que hubo presiones, a las que el fiscal de Corte no accedió, para no imputar al coronel Manuel Cordero después de que defendiera públicamente la legitimidad de la tortura, o para no dar lugar al procesamiento de un ex ministro de Turismo que milita en el Foro, a las que habría sí aceptado.
Que hubo presiones sobre los fiscales para que actuaran de oficio ante determinadas invectivas de El Sabalero para “ahorrarles” a los comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas la necesidad de presentar su denuncia ante la sede judicial.
Presiones también desde el Poder Ejecutivo sobre los fiscales en relación a conflictos gremiales amparados por la ley, como el de Salud Pública o el protagonizado en la Intendencia de Montevideo por parte de Adeom.
Uno de los aspectos más preocupantes de toda esta situación es que transcurre en secreto. Hay sobre estas realidades un pacto de silencio, mientras a través de los informativos la televisión controlada por las tres grandes familias difunde fuegos de artificio sobre temas variopintos. Hace unos días, Pascual Serrano de la revista Rebelión, refiriéndose a la prensa española, hablaba de “ La omertá mediática, ese juramento mafioso de mantener el silencio para ocultar la verdad”.
Es la misma que ha servido para desvanecer y confundir acerca de las conductas de los dirigentes colorados que se favorecieron de la información oficial para retirar sus depósitos de los bancos antes de la corrida bancaria y del “corralito”, mientras públicamente le decían a los ahorristas y a la población que la estabilidad del sistema financiero estaba garantida.
Bienvenida entonces la interpelación al ministro Leonardo Guzmán. Sobre todo si ella nos permite saber, aunque sea con retraso, cómo se han ido construyendo las redes de una presión ilegítima sobre el Poder Judicial.
El país entero está ahora con la atención puesta en las elecciones internas de los partidos prevista por la Constitución. ¿Qué sentido tiene la democracia política para regular la vida interna de los partidos si hay zonas del poder del Estado desde donde se resuelven, o se impide resolver, algunos de los principales problemas que tiene el país, como el de la impunidad por ejemplo? ¿Cómo se expone a la luz pública esta cadena de presiones desde las cimas de la administración que están al margen del contralor de la opinión pública, del Parlamento y de los partidos políticos? ¿Cuáles son las verdaderas raíces del conflicto entre Guzmán y Peri Valdez? ¿Cuál es la verdadera naturaleza del antagonismo entre Batlle y Sanguinetti?
En este momento, para la opinión pública se hace difícil acceder a la verdad. Es de esperar que la interpelación en el Senado arroje luz sobre estas realidades, tan importes como opacas, de nuestra democracia. Y que todos sepamos lo más precisamente posible ante qué adversarios políticos nos enfrentamos. Y de qué medios dispone.
Una vez más, la transparencia de las instituciones dependerá de lo que digan y lo que hagan las fuerzas progresistas. En el Parlamento, en la prensa, en las organizaciones sociales. Porque los llamados liberales hace ya mucho tiempo que han abandonado todo compromiso efectivo con la vigencia de las instituciones que garantizan la vigencia de los derechos individuales y colectivos de la sociedad uruguaya.



03/05/04 Para deshacernos de los aznáridos criollos. Contratapa
La República .

Hugo Cores
Para deshacernos de los aznáridos criollos
2004-04-301-El control por parte de un grupo restringido de empresarios de la gran mayoría de los medios de comunicación, especialmente la TV abierta, a eso llamo oligopolio mediático, tiene muchas aristas y no todas son fáciles de abordar en una nota periodística necesariamente breve.La nuestra es, obviamente, una mirada desde el ángulo de la lucha política y escarba en torno a la cuestión de cómo puede ser compatible el oligopolio mediático y la democracia política. Cómo poner límites al poder desmedido que tienen las familias poseedoras de los medios, núcleos que están, desde siempre asociados al poder económico y a los partidos conservadores del sistema.2- En el mundo actual el ejercicio del poder reposa hasta tal punto en el manejo de la información que el mero conocimiento de la verdad por parte del pueblo soberano puede producir cambios históricos. El más reciente, el más estimulante, es el ejemplo que ha brindado el pueblo español votando contra Aznar en rechazo a la manipulación mediática del drama de Atocha.A propósito de eso Rosana Rossanda escribió, "los españoles nos han dado una gran lección. En los días que siguieron al atentando criminal del 11 de marzo en lugar de elegir la mansedumbre y el orden, irse para sus casas y aceptar pasivamente la versión del gobierno, dudaron, protestaron y rechazaron las mentiras sistemáticas de Aznar". Por supuesto que ese desenlace se produjo porque en España hay medios alternativos, existe una tradición democrática radical y hubo canales de expresión política donde expresar ese rechazo.Con menos consecuencias sobre la coyuntura, en los EE.UU. se está ante una situación que presenta analogías: cuando a partir de su difusión en Internet, algunos diarios publicaron fotos de féretros con soldados norteamericanos caídos en Irak, causaron impacto. Se evocaba con imágenes las bajas en Vietnam. De inmediato el gobierno "liberal" de Bush selló nuevamente el secreto; algunos funcionarios fueron despedidos y la verdad sobre el curso sangriento de la ocupación se mantiene oculta.Una parte del destino de la humanidad se está jugando en esa pulseada: que se sepa o no lo que realmente está ocurriendo en Irak. Por esos crímenes es bien posible que Bush, Cheeney y Rice, entre otros, tengan que comparecer ante un tribunal penal internacional, el Nuremberg que les corresponde. ¡Pero que importante sería poner fin a ese genocidio ahora!3- Visto desde Uruguay y de la lucha política y democrática aquí, se trata de actuar ahora. Reconociendo que quizás durante un tiempo nos encontremos en una etapa de resistencia, donde lo que importa es denunciar, no dejar pasar el ocultamiento y la mentira.Como en España. En junio del 2003, la Audiencia Nacional se pronunció contra la TVE en un juicio entablando por Comisiones Obreras a partir de una información falsa que había difundido de los resultados de una encuesta sobre un paro general.Otras demandas se entablaron con referencia a como se informó acerca de la catástrofe ecológica ocasionada por el petrolero Prestige y por lo que se decía sobre la guerra en Irak.Los episodios dieron lugar a la creación de un Comité contra la manipulación de la información, formado por más de 400 periodistas. Un antecedente a la reacción popular que barrió al gobierno de Aznar en marzo de este año.4- Reflexionando desde la situación uruguaya creo que muchas veces el sistema político no responde de la manera adecuada ni apela a la lógica democrática para enfrentar los excesos del poder.Algunos porque tienen la piel gruesa y la cara endurecida. Otros, creo, por un error político. Ocurre a menudo que denuncias publicadas por periodistas calificados, que señalan responsabilidades de jerarcas o de los partidos de gobierno, no tienen eco, no se las encamina hacia las instancias judiciales o parlamentarias a que darían lugar. Cayendo en el vacío, apiladas unas sobre otras, estas denuncias sin respuesta constituyen el lado oculto del sistema institucional uruguayo. Importa en ese sentido los pronunciamientos realizados por Tabaré en el sentido que si se accede al gobierno se procederá a una auditoria administrativa para controlar el manejo de los dineros públicos.5- Visto de acuerdo a los puntos de vista de la izquierda, frente a la dictadura mediática hay un camino de resistencias y de neutralización. Recordemos que el control era mucho más hermético durante la dictadura y, no obstante, los sindicalistas se las ingeniaron para crear el PIT y los estudiantes para fundar la Asociación Social y Cultural de Estudiantes de Enseñanza Pública (ASCEEP), y celebrar exitosamente la semana de la primavera, de las primeras grandes expresiones movilización ciudadana de signo democrático bajo el terrorismo de Estado. ¿Cómo lo lograron? Con organización desde abajo. Con la realización de reuniones, la edición de volantes y denuncias. Y con intercambios y discusiones, jerarquizando el trabajo mano a mano y la coherencia de las posiciones políticas sustentadas. Todo en medio de la clandestinidad.Salvadas las distancias, ¿cómo se logró derrotar a las derechas el 7 de diciembre?Se logró por la tenacidad de los impulsores iniciales y porque, cuando se puso en marcha la estructura de base del Frente Amplio (FA), al principio lentamente y luego con más empuje, esa militancia de base se convirtió en una fuerza incontenible, capaz de dialogar y convencer a las decenas de miles de indecisos que la desinformación del sistema mediático generaba. 6- Días pasados comentábamos acerca del tratamiento distorsionado que la mayoría de los medios dio a determinado pasaje de una exposición de un asesor económico del FA.También evocamos la operación mediática y policial que se puso en práctica el dos de agosto del 2002, en medio de la crisis financiera, cuando se anunció "el avance de las hordas que vienen a saquear" y -al mismo tiempo- funcionarios policiales recorrieron la ciudad exhortando a los comerciantes que cerraran sus puertas, lo que Bolón y Campodónico han llamado "la generación de un estado de parálisis que dejara a la población fuera del juego político(...)"7- Como dijimos, el FA y el movimiento popular conocen, por experiencia propia, los efectos dañinos de la dictadura mediática. Pero también conocen los caminos para enfrentarlo y -en algunas oportunidades- vencerlo.Lo que está en juego este año es la elección presidencial y parlamentaria. Toda otra lucha anterior queda chica ante la magnitud de esta confrontación, la madre de todas las batallas.¿Cómo evitar que la manipulación mediática nos arrebate la victoria? ¿Cómo asegurar que el pueblo soberano se pronuncie políticamente con libertad y disponiendo de todos los elementos de juicio?¿Cómo derrotar, también nosotros, a los aznáridos que nos llevan a la ruina?No creo que exista otro camino que fortalecer nuestra estructura organizativa, hacer más coherente y firme la conducción e impulsar el fortalecimiento de la estructura de base, de los comités, las departamentales y las coordinadoras.Tener expectativas en los medios controlados por el oligopolio es pensar que "el remedio vendrá de donde vino la peste".Como lo demuestra un interesante documento firmado por 29 dirigentes frenteamplistas del Interior, enviado a la Mesa Política el pasado lunes, la estructura militante de base se puede fortalecer, en primer lugar porque los militantes así lo quieren fervorosamente. Sienten que tienen mucho para dar y que se está desaprovechando esa energía. Sin menospreciar ninguna otra, creo que esta línea de acumulación de fuerzas es la más eficaz para cumplir con la tarea de deshacernos de los aznáridos criollos.* Hugo Cores, Secretario General del PVP- Unión frenteamplista.


28/04/04 La lucha política no es un juego de ajedrez
Material extraído del respaldo PC de HC. rodelu.net

Hugo Cores - rodelu.net 28 de April de 2004

La lucha política no es un juego de ajedrez
Hugo Cores *
Los frenteamplistas estamos preocupados. Muchos nos preguntamos si no se nos estarán escapando de las manos las posibilidades de nuestra merecida victoria.
En la edición del domingo de El Observador, Oscar Bottinelli realiza algunas consideraciones interesantes acerca de cuál sería el factor determinante en la lucha por el gobierno en las próximas elecciones. Sobre la base de una cita del "maestro Eugenio Znosko-Borovsky" sostiene que "el que gana la partida es el que comete menos errores".
La nota de Bottinelli es más rica que esta metáfora y él es un analista serio cuyo pensamiento siempre es bueno conocer.

De todos modos, como el razonamiento basado en la analogía con el ajedrez lo he oído en boca de algunos frenteamplistas, creo que vale la pena realizar algunas reflexiones sobre el asunto. Empecemos por decir que cuando el aparato mediático en un país está en manos de un grupo reducido de adversarios, cualquier iniciativa política, cualquier expresión de pensamiento puede ser caricaturizada y obligar por tanto a gastar energías en rectificar, dando siempre la impresión que se vacila o que la incertidumbre será el signo de nuestro accionar futuro.

Sin ningún recato, a ese procedimiento acuden los presidentes más inseguros que ha tenido el país, los que juraron no poner más impuestos y llovieron, y los que privatizaron y desmantelaron el Estado y la industria nacional después de haber prometido defenderla, como Sanguinetti.

Aplicando la ecuación del ajedrecista lo mejor sería flotar en silencio o, si hablamos, manejar consideraciones generales de escasa capacidad persuasiva.

Pero hay otra razón por la cual la metáfora del ajedrez no me parece adecuada. En la tabla, cada pieza tiene asignadas unas posibilidades de acción fijadas en reglas inamovibles convenidas de antemano. El alfil cruza y el caballo salta, los peones avanzan de a uno y la dama todo lo alcanza. Las piezas no tienen memoria. Carecen de estado de ánimo. No sufren desalientos ni las debilitan las confusiones. Los alfiles no rivalizan ni las torres se desgastan por haber sido jaqueadas. La lucha política no es así, en ella los datos cambian, el corazón y la cabeza de la gente cambia, de acuerdo al peso de las circunstancias. Circunstancias que nosotros mismos, con nuestra acción, podemos generar.

A mediados de 2002, cuando se inició la recolección de firmas contra la Ley de Ancap, la acción militante de quienes promovían el recurso del referéndum era débil. Con Astori jugando del lado del gobierno, contra todos los blancos y todos los colorados y con casi todo el oligopolio mediático en contra, las chances parecían peliagudas.

Y aunque el número de firmas crecía, siguió siendo débil durante muchos meses. Después vino la crisis financiera, la devaluación y el corralito. La constatación reiterada de adónde lleva el neoliberalismo ululante de los partidos conservadores.

A partir de entonces, la iniciativa del FA cobró mayor significación; cada vez más la acción de los frentistas aliados a las organizaciones sociales se convirtió en un punto de referencia para la protesta cívica.

A mediados de 2003, el crecimiento del apoyo cívico al voto rosado tomó un ritmo acelerado. Decenas de dirigentes intermedios de los partidos tradicionales se sintieron convocados por la iniciativa frentista y se sumaron a la correntada. El FA y el PIT-CNT eran representativos del interés popular y nacional frente al neoliberalismo inflexible de Lacalle, Batlle y Sanguinetti.

El pueblo frenteamplista, los trabajadores o ex, convocados por sus sindicatos, por los cooperativistas de Fucvam, no eran los mismos en 2001 que a fines de 2003. La movilización había aumentado el número de los políticamente activos y había acrecentado el entusiasmo por obtener firmas y ganar el referéndum.

Este cambio lo vimos transcurrir ante nuestros propios ojos. De la apatía a la militancia. De la resignación a la organización y la lucha cívica. De ser pocos, a ser la gran mayoría que luego mostraron las urnas el 7 de diciembre.

Esta experiencia no es nueva. Siempre ha sido así. ¿Cómo se explica la bravura con que se peleó en las guerras por la independencia? ¿Con la apatía política de los criollos, los mulatos y los indios en el siglo XVIII? ¿O porque hubo un proceso por el cual ese demos se fue transformando a sí mismo, ganando confianza en sus fuerzas y en las posibilidades de hacer nacer repúblicas independientes y soberanas? Si fuera por la lógica del ajedrez todavía viviríamos bajo la corona de España.

Lo mismo se podría decir de todos los movimientos populares que lograron las mejoras sociales en el país en otros tiempos.

Finalmente, Znosko-Borovsky, el maestro citado por Bottinelli, es un especialista en finales, en finales de ajedrez. Nuestra lucha política como frenteamplistas no se termina en el triunfo electoral del 31 de octubre. Ese es apenas el principio. Luego vendrá el buen gobierno, para lo cual serán más necesarios que nunca los hombres y mujeres que componen la parte activa, crítica y militante de nuestro Frente Amplio. Esos a los que la apatía política neutraliza y en cambio crecen y se multiplican con las iniciativas y la lucha democrática.

* Secretario general del PVP, Partido por la Victoria del Pueblo.





26/04/04 La batuta del enemigo Contratapa La República.

La batuta del enemigo
Lunes, 26 de abril, 2004
El tratamiento mediático y político de las declaraciones de Carlos Viera en una mesa redonda convocada por la Asociación de Dirigentes de Marqueting (ADM) creo que merece ser analizado.
No sólo por el respeto que nos merece su solvencia técnica y su trayectoria como militante de izquierda. También porque no podemos asistir pasivamente a las agresiones a un compañero. Creo que en la manera que expuso su punto de vista, Viera cometió algún error. Pero eso pasa a segundo plano cuando, acto seguido, asistimos a una febril andanada de pronunciamientos empresariales y políticos que desvirtúan y caricaturizan el sentido de sus declaraciones, por lo demás realizadas, según lo anunció previamente, a título personal.
Hábilmente manejados, los aspectos semánticos y visuales indujeron a presentar ante el público a Viera como un “enemigo del agro”. Las imágenes que ilustraron gran parte de la difusión televisiva de sus declaraciones mostraban en el surco o el tractor, la imagen de trabaj adores rurales. Tal como se armó la noticia, ellos eran el blanco del “ataque” del despiadado economista.
Tras la consigna de un ataque al agro marchó todo. Las campañas mediáticas no están para establecer matices y hacer discernimientos. Los productores endeudados y arruinados por las políticas de los gobiernos blancos y colorados, de los que un gobierno de izquierda tendrá que ocuparse, situación bien distinta por cierto de los que por tener respaldo financiero se enriquecieron con la ruina de otros productores y de las empresas extranjeras.
Es claro que un tramo de la exposición de Viera no fue hábil: la referencia a que se debería examinar la derogación de ciertos impuestos y la mención al pasar a las detracciones como uno de los instrumentos posibles de recaudación. Esta es una medida que se puede discutir. En Argentina el gobierno de Kirchner la viene aplicando, al parecer con buenos resultados. Es una idea que se puede examinar, sobre todo si se está en un seminario “liberal”, departiendo amablemente con otros que piensan distinto. Lo que me lleva a preguntarme si estos intercambios “fermentales” no debieran anunciarse aclarando que, terminada la libre y amena lluvia de ideas, se procederá al linchamiento mediático de todos los que se atrevan a decir algo que sea distinto al pensamiento único predominante.
Hay un aspecto del asunto que no es tributario o exclusivamente económico. Se trata, creo, de nuestra relación con los medios de comunicación y de cómo llegamos a la gente. A esa gente que pronto tendrá en sus manos decidir quién va a gobernar al país en los próximos años. ¿Sobre quién ha recaído y recae el costo del déficit fiscal? ¿Qué sectores sociales han pagado los costos del despilfarro, de la ineficiencia y de los robos de los especuladores financieros? Lo han pago, entre otros, los asalariados cuyo poder adquisitivo no ha cesado de caer desde hace años. Los enfermeros y los maestros, los obreros y los empleados, los que hacen investigación científica y los policías, los talleristas, los artesanos y los artistas, todos, es decir la inmensa mayoría de la gente que trabaja, siempre recibiendo cada vez menos.
Cuando alcancemos el gobierno ¿se alterará o no esta situación?
Creo que los frenteamplistas podemos decir firmemente que con el advenimiento de la izquierda no sólo se terminará con el robo y el despilfarro sino que se modificará en profundidad el destino y la forma de financiar el gasto público. Todos sabemos que los costos de las medidas de emergencia en materia social que es necesario aplicar, alguien tendrá que pagarlos. Y puede ser también una forma de ingenuidad pensar que se ganan votos con el silencio.
Si este criterio se generalizara, el anhelo por obtener votos nos llevaría a un tipo de prédica abstracta, compuesta por fórmulas demasiado generales, un modoso rosario de buenas intenciones que no aclararía nada ni movilizaría a nadie pero con el dudoso mérito que de que nadie lo atacaría.
Es posible que a una parte de los electores, por un instante, les convenza esa prédica chirle e insípida. Ahora bien ¿es esa clase de adhesión la que nos hace falta? ¿Es ese el único resultado que aspiramos obtener con la campaña política de este año?
Las elecciones se ganan con votos, precisamos muchos votos para ganar en la primera vuelta y para tener mayoría legislativa. Es así. Pero, ¿no resultará también una proposición ingenua creer que a la gente se la convence evitando comprometer opinión en los temas escabrosos? ¿Quién fija los términos de nuestro mensaje a la ciudadanía? ¿Quién hace la nómina de los temas que no se pueden abordar?
Como en un momento se dijo de la impunidad, ¿se irá ampliando la lista de los asuntos de los que no se habla? Tenemos por delante varios meses de agitación política en disputa por el apoyo del pueblo para nuestro programa ¿ese tiempo no nos convida a que avancemos en el desarrollo de la conciencia crítica de sectores populares que hoy viven la cuestión política desde afuera, con apatía y descreimiento? Haciendo de la cautela nuestra máxima virtud ¿no estaremos finalmente perdiendo las elecciones? Los nuevos electores, los jóvenes sin experiencia política ¿cómo entrarán en contacto con nuestra propuestas de fondo? se piensa que ya hemos alcanzado nuestro techo electoral entre los que viven de su trabajo? No creo que sea así. Cuando eso ocurra ya estaremos ganando holgadamente las elecciones.
Finalmente, ¿cómo estamos preparando desde ahora no sólo la victoria electoral sino la posibilidad de movilizar a la ciudadanía para el cumplimiento de nuestro programa? ¿Cómo contribuiremos a desarrollar su espíritu crítico? Con las palancas oxidadas de este Estado escuálido ¿cómo desarrollaremos nuestro proyecto de país y cómo generaremos el entusiasmo imprescindible de los funcionarios públicos para hacer un Estado efectivamente al servicio de la población?
En fin, los dueños de la agenda mediática no son nuestros aliados. Son lo contrario. ¿Dejaremos en manos de ellos la determinación del tono y de los contenidos de nuestra campaña política? Creo que asumir ese punto de vista sería una forma parsimoniosa de irnos suicidando. Hace unos meses nos sumamos a quienes proponían la creación de un Observatorio sobre el desempeño de los medios de comunicación en nuestro país. Un centro de estudios, conformado por expertos y ciudadanos de reconocida idoneidad moral, que realice un seguimiento sobre el tratamiento de la información que se nos proporciona a los uruguayos por parte de los medios de información masiva, esos medios controlados por unas pocas familias, muy ligadas a los partidos conservadores y al poder económico.
Esta cuestión precisamos estudiarla y discutirla. En nuestro país no hay nada que tenga la influencia cultural que posee la televisión. Ni los sindicatos ni los partidos políticos, ni la Iglesia; ni siquiera el sistema educativo tienen la gravitación que tiene la TV en la formación de opiniones y conductas. Y no podemos resignamos a esa hegemonía cultural e ideológica. Y menos podemos entonar como nos lo exige la batuta del enemigo.


19/04/04 La batalla de Venezuela. Contratapa La República

La batalla de Venezuela
19 de abril de 2004
Colocada en una de las primeras líneas de la confrontación con el neoliberalismo, la batalla de Venezuela será decisiva también para otros procesos de signo progresista que se desarrollan en la región, incluyendo al nuestro.
En los últimos años, Caracas ha crecido a la manera latinoamericana. A principios de los 70 tenía una población casi igual a Montevideo. Hoy es una mega polis con más de cinco millones de habitantes; caótica, ruidosa, con gigantescos barrios de pobres viviendo en los cerros que rodean el valle central donde florece el lujo y las audacias arquitectónicas.
Pero no soy un cronista, cuando miro todo esto estoy pensando en Uruguay. Y en el Frente Amplio. ¿Qué nos enseña este proceso? ¿Sobre qué nos advierte?
En 1977 llegamos aquí, con Tota Quinteros, procurando apoyos en la búsqueda de Elena. Conocimos a muchos dirigentes de la izquierda venezolana, a ex guerrilleros de MIR, de las FAR y de Bandera Roja, un grupo maoísta por entonces muy radicalizado.
Hoy varios de aquellos ex guerrilleros e izquierdistas son militantes contra el gobierno de Chávez, se han aliado a la derecha más recalcitrante, esa que no vacila en reconocer impávida que recibe ayuda económica del gobierno norteamericano. La que conspiró en 2003, junto con el embajador de los EEUU, para derrocar al gobierno constitucional.
También conocimos a otros, a los que aprendimos a querer en los 70, como José Vicente Rangel, ya entonces con el prestigio de su radiante personalidad moral. Abogado de presos políticos, dirigente de izquierda, escritor, maestro, él —hoy vicepresidente- y muchos otros sesentistas son parte sustancial del proceso liderado por Chávez.
Con otros seis compañeros - R. Sendic, Tato López (FUCVAM), E. Bellomo, R. Campanela, R. García y Wilfredo Penco- asistí en estos días al II Congreso Mundial de Solidaridad con la Revolución Bolivariana.
Los sucesos del 11 al 13 de abril de 2002, la derrota popular al golpe contra Chávez, la huelga y del saboteo a la producción de petróleo por parte del personal superior de PDVSA, llamaron a primer plano de la escena nacional a los trabajadores. Para empezar a los petroleros, pero también a otros que, apoyando el proceso bolivariano, sintieron que en la defensa del gobierno legítimo se jugaba no solo la democracia en el país sino también sus conquistas actuales y las que están en curso, algunas en estado embrionario.
Abril del 2002 fue clave en más de un plano. La intentona golpista, al tiempo que estimulaba la toma de conciencia de amplias masas populares, hizo retroceder a las derechas respaldadas por las agencias norteamericanas.
El fracaso del complot fue decisivo en un proceso de diferenciación militar en curso desde hace varios años, (pasando por la negativa de algunos oficiales a reprimir los saqueos durante el “caracazo” de 1992) y para el desenmascaramiento de los golpistas en las FFAA, que condujo a la destitución de más de 90 generales y oficiales superiores aliados a los dirigentes de los antiguos partidos y al casi omnipotente sistema mediático.
En su lugar, otros oficiales, consustanciados con el proceso bolivariano, tomaron las riendas de la conducción militar.
De este modo, el 13 de abril permitió a la democracia venezolana dar otro paso en la ‘ de las fuerzas armadas”, para decirlo con palabras frenteamplistas. Paso cuya trascendencia es innegable, conocida la tendencia de los ejércitos latinoamericanos para actuar en favor del orden conservador y pronorteamericano.
En abril de hace dos años, cuando parecía que los golpistas tenían todos los factores de poder a su favor (mandos militares, medios de comunicación y diplomacia norteamericana) su derrota, en medio de la movilización popular, creó una situación completamente nueva.
Dos años después, el bombardeo se ha reanudado. Estando en Venezuela se percibe hasta qué extremos puede llegar la “dictadura mediática”, su desprecio por la verdad, su agresividad y su racismo.
Significativamente, los furibundos ataques que desde los medios se lanzan sobre Chávez provienen de capas sociales cuyos intereses materiales no se han visto afectados. Sectores acomodados que siguen detentando una parte considerable de los bienes de este país tan rico.
Lo que no pueden soportar es, sencillamente, la democracia, la “irreverente” movilización política del pueblo venezolano. Los horroriza el significado simbólico y futuro del crecimiento en la conciencia de los trabajadores, de los desocupados, de los vecinos de los barrios pobres, de las mujeres, (factor fundamental en la organización de los barrios) y de los jóvenes, de los negros, los zambos y los mulatos.
El gobierno impulsa varias experiencias claves de contenido social: las misiones Sucre, Robinson, Ribas, de alfabetización y recuperación educativa. Al tiempo que se regulariza la propiedad territorial en los asentamientos urbanos, se desarrolla la Misión “Barrio adentro”, que ha instalado a más de 12 mil médicos cubanos en los barrios donde nunca había existido ese tipo de atención primaria en salud. Millones de personas que carecían de asistencia están comprobando el significado de esa iniciativa, plasmada entre otras cosas por la decisión solidaria del gobierno de Cuba.
Todo este programa social está financiado con la renta petrolera recuperada. Los resultados afloran con lentitud, porque el viejo Estado clientelístico, corrupto y burocrático, heredado del ciclo anterior, obstaculiza y sabotea.
El petróleo también financia otras medidas de impacto como la creación de la Universidad Bolivariana, instalada en los enormes edificios de porte faraónico que pertenecían a PDVSA, que ha logrado un fuerte apoyo popular, en tanto abrió las puertas para los estudios superiores a decenas de miles de jóvenes pobres que jamás habrían tenido acceso a las onerosas universidades privadas.
¿Cuáles son a mi juicio los puntos altos de la revolución impulsada por Chávez?
1- Después de decenios de descaecimiento de la democracia, el pueblo se encuentra con un gobernante que actúa de acuerdo a lo que prometió, que hace suya la lucha por la justicia social, la dignidad y la identidad cultural de su pueblo. Con solo cumplir, desató la adhesión de millones.
2- La actividad política ha salido de las sombras. Los actos y los planes del gobierno son transparentes y responden a una clara determinación social: redistribuir la renta a favor de los más pobres, defender los intereses nacionales y recuperar la economía frente a la explotación externa, el despilfarro y la corrupción.
3- El pueblo mestizo y pobre ha irrumpido en la realidad política, que día a día deja de ser asunto de las pequeñas elites. Consigna clave del chavismo, para resolver los problemas de la pobreza hay que darle poder a los pobres. Por las calles y las plazas, las conversaciones de la gente remiten cada vez más a la confrontación política existente. Y el corte tiene un formato netamente democrático e igualitario: los barrios con Chávez. La clase alta y una parte de las clases medias, en gran medida intoxicadas por el asedio mediático, contra el gobierno.
4- Buscando acuerdos con Kirchner y con Lula. No ocultando su amistad y sus coincidencias con Fidel, Chávez forma parte en nuestra América de un proyecto de integración regional alternativo al ALCA y a la imposición desde los centros imperiales. Constituye uno de los puntos altos de una nueva situación regional y de tina nueva correlación de fuerzas en la que se inscribe nuestra propia lucha. Por eso, del desenlace de la batalla de Venezuela dependen en gran medida las posibilidades de la victoria progresista en Uruguay. Esa batalla también es la nuestra.

12/04/04 Escenarios encubiertos. Contratapa La República Ver

Escenarios encubiertos

12 de abril de 2005
La dictadura y la impunidad han instalado secuelas en las instituciones, en una parte del personal de los aparatos del Estado y en el desarrollo de ciertos reflejos de desorganización y parálisis en el campo popular. El análisis de los episodios de agosto de 2002 nos muestra que ésta no es solo una cuestión del pasado sino del presente. Y del futuro.
La herencia institucional de la dictadura, su capacidad de imposición psicológica sobre la sensibilidad y la disposición para la lucha de una parte de la ciudadanía, se encarna en funcionarios que actúan en escenarios encubiertos, preferentemente en las ramas coercitivas del aparato del Estado. Pero no solo allí. También en los medios y en la máxima conducción de los partidos.
Jerarcas malcriados en los jardines del poder, enquistados en el escalafón, sin que se conozca públicamente sus nombres ni el de los dirigentes políticos, muy liberales por cierto, que los mantienen en funciones.
Días pasados en una entrevista radial dos legisladores del Frente Amplio, Bayardi y F. Huidobro, sostuvieron varias afirmaciones interesantes acerca de la vigencia de la Ley de Caducidad bajo un gobierno progresista:
1- que ésta norma no amparaba a los mandos militares que actuaron durante la dictadura; o sea que sobre ellos caería la responsabilidad penal de los crímenes y las desapariciones.
2- que la norma no alcanza a los delitos económicos los que - por insólita decisión de Sanguinetti fueron amparados por la Ley en tanto se realizaron en “el curso de la lucha contra la subversión”;
3- que se irá a fondo en la investigación de la situación de los ciudadanos desaparecidos
4- que los casos que configuran un crimen contra la humanidad, como lo es la desaparición de María Claudia García de Gelman, no están amparados por la Ley como lo ha pretendido el actual gobierno.
Las cuatro proposiciones son compartibles. Vemos que se ha realizado una adecuación de pensamiento que mejora lo sostenido en el Congreso del FA de diciembre, señal que habría que hacer con más frecuencia este tipo de debates abiertos y democráticos.
Compartiendo las propuestas, habría que prepararse para superar algunas pequeñas dificultades: los mandos a los que se alude ¿concurrirán voluntariamente a las sedes judiciales? Y las patotas que se enriquecieron bajo la dictadura, ¿irán?
Sinceramente, no se cómo se puede proponer esto sin aprestarse a defender una línea de lucha tajante contra la impunidad.
Contra los acusados por delitos económicos habrá que desarrollar una indagación específica dado que sobre el asunto se han acumulado toneladas de omisión y olvido.
Hace unos años, Miguel Carrió, en el diario La Hora, realizó una investigación seria sobre una cantidad de robos contra el patrimonio nacional llevados a cabo entre 1973 y 1985.
Las constataciones, que se publicaron en el diario, fueron agrupadas luego por la Editorial Monte Sexto en forma de libro, “País vaciado, dictadura y negociados” (1987)
Contra la repercusión pública de ese trabajo hubo una concienzuda labor de censura, empezando por el gobierno, la academia, la prensa y hasta algunos sectores de izquierda que apostaban a no enconar las relaciones con el gobierno.
En el libro aparece un gran número de individuos que deberían ser investigados. Es necesario que sus nombres sean publicados y también los de quienes, como gobernantes civiles “democráticos”, les dieron amparo, vale decir todos los políticos que, durante o después de la dictadura, fueron sus cómplices.
Eso siempre es bueno saberlo. Además, no sea que alguno se nos quiera hacer ahora el “progre”.
La impunidad impuesta desde el poder siembra olvido. Pero, a la vez, de nuestro lado, la discontinuidad del discurso, los bandazos, aún sin proponérselo rompen el hilo conductor de la denuncia.
Muchos de los delitos publicados, por Carrió, por Samuel Blixen, Roger Rodríguez y muchos otros calificados periodistas de investigación, que mostraban la estrecha relación de la dictadura con dirigentes políticos civiles y grupos económicos mafiosos, se enterraron por el predominio de una mentalidad política “pragmática”, de atención intermitente, bolacera, que busca siempre la adaptación o la novelería.
Un estilo que busca seguirle el paso al vertiginoso relampagueo de hechos sin interpretación que emiten en forma permanente los canales de televisión.
Sometidos a esa conducción mediática, culturalmente pulverizadora, estamos condenados a vivir sin memoria y a razonar en el vacío, sin referencia a los hechos que importan. Pero sobre todo estamos renunciando a fortalecer las palancas de la acción política militante, que nace de elaboración de una línea política de izquierda que asigna un protagonismo propio a los compañeros y a las organizaciones sociales.
Un ejemplo de la discontinuidad de atención de un suceso reciente, a mi juicio de gran importancia y ya casi olvidado: el rumor del 2 de agosto del 2002 y las declaraciones del entonces Ministro del Interior, Guillermo Stirling.
Sobre el episodio hay un trabajo, publicado en el Anuario de Antropología Social de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, de Gabriela Campodónico y Alma Bolón cuya lectura resulta de gran interés y plantea interrogantes que sería interesante disipar.
El rumor, desplegado inmediatamente después de decretado el feriado bancario, tuvo como soporte fundamental a la Policía, al Ministro Stirling y a algunos medios de comunicación ligados desde siempre al poder.
El 1° de agosto después de informarse de algunos saqueos “desde el gobierno, el Ministro del Interior, G. Stirling afirma que “se trata de grupos perfectamente organizados que quieren desestabilizar a la sociedad uruguaya” Asimismo, sostiene, que “un pequeño Bin Laden está detrás de los saqueos”. (El País, 2-8-02)
Al día siguiente, el mismo jerarca describe los hechos de la jornada anterior como un caso de “terrorismo telefónico”, un “operativo psicosis realizado desde teléfonos públicos”.
Así, comentan las autoras del trabajo citado, “el 2 de agosto se vivía un clima enrarecido por el temor y a expectativa: expectativa sobre el desenlace de la futura crisis bancaria y temor por la posible continuidad de los episodios de saqueo. Al episodio puntual del rumor (“vienen las hordas”) se asociaron otros rumores (“vienen las medidas prontas de seguridad”) (...)
“La referencia al pequeño Bm Laden que está actuando entre nosotros, hecha por el Ministro no solo daba dramatismo a la situación sino que dejaba presagiar una indagatoria acorde con el enemigo supuesto”.
“Del encadenamiento de los acontecimientos (...) claramente se desprende la funcionalidad que tuvo el rumor” y, agrego, las acciones que lo complementaron realizadas por la Fuerza Aérea con helicópteros sobrevolando e iluminando los barrios más pobres y el cuerpo de Coraceros virtualmente cercando estos asentamientos.
El rumor, concluyen las autoras, “fue funcional para promover la parálisis, favorecer un toque de queda autoimpuesto y percibido como la única respuesta posible”.
¿Quiénes diseñaron y cómo se montó aquel operativo? ¿Quién ordenó aquella gigantesca presencia militar en los barrios pobres? ¿Quién ordenó que cientos de efectivos policiales recorrieran la ciudad aconsejando a los comerciantes que cerraran sus puertas ante el peligro de un ataque de las “hordas” de pobres que bajaban de los asentamientos? ¿Qué pasó con el pequeño Bm Laden?
El hecho, bajo un gobierno de se pretende el más liberal de los liberales, es tan ilustrativo y tan grave que trasciende las responsabilidades de un ministro. Ese escenario encubierto es algo que atañe a las instituciones y al Estado en su región más delicada y menos transparente: la policía, el aparato armado, las relaciones de ambos con el oligopolio mediático y la alta burocracia política.
Una preocupación sobre la que tendría que hablar hoy, para empezar, del propio ex ministro del Interior y hoy precandidato a la presidencia por el Partido Colorado.

05/04.04 El homenaje a Seregni que está faltando Contratapa La República.


El homenaje a Seregni que está faltando

5 de Abril de 2004
Curioso debate político el que se está desarrollando en el país. El pretexto parecería ser las elecciones internas de los partidos del 27 de junio. Pero buena parte de los dardos se cruzan en vista a las elecciones nacionales del 31 de octubre. La situación es un poco distinta en el FA, donde Congresos, Plenarios Nacionales, Unidades Temáticas y estructura de base mantienen ciertos ámbitos de elaboración y discusión política.
Que los medios controlados por el oligopolio no actúan con sentido de equidad no es nuevo. Lo que sí es un aspecto novedoso es el grado de atomización de la sociedad. Se nota la poca frecuencia de las asambleas, la debilidad de los vínculos asociativos, incluyendo al de las organizaciones gremiales y políticas de izquierda, que durante decenios fueron semillero de debates y enseñanzas democráticas.
Enancada en la devastación cultural mediática va la índole del discurso de los dirigentes políticos, cuando tienen la posibilidad ‘de dirigirse al pueblo.
La derecha (Lacalle, Hierro, Sanguinetti) desarrolla un discurso obtuso que no invita a pensar. Sordo y ciego ante lo que pasa, sólo atina a girar la matraca de “el peligro” que significaría un gobierno de izquierda. Es un discurso que no propala proposiciones para discutir sino más bien esparce anuncios de catástrofes. Blande unos miedos heredados de la dictadura que además se alimentan de impunidad. ¡Qué contraste con Argentina! La recuperación de la ESMA y los gestos de Kirchner tienen un sentido liberador, contra el miedo, un darle para adelante a las energías creadoras de la gente. La impunidad no.
¿Quién puede argumentar contra un discurso que en lugar de razones exhibe amenazas?
Como la hegemonía la detenta la derecha y la agenda la fabrican ellos, esto es fuente de dificultades para nosotros. No nos ayuda a organizar nuestras ideas, a ordenarlas. Pero hay una parte del desorden que padecemos que provienen de nuestros errores, del carácter errático y discontinuo de nuestros mensajes públicos. De la búsqueda obsesiva de los votos y del rehuir los temas que supuestamente no los traen.
Es cierto que tenemos que evitar los resbalones y no debemos enzarzarnos en cualquier debate pero para los temas centrales del presente y del futuro, creo que es válido aquello de que “el que calla otorga cuando puede y debe contestar”.
Hay un número suficiente de compañeros con representatividad legitimada como para expresar el pensamiento de la izquierda ante tal o cual ataque del gobierno o la derecha. Salvo Tabaré y Nin Novoa, muchas de las figuras más conocidas del Frente evitan la crítica y el debate frontal con colorados y blancos. Y algunos hasta componen madrigales acerca de la conveniencia de una armonía universal que nos conduciría a concordar con los partidos tradicionales. Veamos aspectos de la cuestión de las fuerzas armadas. Nuestro Congreso, con la sabia conducción del general Víctor Licandro, aprobó una línea de pensamiento seria y fundada. Esa resolución ordena nuestro pensamiento y debiera orientar también nuestro discurso. Un aspecto central es la cuestión de la depuración de las fuerzas armadas, aprobada casi por unanimidad en el Congreso.
Se ha planteado ahora la cuestión de si un gobierno progresista ordenaría o no descolgar los cuadros de militares violadores de los derechos humanos que pudieran estar expuestos, como muestra de reconocimiento y honorabilidad en las paredes de las unidades militares.
Se trata, obviamente, de una cuestión simbólica. Pero quién ha dicho que lo simbólico no está cargado de sentido, de “eficacia” y suele preceder o seguir a la acción.
Lo tiene para empezar para las propias fuerzas armadas.
¿Qué sentido tendría que la foto de Cristi, Vadora, Hugo Márquez o Gregorio Alvarez estuvieran en el pabellón de los homenajes que las nuevas generaciones de oficiales rinden a sus mentores, a sus guías en la profesión?
Tendría el sentido de una tácita aprobación del golpe del 73, de la represión y los crímenes que siguieron al cierre del Parlamento. Sería la evidencia del mantenimiento de la doctrina de la seguridad nacional como sustrato ideológico subsistente en las FFAA uruguayas desde los años 60. Y esto, que es más que una cuestión puramente simbólica, es importante para el destino del país y su prestigio internacional.
Estos días, cuando lo ocurrido en la ESMA invita a reflexionar y a intercambiar opiniones, he pensado que al compañero Líber Seregni, a quien tantos y tan justificados homenajes se le han brindado en estos días, le está faltando un homenaje. El homenaje de sus colegas, de sus compañeros de armas.
Un homenaje que habría que hacer extensivo a otros militares que, como Seregni y Licandro, practicaron ese acto fundacional de la condición humana que es pensar con cabeza propia, ese querer ser fiel a la propia conciencia, ese haber sido capaz de remar contracorriente cuando la mayoría de los altos oficiales estaba dispuesta a avasallar las instituciones e implantar una dictadura.
Cuando se realizaron los homenajes a Seregni en las instituciones de la democracia uruguaya hicieron uso de la palabra representantes de todos los partidos, incluso del partido colorado y sus fracciones más conservadoras.
Las FFAA no pueden tener héroes distintos a los que tiene la sociedad uruguaya. Los responsables de la conducción deben de una buena vez terminar con las visiones anquilosadas y poner el pensamiento militar de acuerdo con las ideas vigentes en la sociedad uruguaya y no las del golpismo.
Decía más arriba: ordenar el discurso para organizar mejor la discusión. No dije, ni lo quiero, uniformizar el discurso, que sería hacer como ellos, cultores del “pensamiento único” y que nada que no sea inclinarse ante el imperio tienen para decirle a la gente.
Creo que a diferencia de la derecha, que es mantenimiento e inmovilismo, lo nuestro es desafío titánico. Porque, justamente, nos proponemos cambiar el orden establecido. Alterar este orden de injusticias y despilfarros que es el capitalismo periférico en el que vegeta Uruguay. Y el cambio insume energías, energías físicas, intelectuales y morales que no se construyen ni se mancomunan de un día para otro. Y esa capacidad de creación y esa fuerza transformadora, para la izquierda no nace sino del pueblo.
De nuestra capacidad de implantación en la sociedad, de ser representativos de sus necesidades, sobre todo de los más castigados, de nuestro desinterés o nuestra abnegación para “servir al pueblo”, de nuestra capacidad para impulsar una cultura crítica y solidaria y de la coherencia de nuestra línea política.
Esfuerzo nacional por el país productivo y también garantías para el ejercicio de los derechos sindicales. Fueros de protección al sindicalismo naciente, nuevas leyes obreras y un Ministerio de Trabajo que no sea el brazo burocrático de la Cámara de Industrias sino que haga cumplir estrictamente esa legislación. Reactivación económica sí, con recuperación salarial, con redistribución de la renta.
Dentro de ochenta días, el pueblo frenteamplista elegirá a su nueva conducción. ¿No es hora de ir comprometiendo opinión sobre los temas en debate? ¿Qué sentido tendría elegir si no se han propalado con claridad las señas de identidad de cada una de las opciones? ¿Dejaremos en manos de los “grandes electores” que son los medios de comunicación el desenlace de nuestros debates en vista a las internas?


29/03/04 Filo y contrafilo en la campaña. Contratapa La República.

Filo y contrafilo en la campaña.
29 de marzo de 2004
En medio de la movilización electoral han irrumpido algunos hechos que enriquecen el debate, que lo animan a salir de las generalidades de los retóricos “generalistas” que le gustan a Sanguinetti y permiten razonar junto a la gente la naturaleza de la dominación política que padecemos.
En primer lugar, el informe realizado por la bancada de diputados del FA-EP apuntando al señalamiento de la responsabilidad del gobierno en actos en los que, para salvar a los saqueadores del Banco Comercial, se pasó por encima de la Constitución y la ley, se le ocultaron datos al Parlamento y al Tribunal de Cuentas y se perpetraron contra el país compromisos ruinosos, que los uruguayos tendremos que pagar durante los próximos años.
El informe no tiene desperdicio. Afloran allí la infinita insolencia de los banqueros inescrupulosos, que roban por lo menos desde 1990 y la complicidad de los gobiernos de Lacalle, de Sanguinetti y de Batlle. El telón de fondo es una danza de millones de dólares perdidos, todo ello ilustrativo de la mentalidad predominante en las clases dirigentes, de su falta de sentido nacional y su desprecio por la ley.
Al mismo tiempo, desde Economía se castigaba al brazo social de la administración (maestros, enfermeros, profesores), lo que Pierre Bourdieu llamaba “la mano izquierda del Estado, el conjunto de agentes de los ministerios llamados dispendiosos, que son la huella, en el seno del Estado, de las luchas sociales del pasado”.
Más de un mes de huelga en Salud Pública por un millón de dólares, pero antes se capitalizó el fundido Banco Comercial por 33 millones y se asumieron compromisos que ahora depararán gastos por 100 millones.
Y mientras se aplicaban recortes en la educación y se restringía el gasto público en vivienda, se brindaba asistencia financiera al Comercial por 468 millones de dólares. A la vez, como ha explicado Jorge Bruni, se reduce lo que paga el BPS por Asignaciones Familiares y hay 200 mil niños excluidos de ese beneficio, lo que supondría un gasto anual de 16 millones de dólares.
Finalmente, las decisiones secretas e ilegales, adoptadas por Batlle y Bensión cuyas consecuencias se han descargado sobre las espaldas de todos los uruguayos, han dañado profunda y duraderamente al país y, tal como plantean los legisladores del FA, esos hechos deben ser examinados desde el punto de vista de la Justicia Penal. Y de la otra justicia, la que está en manos del pueblo para decirles con el voto ¡que se vayan!
Un segundo elemento de interés surgió a partir de un intercambio de opiniones entre algunos politólogos realizado en la Asociación de Dirigentes de Marketing. Muchos de los participantes, no todos, que se presentan ataviados con la toga de hombres de ciencia, no ocultan su profundo resentimiento contra la izquierda, a la que la mayoría de ellos pertenecieron en su juventud.
Más que observadores o analistas son militantes contra el Frente Amplio, una especie de ala ilustrada de las brigadas Palo y Palo.
En el intercambio realizado en ADM, se ensayaron una serie de hipótesis acerca de cómo se desenvolvería un gobierno del Frente Amplio. Uno de estos “analistas objetivos”, el Sr. Aguiar, sostuvo, como zonceando, que “puede pasar que en los dos últimos meses de la campaña electoral haya turbulencias financieras inducidas, no espontáneas ( delicadeza!). El juego sucio en política forma parte del menú diario”.
Banalizar el “juego sucio en política”, tomarlo como algo normal, que ya forma parte de la vida política, restarle sentido ético a la acción solapada y antidemocrática desde el poder económico, también es una forma de intervenir a favor de quien lo realiza, de contribuir a esa forma de falseamiento de la democracia, expuesta al juego sucio, ya de antemano beatificado desde el campo pseudo académico.
El otro elemento que se esgrime contra el FA es que su victoria expondría al país a una proliferación de huelgas salvajes, una explosión de las demandas contenidas. Huelgas y demandas, se agrega, que mellarían la confianza de los inversores y producirían más desocupación y miseria.
Para una organización como la nuestra, que, como otras que integran el FA, siempre ha procurado P13 desarrollar una implantación propia en el seno de las organizaciones de trabajadores, el tema tiene aristas de mucho interés. No creemos en los riesgos de tal salvajismo ni en los males de las demandas. Al contrario. Como PVP queremos sindicatos fuertes y un Frente Amplio conduciendo los destinos del país, fuerte y bien implantado. Bueno fuera que el FA se sintiera opuesto o adversario de las organizaciones gremiales. Más bien pensamos que con un gobierno de izquierda el Ministerio de Trabajo dejará de ser el brazo de las patronales que desconocen los derechos que la ley y la Constitución otorgan a los trabajadores y que, por tanto, el Estado será garante firme de la vigencia de la libertad sindical y de los fueros que protegen a las organizaciones incipientes.
En las relaciones con el sindicato obrero somos conscientes que se no se trata de una cuestión que se resuelva con decretos o con eslóganes. Será necesario un trabajo de estudio y compromiso con los trabajadores y de mucha persuasión política para que se conviertan también ellos en protagonistas de un proceso de cambio. Desde su independencia de clase y su rol específico en la lucha social y económica, pero sintiendo como suyo el proceso de cambios que, con Tabaré en la Presidencia, se iniciará el próximo año.
Si sobre esas cuestiones los frenteamplistas nos fuéramos poniendo de acuerdo entre nosotros desde ahora, todo andaría mejor.


22/03/04 La memoria argentina. Contratapa La República


La memoria argentina

22 de marzo, 2004
Me tocó estar en Buenos Aires una semana llena de sacudones. Judiciales, políticos, emotivos. El juez Canicoba Corral decidió declarar inconstitucionales los indultos de Carlos Menem que habían impedido hasta ahora el juicio a varias centenas de represores, entre ellos algunos uruguayos de sobra conocidos y con la captura pedida.
La sentencia de Canicoba parecería que entre otros auditorios también se dirigiera a los uruguayos: los indultos presidenciales son inconstitucionales, entre otras razones porque no se puede perdonar a quien no ha sido condenado, al que no tiene pena. No se indulta al bardo ni al que está, apenas, procesado.
Eso constituye una interferencia del Poder Ejecutivo con la acción del Poder Judicial. ¿Y el “dar vuelta la página” que se pretende aquí, sin saber qué ha ocurrido y sin proceso alguno, no es acaso peor?
Pero el “Canicoba Corral para uruguayos” no termina ahí. Lo que hace insostenibles los indultos, sostiene, es su incompatibilidad con los tratados internacionales suscritos por Argentina. En éstos se establece que la desaparición forzada es un delito permanente. Es un crimen contra la humanidad. Y para esos crímenes no puede haber indulto.
El mismo día, en otra sede, se sustanciaba otro juicio, esta vez por la apropiación del hijo de un matrimonio de militantes desaparecidos, cuyos contenidos nos alcanzan porque eran dos jóvenes uruguayos: Aída Sanz y su compañero.
El juicio se sustancia contra dos figuras emblemáticas de la represión, el médico Bergés y el comisario Etchecolatz, mano derecha de Camps, que aterrorizó a un pueblo e hizo desaparecer a miles durante la represión en la Provincia de Buenos Aires.
El juicio, público, abierto a la prensa, permitió que el ex comisario hiciera la defensa de lo actuado: “Ante el ataque del marxismo (sic) todos los medios empleados fueron buenos para salvar a la patria”. Palabra más palabra menos, el discurso que los uruguayos oímos reiterada y pacientemente, demasiado pacientemente, desde hace 18 años cada vez que, en democracia, en una unidad militar se celebra una fecha patria. La diferencia, nada desdeñable, es que mientras en Argentina hablan desde la condición de acusados, en Uruguay lo hacen al frente de los hombres armados a los que ellos mandan. Y mandarán si las instituciones democráticas no proceden a la “depuración de las Fuerzas Armadas”, para emplear los términos que casi por unanimidad aprobó el Congreso Héctor Rodríguez del Frente Amplio.
El tercer hecho es simbólico y para mí, emocionante: la entrada al local de la siniestra Escuela de Mecánica de la Armada, en la Avenida del Libertador, protagonizada por los sobrevivientes junto con el Presidente argentino.
El Presidente quiere hacer un Museo con el luctuoso establecimiento. Su entrada el viernes al gigantesco predio donde desaparecieron más de cinco mil argentinos marca un antes y un después.
La fundación de “un lugar de la memoria” en las ergástulas del terrorismo de Estado es no sólo un acto de reparación, un reconocimiento al dolor y el desgarro producido por la represión. Es eso y más cosas. El viernes 19, los luchadores sobrevivientes de la ESMA entraron con el presidente Kircher, representante legítimo del poder del Estado, al local de la Armada argentina. Allí el Estado construirá un soporte material para la memoria, un itinerario para el conocimiento de la verdad histórica. Para los jóvenes de ahora y los del futuro. Para que se sepa la verdad y se desaten todas las consecuencias, que de eso se trata.
No será un partido político, ni una comunidad religiosa, ni una organización no gubernamental. Será el Estado el que financiará y fijará el estatuto legal del funcionamiento de ese lugar de la memoria, de esa sede permanente del grito y de la denuncia. Videla, Massera, Bordaberry y Alvarez sostenían que los delincuentes subversivos no pertenecían a la nación. Por eso contra ellos valía todo. Ahora serán otras voces las que hablarán, las de las víctimas.
El viernes 19, finalmente, me tocó hablar en un acto organizado por asociaciones barriales, partidos políticos y organismos de derechos humanos en La Floresta, el barrio donde están Automotores Orletti y el Olimpo.
Unas dos o tres mil personas rodearon el taller de la calle Venancio Flores. Mucha gente joven.
Muchos uruguayos con las banderas y las fotos de los que fueron vistos por última vez en Orletti, cuando allí reinaban Gavazzo, Silveira y Cordero. Los vecinos y las organizaciones reclaman que se cumpla la decisión de la legislatura porteña de expropiar el inmueble y transformarlo también en un lugar de la memoria, el registro del Plan Cóndor y de los luchadores de todos los países latinoamericanos que allí desaparecieron.
Después de una oratoria a viva voz fuimos en manifestación hasta el gigantesco local llamado Olimpo, donde funcionara otro centro clandestino de detención. Los vecinos organizadores del acto habían instalado allí sí un micrófono y unos parlantes y las voces nítidas de las madres de desaparecidos en los setenta se unió a la de los familiares de las víctimas del gatillo fácil caídos en La Floresta en los últimos años. Estos porteños movilizados saben de nosotros. Son casi todos hinchas del Frente Amplio. Tienen vecinos y amigos uruguayos y ya les están diciendo que no pueden dejar de venir a votar en octubre. En las asambleas barriales, me comentan, casi siempre hay uruguayos. Y hablan. Transmiten algo que, dicen, “ustedes tienen y que nosotros no: el sentido de la unidad de la izquierda y las fuerzas progresistas”.Creo que Kirclmer es el mejor gobierno argentino en muchas décadas. Así y todo, este pueblo no está desmovilizado. Al contrario. Ni le falta coraje, al contrario. Ni le falta creatividad en sus luchas, al contrario. ¡Había que oír las consignas y los cantos y ver lo que era la murga que animó los actos y la manifestación! Y la cantidad de volantes y periódicos barriales y de actividades de todo tipo que se preparan para el próximo 24 de marzo.
En el movimiento popular hay demasiadas divisiones, es cierto; pero después de una inmersión en esta lucha y estos logros de la memoria argentina, se sale tonificado.


13/03/04 Un clarificador comienzo de campaña Material extraído del respaldo PC de HC. rodelu.net

Hugo Cores - rodelu.net 16 de Marzo de 2004

Un clarificador comienzo de campaña
Hugo Cores *
Si no nos comprometemos a ello (garantizar salud, educación y alimento para los niños y los jóvenes más pobres) seríamos gobierno pero no seríamos progresistas."
Tabaré, en Salto, 3-3-04
Mientras los partidos tradicionales siguen enredados en las disputas grupales o de caciques, sin programa explícito y sin nada para decirle a la gente, el progresismo ha arrancado primero en la campaña política y con singular empuje. Siempre hemos sostenido la inconveniencia de "aguar" el mensaje progresista despojándolo de los contenidos esenciales de los acuerdos programáticos del FA-EP.

Ahora, apoyado en las deliberaciones y resoluciones del Congreso Héctor Rodríguez, la campaña pueblo a pueblo expresa una vitalidad y un perfil político de un tono opositor como no venía apareciendo en las salidas públicas de distintos "cabezas" de lista. Incluso corrigiendo algunos "bandazos" hacia el centro al que se han sentido obligados algunos compañeros dispuestos a constituir conglomerados "atrápalo todo" dentro del propio Frente.

Varios anuncios formulados por el compañero Tabaré Vázquez sobre criterios a aplicar por un gobierno frenteamplista ponen en debate temas centrales, como la apropiación de la tierra por parte de sociedades anónimas, la tortuosas actividad de las SAFI, la situación de emergencia de "los uruguayos que no pueden esperar" porque los acosan el hambre y la necesidad.

También la intención de llevar adelante auditorías administrativas en todas las empresas públicas y oficinas del Estado anunciando la voluntad de terminar con esa impunidad, haciendo lo posible para que actúe la Justicia y sean castigados los ladrones. ¡Qué falta hacía reafirmar estas viejas convicciones!

Esta impronta "social", opositora, de lucha contra la corrupción parece compatibilizarse mal con algunas invocaciones a "no asustar a los burgueses", o "trabajarla de callado" a la manera que, se ha dicho, salvadas las distancias, hizo Fidel Castro cuando estaba en la Sierra Maestra. Digamos de paso que nos resulta particularmente insensata y muy poco hábil tal comparación, un boccato di cardenale "servido en bandeja a la derecha" en plena campaña electoral. Ya oiremos hablar de esta gracia.

Ganar las elecciones para cumplir con las impostergables metas de un plan de emergencia contra la pobreza. ¿Qué otra cosa se podría esperar de un gobierno de izquierda? ¿Qué sentido tiene la insistencia en "lo poco que podrá hacer un nuevo elenco progresista"?

¿Qué sentido tiene repetir nosotros, junto a las clases conservadoras, que es necesario hacer que la torta crezca y demás proposiciones de la vulgata neoliberal?

Son temas interesantes para debatir. Con serenidad y no con gracias. Con continuidad, tema a tema. Dirigiéndose a un auditorio cuya capacidad de razonar se respeta y no como si se tratara de hacer chistes frente a la claque.

Si tiene sentido la existencia de distintas propuestas dentro del FA, ¿dónde sino en estos debates, prolijamente desarrollados, se habrán de expresar los rasgos de cada opción? ¿Cómo los frentistas podrán elegir si no poseen un bosquejo de identidad política e ideológica de las distintas corrientes que medirán fuerzas en las elecciones internas?

¿O sólo se trata de desarrollar una logística publicitaria, sustancialmente mediática?

¿En qué consiste una propuesta política que tiende a identificarse con lo que el oligopolio mediático permite y reproduce?

De todos modos, no parece ser esa la opción escogida por la conducción del FA en esta gira pueblo a pueblo donde en cada lugar se realiza un anuncio importante e impactante.

Como militante en una de las corrientes que participan del esfuerzo y de los debates del FA, creo que es importante desarrollar la campaña sin desdeñar, obviamente, ningún medio.

A la vez es necesario que tal como se viene impulsando, como resultado de la campaña político-electoral, los frenteamplistas queden con las ideas más claras y ellos mismos más dispuestos a convertirse en protagonistas de una campaña que no será "coser y cantar".

La poderosa palanca virtual que son los comités de base y su (injustamente) criticada militancia de base no es un elemento que debamos desdeñar en aras de una política amistosa hacia los medios de comunicación de masas.

Triunfar en la primera vuelta no será fácil. No creo que el escribano Stirling, que en muchos aspectos merece respeto por su trayectoria como parlamentario y como ministro, represente ninguna renovación dentro del Partido Colorado. Su candidatura, que significa la salida parcial de escena del maléfico Sanguinetti, aparece demasiado ligada a la forma cupular en que fue resuelta.

No ocurre lo mismo con Larrañaga, que --representando él mismo una forma de continuismo-- si consigue triunfar, aparecerá con el prestigio de haber protagonizado una oposición efectiva a la cuestionada y turbia conducción lacallista.

De un modo u otro habrá lucha política intensa en los próximos meses y para ello necesitamos de aquellas trincheras de que hablaba Martí, las trincheras de ideas. Hechas carne y voluntad en nuestra gente.


* Dirigente del PVP - Editorial de LA REPÚBLICA de Uruguay - 13 de Marzo de 2004